Aunque el kirchnerismo fuera no ya la mitad, sin el doble de lo que los opositores y los medios dicen que es de corrupto y autoritario, se merecería una oposición como la que la ha tocado en suerte.
Una comparsa vulgar de payasos mediáticos (con perdón de los payasos, profesión noble si las hay), que están todo el día peinándose para foto, y mirando si dan bien en cámara en la tele, en lugar de dedicarse a laburar y hacer política en serio; incluso oponiéndose frontalmente a lo que haga el gobierno, porque al fin y al cabo se supone que para eso los votaron.
Así, de paso, nos correrían la vara de la exigencia poniéndonosla más alta y obligándonos a nosotros a mejorar permanentemente, a levantar la puntería.
En cambio eligen protagonizar un papelón tras otro, sin conciencia del propio bochorno y llevando a límites inconcebibles, la vergüenza ajena que se experimenta viéndolos en acción.
Cuando hay elecciones, hablan de fraude antes (abriendo el paraguas) y después, como un atajo para no aceptar los resultados; eso sí: sin aportar jamás una sola prueba.
Todos los días al levantarse abren Clarín o La Nación para ver las tapas y los títulos principales, para saber que es lo que tendrán que repetir como loros todo el día, para tener pantalla y micrófonos asegurados; que es el único modo que conocen de hacer política.
Hablan todo el tiempo de diálogo y consenso, pero basta que el gobierno anuncie algo (como pasó con la reforma judicial, cuando Cristina la lanzó en el Congreso), para que digan que se oponen, sin siquiera saber de que se trata.
Ni siquiera vale la pena detenerse en los exabruptos que perpetran a diario, desde el mesianismo delirante de Carrió, hasta los deseos explícitos de Sanz de que todo se pudra a ver si ganan una elección, pasando por los choripanes de Aguad: que son gorilas se sabe; pero eso no los inhibe de pensar, argumentar, expresar ideas políticas, conceptos, aportar algo en suma.
La sesión de anoche y esta madrugada en Diputados no fue sino la culminación de todo un proceso que arrancó con las denuncias apocalípticas de siempre sobre cada proyecto que plantea el gobierno, pasando por la incitación abierta de Carrió a la sedición, y a impedir a como diera lugar la votación.
Culminando con el escandalete de la votación en particular de la reforma al Consejo de la Magistratura y la retirada indignada, un sello de fábrica de una oposición mediocre, cobarde y -sobre todo- poco afecta al laburo.
¿O es necesario que recordemos que también se levantaron del recinto cuando se votaba la ley de medios, tras haber planteado inverosímiles cuestiones de privilegio, o que Carrió virtualmente se encadenó al Obelisco en lugar de estar en el recinto, mientras se votaba la disolución de las AFJP?
Más cerca en el tiempo, y hablando de la reforma judicial, recordemos la bochornosa carpa (huérfana de presencia militante) con la que -al menos implícitamente- terminaron admitiendo que lo suyo es el circo, y no la política.
Una oposición que además invoca todo el tiempo al pueblo y a la gente, pero que en el fondo les tiene miedo: recordemos que, así como ahora se oponen a que se voten los miembros del Consejo de la Magistratura, cuando se planteó el voto a los 16 muchos se opusieron; pero muchos se dieron vuelta luego, cuando advirtieron que el proyecto tenía consenso mayoritario.
De haber estado en 1947, seguramente muchos se hubieran opuesto al voto femenino.
Al igual que hicieron en la ley de medios (con la cautelar del diputado Thomas) el escándalo de anoche tiene el puro y exclusivo objeto de preconstituir prueba para que alguien (ellos mismos, alguna benemérita ONG de las que tanto abundan, y son sus satélites, mientras proclaman asepsia política) vaya a la justicia y plantee la inconstitucionalidad de la reforma; buscando en los tribunales lo que no consiguen ni en las urnas, ni en el recinto.
Donde las bancas se reparten de acuerdo con el resultado que arrojaron las urnas, cosa que parece tonto aclarar, pero en este contexto resulta necesario, y si no vean:
Porque convengamos que ganar una elección (aun con los números contundentes que lo hizo Cristina) no te da derecho a hacer cualquier cosa, aunque en un punto sí te habilita a hacer lo que quieras; no como sinónimo de capricho antojadizo, sino de proyecto político, de dirección o sentido de la acción de gobierno.
Pero a lo que con toda seguridad no te habilita ganar una elección (porque de hacerlo traicionarías a tus votantes) es a hacer lo que quieren otros, los que no juntaron los votos, y por eso perdieron.
Otra verdad de Perogrullo, que es necesario decir en el estado de chatura y mediocridad en que esta oposición lamentable hunde al debate político argentino, y si no, otro botón de muestra:
Claro Lifschitz, de eso se trata la política: laburar para sacar el 54 % de los votos, y si tenés la suerte que la gente te lo dé, de hacerlo valer.
¿O pretendés que el gobierno deje a un costado esos 12 millones de voluntades y siga otra hoja de ruta, la de los que perdieron, la de las corporaciones que nunca van a elecciones?
Y conste que nadie está pidiendo acá que la oposición renuncie a sus convicciones (si es que la tiene y son propias, no dictadas) y apruebe a libro cerrado cualquier cosa que proponga el gobierno.
Por el contrario nosotros nos hemos quejado acá en Santa Fe (donde el PJ tiene mayoría en ambas Cámaras de la Legislatura) de la excesiva condescendencia de los muchachos (con algunos pactos acá si que espurios y oscuros en el medio) con el gobierno de Bonfatti.
Pero imagínense por un momento (en especial los amigos radicales, socialistas y de Pymes varias que conforman el FPCyS) que pasaría en la provincia si el peronismo se comportara con Bonfatti, como ustedes se comportan con Cristina.
¿Qué dirían entonces, como lo reflejarían los medios hegemónicos?
Porque gobernando no se pueden levantar e irse, y que los otros se arreglen.
Insistimos: ni el peor de los gobiernos (hablando siempre en democracia) se merece una oposición tan pero tan berreta, y no van a venir a decir ahora que construir una mejor, es también responsabilidad de Cristina y del kirchnerismo.
(“El gobierno está haciendo valer su peso político”)
ResponderEliminar¡Que bueno! ¡Mejor así!
Porque en otra década el peso político lo hicieron valer para desguazar el estado y dejarnos, a todo el pueblo en bolas y a los gritos.
El peso político lo obtiene un gobierno mediante el voto de los ciudadanos que se sienten representados cuando se es consecuente con lo que se expuso previo a la elección.
ResponderEliminarLo de Elisa María Evelina Carrió (ahora todos se acuerdan que es chaqueña, pobres chaqueños)es lamentable hacia adentro y hacia afuera.
Ahora un tipo como Liftchiz no pueden salir a plantear esta pelotudez. O se contagió de Binner. Sería recomendable que en la próxima elección eleven la propuesta, porque hasta ahora solo maquetas, circo e internas sangrientas con los radicales.
URGENTE: La periodista griega que hizo una incómoda pregunta a Lorenzino sobre la inflación real en la Argentina, anunció que está arrapentida y hará su descargo esta tarde en Intrusos.
ResponderEliminar"Me equivoqué, soy joven, soy griega y estaba enojada" aclaró
http://www.lapoliticaonline.com/noticias/val/86243/rossi-abandono-la-reunion-con-bonfatti-porque-no-dejaron-ingresar-a-la-prensa.html
ResponderEliminarChe, cada vez más chico el termo dentro del que viven los Galaxy boys, ya parece esos de telgopor de Mate Listo
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