Leemos en Página 12: "La presidenta Cristina Fernández inaugurará hoy un mural de madera tallada donde será exhibida la bandera argentina que izó en 1966 en las Islas Malvinas un grupo de 18 jóvenes peronistas, encabezados por Dardo Cabo, en reivindicación de la soberanía nacional. El mural, contenido en una vitrina, quedará emplazado en el Salón de los Pasos Perdidos y será revelado minutos antes de que la jefa de Estado dé inicio a la Asamblea Legislativa. El 28 de septiembre de 1966 un grupo de 18 jóvenes peronistas abordó en el aeroparque metropolitano un avión de Aerolíneas con destino final en Ushuaia, pero cuando la nave sobrevolaba Puerto San Julián, dos de ellos se presentaron en la cabina de los pilotos y, armas en mano, ordenaron que la nave tomara rumbo a Malvinas, donde izaron siete banderas argentinas en reivindicación de la soberanía nacional."
Acá vemos la portada del diario La Razón de la época, dando cuenta del hecho:
¿Qué fue la Operación Cóndor?
El 22 de noviembre de 1966 los integrantes del
grupo fueron procesados por el Juez Federal de Tierra del Fuego, Antártida e
Islas del Atlántico Sur, Dr. Lima, por los delitos de "privación de la
libertad personal calificada" y "tenencia de armas de guerra".
El secuestro de aviones no estaba contemplado en la legislación de la época.
Fueron patrocinados por el abogado de la CGT y la UOM y otros profesionales. El
procesamiento se refirió a los hechos ocurridos al desviar la nave aérea y no a
lo ocurrido en Malvinas, que la justicia entendió que no constituía delito.
Fueron condenados el 26 de junio de 1967. El 13 de octubre la Cámara Federal de
Bahía Blanca confirmó la sentencia, aunque hizo algunas modificaciones menores;
por ejemplo, ordenó la devolución de las banderas a Cabo, su dueño, sosteniendo
que: “las
banderas argentinas, por el hecho de haber tremolado sobre una porción
irredenta de tierra de la Patria, no son ni pueden ser consideradas instrumento
de delito.
Por ello corresponde su oportuna
devolución a quien ha demostrado actuar como su propietario.”
La mayoría recuperó su libertad tras los nueve
meses que llevó el proceso, con prisión preventiva, pero Dardo Cabo, Alejandro
Giovenco y Juan Carlos Rodríguez debieron pasar tres años en prisión, debido a
sus antecedentes judiciales. En la cárcel Cabo se casó con Cristina Verrier.
El 28 de septiembre de 1966, un comando armado de 18 estudiantes,
obreros, sindicalistas y periodistas, en su mayoría militantes peronistas y
nacionalistas, secuestró un avión Douglas DC-4 LV-AGG de Aerolíneas
Argentinas, que había partido desde Buenos Aires a las 0:34 horas y tenía por
destino a Río Gallegos, y lo desvió, aterrizando en las islas Malvinas unas
horas más tarde. Los jóvenes se llamaban a sí mismos "cóndores";
casi todos eran peronistas. La edad promedio del grupo era de 22 años. El "Operativo
Cóndor", como fue bautizada la acción armada, fue comandado por Dardo
Cabo, de 25 años de edad, periodista, metalúrgico y activo militante peronista
nacionalista, hijo del sindicalista Armando Cabo. Los miembros del Operativo
Cóndor fueron: Alejandro Giovenco Romero, de 21 años de edad; María Cristina
Verrier, dramaturga y periodista de 27 años, hija de César Verrier, juez de la
Suprema Corte de Justicia y funcionario del gobierno del ex-presidente Arturo
Frondizi; Fernando Aguirre, empleado de 20 años; Norberto Karasiewicz, obrero
matalúrgico de 20 años; Andrés Castillo, empleado de la Caja de Ahorro, de 23
años; Luis Caprara, estudiante de ingeniería de 20 años; Victor Chazarreta,
obrero metalúrgico de 32 años; Ricardo Ahe, empleado de 20 años; Juan Bovo,
obrero metalúrgico de 21 años; Edelmiro Jesús Ramón Navarro, empleado de 27
años; Ramón Sánchez, obrero de 20 años; Pedro Tursi, empleado de 29 años; Juan
Carlos Rodriguez, empleado de 31 años; Pedro Bernardini, obrero metalúrgico de
28 años; Fernando Lisardo, empleado de 20 años; Edgardo Salcedo, estudiante de
24 años; Aldo Ramírez, estudiante de 18 años.
El comandante de la aeronave era Ernesto Fernández García, y entre
los pasajeros figuraba el gobernador del por entonces Territorio Nacional de
Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, contraalmirante José
María Guzmán. También viajaba en el avión Héctor Ricardo García, el
director del matutino porteño Crónica.
Aproximadamente a las seis de la mañana, cuando el avión, con 35
pasajeros a bordo, sobrevolaba la ciudad de Puerto Santa Cruz, los integrantes
del grupo tomaron las armas que llevaban ocultas en los equipajes y
consiguieron el control del avión: Cabo y Alejandro Giovenco se dirigieron a la
cabina, donde exigieron al piloto que torciera al rumbo 105, hacia Malvinas.
Éste alegó falta de combustible y desconocimiento de la ruta de navegación
correspondiente, pero finalmente obedeció las órdenes. Para no atemorizar a los
pasajeros, se les informó que la aeronave regresaba a Comodoro Rivadavia.
El piloto logró encontrar la ubicación de las islas gracias a las
diferencias en el patrón de la cobertura nubosa que frecuentemente las cubre.
Entre algunos claros divisaron tierra firme y tras algunas rondas de
reconocimiento que les permitieron localizar la población de Puerto
Argentino, aterrizaron a las 8:42 en la pista de carreras de caballos de 800 m
de largo, después de haber sobrevolado durante 40 minutos el lugar para gastar
combustible.
Los jóvenes descendieron, nombraron al lugar como "Puerto
Rivero", en homenaje al gaucho entrerriano que resistió la invasión
británica de 1833 a las islas, y desplegaron siete banderas argentinas en las
inmediaciones: cinco en los alambrados, otra en el avión, y la restante en una
especie de poste de hierro cercano hincado en el suelo que sirvió así de
mástil.
Numerosos civiles malvinenses se acercaron a ver qué ocurría.
Algunos fueron tomados como rehenes, entre ellos el jefe de policía y el jefe
de los marines británicos. Entre los restantes el comando distribuyó una
proclama escrita en inglés; el texto informaba que los jóvenes no eran
agresores sino argentinos que consideraban a las islas como parte de su propio
país. Al poco tiempo el avión fue rodeado por la Fuerza de Defensa de las Islas
Malvinas, a las que se unió casi un centenar de civiles.
Los jóvenes realizaron un comunicado utilizando la radio del
avión, cuyas palabras tuvieron amplia repercusión en la Argentina: Operación Cóndor cumplida. Pasajeros, tripulantes y equipo sin
novedad. Posición Puerto Rivero, Islas Malvinas, autoridades inglesas nos
consideran detenidas. Jefe de Policía e Infantería tomados como rehenes por
nosotros hasta tanto gobernador inglés anule detención y reconozca que estamos
en territorio argentino.
Un radioaficionado reprodujo la noticia, y su señal fue captada en
Trelew, Punta Arenas y Río Gallegos, retransmitiéndose a Buenos Aires. A la
tarde los civiles e infantes de marina británicos trabajaban en la instalación
de reflectores, altoparlantes con música marcial, y nidos de ametralladora en
las inmediaciones del avión. En los siete jeeps ubicados delante y detrás del
avión se habían apostado policías, infantes y civiles armados; en lo alto de un
cerro vecino se habían desplegado tres carpas de campaña con refuerzos militares.
Por pedido expreso del líder del comando argentino, el padre
Rodolfo Roel (de origen holandés), sacerdote católico de la isla, ofició una
misa en castellano en el interior del fuselaje. Gracias a las gestiones del
párroco los tripulantes y pasajeros pudieron ser alojados en casas de familia
de los isleños.
A las 4:30 horas del día siguiente el gobernador británico emitió
un comunicado en el que exigía la rendición incondicional del grupo. Afirmaba
que los soldados y policías tenían órdenes de disparar. El comando argentino se
negó a entregarse. A las tres de la tarde hubo otra gestión con ese mismo
propósito, esta vez a cargo del padre Roel, que también tuvo resultado
negativo.
Horas después se arribó a un pacto: los argentinos dejarían las
armas en el avión, como nave argentina, y serían refugiados por el padre Roel.
No hubo rendición, los cóndores marcharon a la iglesia con sus banderas
argentinas consigo.
A su regreso al continente Cabo sintetizó así lo pactado: “Fui a Malvinas a reafirmar la soberanía
nacional y quiero aclarar que en ningún momento me he entregado a las
autoridades inglesas, sino que acepté el hospedaje de la Iglesia Católica
ofrecido a través del arzobispo de las Islas Malvinas; que me consideré
detenido por la autoridad argentina que allí reconocí en el comandante de
Aerolíneas, entregándole al gobernador de Tierra del Fuego e Islas Malvinas,
señor almirante Guzmán, las banderas argentinas que flamearon en tierra
malvineña durante treinta y seis horas.”
A las
17:00, los argentinos y el sacerdote salieron del fuselaje. Con el pabellón en
brazos entonaron el Himno Nacional argentino, rodeados a 200 m por los puestos
de los militares británicos. Media hora más tarde entregaron las armas al
comandante del Douglas DC-4, como había sido prometido. Pasaron casi 48 horas
en la capilla de Puerto Stanley. Rompiendo el pacto que tenían con Roel, los británicos realizaron una requisa
en el salón parroquial, y los cóndores decidieron que lo único que defenderían
serían las banderas argentinas, por lo que Cabo, Giovenco, Rodríguez y Navarro
envolvieron su pecho con ellas, bajo sus ropas. Afortunadamente los británicos
al ver la decisión de estos cóndores no pretendieron apoderarse de las banderas
argentinas.
A las 19:30 horas del 1º de octubre todos fueron llevados hasta el
barco argentino ARA Bahía Buen Suceso a bordo de una lancha carbonera
británica. Cabo entregó las banderas argentinas al almirante José María Guzmán
en una bolsa: Señor Gobernador de nuestras Islas
Malvinas, le entrego como máxima autoridad aquí de nuestra patria, estas siete
banderas. Una de ellas flameó durante 36 horas en estas Islas y bajo su amparo
se cantó por primera vez el Himno Nacional.
El lunes 3 de octubre a las 3 de la mañana, el ARA Bahía Buen
Suceso atracó en el puerto de Ushuaia.
El 22 de noviembre de 1966 los integrantes del
grupo fueron procesados por el Juez Federal de Tierra del Fuego, Antártida e
Islas del Atlántico Sur, Dr. Lima, por los delitos de "privación de la
libertad personal calificada" y "tenencia de armas de guerra".
El secuestro de aviones no estaba contemplado en la legislación de la época.
Fueron patrocinados por el abogado de la CGT y la UOM y otros profesionales. El
procesamiento se refirió a los hechos ocurridos al desviar la nave aérea y no a
lo ocurrido en Malvinas, que la justicia entendió que no constituía delito.
Fueron condenados el 26 de junio de 1967. El 13 de octubre la Cámara Federal de
Bahía Blanca confirmó la sentencia, aunque hizo algunas modificaciones menores;
por ejemplo, ordenó la devolución de las banderas a Cabo, su dueño, sosteniendo
que: “las
banderas argentinas, por el hecho de haber tremolado sobre una porción
irredenta de tierra de la Patria, no son ni pueden ser consideradas instrumento
de delito.
Por ello corresponde su oportuna
devolución a quien ha demostrado actuar como su propietario.”
La mayoría recuperó su libertad tras los nueve
meses que llevó el proceso, con prisión preventiva, pero Dardo Cabo, Alejandro
Giovenco y Juan Carlos Rodríguez debieron pasar tres años en prisión, debido a
sus antecedentes judiciales. En la cárcel Cabo se casó con Cristina Verrier.
Los protagonistas principales del Operativo Cóndor quedarían
atrapados más tarde por la tragedia que envolvió al peronismo y a la Argentina
en los 70’: diez años después y durante la dictadura militar argentina, el
viernes 6 de enero de 1977, Dardo Cabo, quien militó primero en Descamisados y
luego en Montoneros, y se encontraba detenido en La Plata por otra causa, fue
asesinado junto con otras personas en un simulacro de fuga fraguado durante un
traslado de detenidos, en una zona descampada del Parque Pereyra Iraola.
Por su parte Alejandro Giovenco, que fuera dirigente de la C.N.U.
(Concentración Nacional Universitaria), organización que luego colaborará con
la dictadura y que se encontraba ligada con la Triple A, murió en plena avenida
Corrientes cuando le estalló una bomba que trasladaba en su portafolio.
La bandera que flameó en el improvisado mástil de Malvinas izada
por los cóndores es la que ahora quedó depositada en el Congreso Nacional, en
el mural que inauguró Cristina.
Excelente homenaje (el del PEN y el del blog) Saludos.
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