(*)
Es un lugar común, (tu especialidad: los lugares comunes) pero
es también cierto: (¿o sea que la mayoría de lo que decís rara vez es
cierto?) en la Argentina hay importantes debates pendientes. El diálogo, el
civilizado intercambio de pareceres al que llamamos debate, (¿y quién tedijo
que un debate es necesariamente eso, Narosky?) no se da fácilmente entre
nosotros. Cuestiones tales como si es necesario privatizar o estatizar, (debate
ya saldado en tu caso) si es conveniente acercarse o diferenciarse de los
Estados Unidos o de Brasil, la cuestión de cómo debe dirigirse la
imprescindible ayuda asistencial, el trabajo sobre un plan eficiente para
frenar el narcotráfico y tantas otras son abordadas con poca profundidad: (eso
es porque no todos tienen tu vuelo de estadista, tu profundidad conceptual) lo
que suele dominar la escena es siempre el afán de los que gobiernan de
perpetuarse en el poder (vos fuiste reelecto, y querés ser presidente) y
manejar los temas según una conveniencia de muy corto plazo. Algunos dicen que
la política tomó por asalto al Estado; (otros dicen que fueron los
empresarios los que lo asaltaron, pero en tu caso no te conviene optar por esa
teoría) lo cierto es que desde Arturo Frondizi no hay entre nosotros una
idea de país. (puras pelotudeces, pregúntale a Martínez de Hoz y a Videla si
no tenían una idea de país)
La cuestión de si privatizar o estatizar, por ejemplo, debe
abordarse estudiando caso por caso, (empecemos por el Correo, por ejemplo,
porque con el Fútbol Para Todos ya te metiste en líos) mirando datos
ciertos y considerando planificaciones adecuadas, y superando sobre todo los
obsoletos planteos ideológicos (¿cuáles serían los modernos?) que no son
ya tomados en cuenta en ninguna parte del mundo. (¿los planes del FMI?) En
vez de hacerlo, generamos confrontaciones y desplegamos retóricas engañosas. (para
alguien que no comprende el castellano claramente, todo es “retóricas
engañosas”)
Pero hay una vuelta de tuerca más, que podría ayudar a entender
la ausencia del diálogo que reclamamos. No son sólo debates lo que nos está
faltando. Nos falta futuro. (claro, porque vivimos en el presente, el futuro
es eso: futuro, lo que todavía nos falta, porque no pasó) Nos falta
voluntad de dar forma a una nueva realidad y nos sobra desencanto, miedo y
frustración. (diría Pérez Manija) Dedicamos más tiempo a describir el
fracaso que a dejarlo atrás. (el problema es que al fracaso a veces lo
tenemos delante de las narices, como cuando comprobamos que a vos te votan, o a
Del Sel) Es urgente que aprendamos a superar la posición reivindicativa (¿un
pedido a los docentes de que levanten la huelga?) y logremos generar
posiciones activas y vitales (probá con el Kamasutra) que hagan posibles
las soluciones que necesitamos. (¿qué necesitamos o que necesitás vos?,
porque por ejemplo con la UCEP parecía que buscabas algo parecido a la solución
final)
La visión reivindicativa considera más importante el pasado que
el futuro (falso: los docentes, por ejemplo, reclaman aumento de sueldo
ahora, para llegar a fin de mes) y hace pesar sobre todos nosotros una
realidad que ya no existe. (pero justamente lo reivindicativo es hacer que
vuelva a existir, oh Ravi Shankar “si dejó de suceder es porque conviene” sería
en éste caso tu aforismo) Se abusa de las referencias a personas y
situaciones que pertenecen a otra época. (bueno, esta columna empieza
hablando de Frondizi) Se busca revancha, no soluciones. (justicia
Mauricio, justicia: es una solución para los crímenes, banana) Se valora
más un deseado desquite que la vida y los proyectos de los que hoy luchan por
abrirse camino. (uy, que tremendamente abogador pro amnistía de los
genocidas que sonó eso, pero en tono naif) La visión aspiracional, en
cambio, nos permite enfocar donde es necesario hacerlo: en el esfuerzo y el
placer del desarrollo, en el sano deseo de crecimiento. (¿patrimonial?) Los
recursos y la inteligencia se aplican así a la generación de oportunidades y al
aprovechamiento de todas las opciones que aparecen en este complejo mundo
moderno. (pará un poco con los manuales de autoayuda y los libros “Como
ganar su primer millón”, esto es política, gil) En la posición
reivindicativa, muchos se levantan pensando a quién harán ese día responsable
de nuestros fracasos; tenemos que empezar a levantarnos todos buscando cuál es
la mejor solución para resolver los problemas concretos. (¿qué tiene que ver
reclamar con buscar culpables, de dónde sacás ideas tan infantiles?)
Esto cobra especial sentido en el crucial momento en el que está
la civilización: el ambientalismo dejó de ser una opción (eso, cierren
Greenpeace y dejen de robarle la plata a la gente) y es hoy una perspectiva
que debe aplicarse a todos los temas. (por ejemplo la recolección de
residuos, o no tirárselos al conurbano) Al menos, si queremos que siga habiendo
mundo. (uy, se me volvió ecologista el hombre) El deterioro del planeta
no es ya una advertencia nacida en el pesimismo, sino una realidad apremiante
que no puede ser desatendida. (como la basura, o los pañales cagados de
Antonia)
Urge centrarnos en las discusiones pendientes y pensar qué vamos
a hacer los próximos tres años en la Argentina. (pero eso ya se definió, en
octubre del 2011 y vos elegiste no participar, ¿por qué no te centrás mejor en
lo que catzo vas a hacer en la ciudad de la que sos intendente?) ¿Hacia
dónde queremos ir? ¿Qué pasos necesitamos dar para alcanzar los objetivos de
desarrollo que todos queremos? ¿Qué valores sirven a esta intención? (¿qué
estamos haciendo leyendo estas pelotudeces?) Parece claro que el diálogo,
la cooperación, el trabajo serio y coordinado para enfrentar los problemas
reales de hoy son claves de la actitud necesaria. (es como diría Fito: una
cuestión de actitud, nada más) Un estudio profundo de los temas, la
voluntad de conocer a fondo la realidad y de diseñar en conjunto respuestas
adecuadas. (o sea, todas las cosas de las que vos carecés, criado a
resúmenes Lerú y papers de Durán Barba)
Hace años que vengo trabajando (no se nota, debe ser trabajo
en negro) para convocar a todos los que quieran sumarse al desafiante
trabajo (se dice que uno presume de lo que carece) de hacer el país que
queremos. (pero no te dan bola, porque el país que vos querés es otro
distinto, manejálo) Y cada vez obtengo mejor respuesta a este llamado
entusiasta. (ufff. Del Sel, Baldassi, González Oro, una cumbre de lumbreras)
Mi acción política, mi rol dirigencial, (eso ¿cuál era, sos presidente
de Boca todavía?) ha (“han”, sería, en plural, ¿quién escribió esto,
Majul?) tenido siempre como sentido convocar a mis compatriotas a un acto de
rebeldía esencial. (en tu caso, contra el trabajo en todas sus formas) Rebeldía,
sí, una rebeldía que osa superar prejuicios, referencias caducas, temores,
timideces, falsas diferencias. (¡soltáte, con Wellapon soltáte!, ¿estás por
salir del placard y confesarte gay?) Rebeldía de romper los moldes
repetitivos y participar: ¿por qué tenemos los argentinos tanta facilidad para
distanciarnos, dividirnos, enemistarnos, cuando en cuestiones básicas sería
sencillo coincidir? (a ver, por decir algo, se nos ocurren un par de ideas:
dictaduras militares, guerras civiles, peronismo-antiperonismo, ¿te dicen
algo?, todas fueron por cuestiones básicas: guita, poder) Todos queremos
eliminar la pobreza, (pero diferimos en el modo: algunos como vos quieren
lograrlo eliminando a los pobres) actualizar y mejorar la educación, (es
verdad: vos sos el vivo ejemplo de esa necesidad) generar trabajo (para
otros, Dios te libre de agarrar una pala) y oportunidades para todos,
integrarnos al mundo, reforzar la seguridad y hacer una Argentina moderna y
desarrollada. ¿Por qué entonces nos cuesta tanto respetarnos y trabajar juntos?
(porque tenemos dirigentes que son zapatos como vos, que creen que coincidir
en querer lo bueno y odiar lo malo resuelve todo mágicamente, salame)
Este cambio, este uso virtuoso de la política, (¿cuál, el que
hizo tu familia viviendo del Estado por décadas?) requiere un mayor
involucramiento de todos. (como se nota que esto no lo escribiste vos, ni
debés saber pronunciar “involucramiento” con esa papa en la boca que tenés) El
país necesita nuevos protagonistas, (es verdad, borráte que ya mostraste
todo lo que podés dar, abríle paso a Rodríguez Larreta, que viene con todo) sin
límites de edad, (¿cómo Fayt?) credo, sexo, (tenemos una presidenta
mujer, reelecta con el 54 %, no sé si te enteraste) profesiones o falsas
ideologías. (¿cuál es la verdadera, la tuya?) Es cierto que hay muchas
gestiones individuales rescatables y valiosas, especialmente las de algunos
intendentes de localidades medianas, (o sea que no sería tu caso) donde
hubo y hay más compromiso con las necesidades reales de la gente que en la
gestión macro del Estado nacional. (¿y en la CABA hay “compromiso con las
necesidades reales de la gente”, quién gestiona las paritarias, las
jubilaciones, la defensa de la industria, el trabajo, el tipo de cambio, “los
intendentes de localidades medianas”?) Pero no habrá evolución suficiente
si nos dejamos llevar por falsos relatos, por anuncios vacíos o por fotos
engañosas. (sonamos, ¿se termina el PRO y tu candidatura presidencial?, o
sea, eso de los 10 kilómetros de subte por año, y toda la sanata) Debe
haber capital humano organizado en equipo, desarrollo tecnológico en función de
una estrategia de crecimiento que tenga además una fuerte inserción
internacional. Eso pondrá a la Argentina y a los argentinos en el lugar que
deseamos y nos merecemos. (depende de qué argentinos, ojo con la teoría de
los merecimientos, que te puede llevar a lugares de los que después querés
volver)
Los próximos tres años serán años de crecimiento (¿te
volviste kirchnerista?) y de gran aprendizaje. (exacto, observá lo que
hace Cristina y aprende como se gobierna) Sólo con mucho coraje podremos
romper con los formatos de un sistema político que no ha sabido incluir a
todos. (es verdad: quedó afuera un pabellón entero de Marcos Paz) Esa
convicción debe impulsarnos a participar. El país que queremos no viene hecho (como
te llegaron a vos las empresas de papá) ni se hace solo. Tenemos que
comprometernos con nuestro potencial y realizarlo en un clima de entendimiento.
Sumemos nuestras inteligencias y nuestras buenas intenciones. (y vivamos
felices, y comamos perdices, pero pocas, para cuidar el medio ambiente y el
planeta)
Esto si que no tiene desperdicio.
ResponderEliminar¿Quién lo habrá escrito?
El mejor comentario en negritas debió haber llegado mucho antes: "¿qué estamos haciendo leyendo estas pelotudeces?".
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