El debate político en la Argentina parece irremediablemente atrapado en la lógica oficialismo-oposición, una de cuyas manifestaciones más claras es el principio de acción y reacción: basta que desde el kirchnerismo se plantee algo, para que la oposición casi en bloque (aunque con matices) salga a decir que no está de acuerdo.
Aunque muchas veces ellos mismos (o al menos parte de esa misma oposición) lo hayan planteado antes: pasó con la AUH, con la ley de medios, con la estatización de Aerolíneas Argentinas, la ley de tierras, la disolución de las AFJP o la recuperación del predio de la Rural. Probablemente la expropiación de YPF haya sido la excepción que confirma la regla.
Un buen ejemplo de lo que planteamos lo da el proyecto de algunos diputados del Frente para la Victoria para que los jueces paguen el Impuesto a las Ganancias del que se da cuenta acá; y las reacciones que generó en el arco opositor, de las que acá se da un panorama.
Desde antes que se conociera la sentencia en el juicio por el secuestro de Marita Verón (cuando de golpe a todos se les desató la furia por "democratizar la justicia"), la justicia y los jueces estaban en el ojo de la tormenta, y se sumaban voces (oficialistas y opositoras) que planteaban la necesidad de encarar reformas allí; y entre las primeras que todos mencionaban, está el tema de que los jueces paguen impuestos como cualquier hijo de vecino.
Ni que decir que cuando desde los sectores de la dirigencia sindical se plantea la eliminación del Impuesto a las Ganancias para los trabajadores, o desde muchos sectores se plantea la necesidad de una reforma tributaria, la idea de que los jueces paguen Ganancias siempre aparecía en primer plano; como el ejemplo típico de la injusticia del sistema impositivo, y de un privilegio inadmisible, al que había que ponerle fin.
Y sin embargo vemos que (una vez más) cuando el tema toma cuerpo porque se lo plantea desde el oficialismo (que es el que tiene en principio los números en el Congreso para que salga), aparecen los "sí pero": que "estamos de acuerdo pero no es el momento", "no ahora", "no de éste modo", "hay intenciones ocultas", "quieren tapar los escándalos o el acuerdo con Irán", "sí pero hay que gravar también la renta financiera", "sí pero para los nuevos jueces y no los que están ahora en funciones", "ojo que el kirchnerismo lo que quiere hacer con esto es presionar a los jueces independientes", y así podríamos seguir hasta el infinito.
Cambien el tema, y se repetirán los argumentos, con las adaptaciones del caso.
Es como si la oposición sintiera que acordar en algo con el gobierno y acompañarlo con su apoyo en el Congreso es una especie de mancha venenosa que los contamina, y les va creando un prontuario que en algún momento los medios van a sacar a relucir para descalificarlos.
Algo de eso pasa, por ejemplo con el socialismo y algunos de sus socios en el FAP; que acompañaron algunos proyectos del gobierno en otros tiempos, pero con bemoles: acá (en el caso de las AFJP) y acá, en el de la ley de medios, nosotros hacíamos algunas precisiones al respecto.
Sin embargo, que demos cuenta del dato no hace que no lo consideremos una muestra de inmadurez política: una fuerza política seria tiene que ser capaz de sostener con argumentos las decisiones que toma, sobre todo cuando son coherentes con lo que vino planteando; sin importar lo que digan los medios o los comentaristas de sus ediciones digitales, con argumentos propios de comadres de barrio.
Y lo más interesante de todo es que, desde esa misma oposición, se le reclama constantemente al gobierno diálogo, consenso, apertura.
Algo que, con éste tipo de prácticas, es muy difícil porque siempre te corren el arco.
Y si después las cosas salen por el peso de los votos del oficialismo, los mismos que le encontraron todos los pelos al huevo salen a decir que el kirchnerismo se "apropió" de una idea o un proyecto que antes se les había ocurrido a ellos.
Que ahora no se quejen los de la oposición. Si alguien levanta sus banderas, será porque las dejaron tiradas...
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