Por Elabas Ave
En Santa Fe, si uno quiere ir
desde la Casa Gris a la Legislatura, puede ir por calle General López. En dicha
arteria he trabajado durante los últimos veintisiete años y he visto los surcos
dejados por quienes aspiraban a ser jueces, camaristas o ministros de la Corte,
yendo y viniendo de un lado a otro.
Porque, como dice Cristina, los magistrados
no salen de un repollo. Hay influencias políticas, que llevan a una persona u
otra a ser juez o no, aunque simplemente sea la novia de. Ser juez o más, es un
privilegio en muchos sentidos. Ni hablemos de los sueldos que perciben SIN
PAGAR IMPUESTO A LAS GANANCIAS (porque parece ser que, para ellos, su salario
no es ganancia), como lo hace cualquier hijo de vecino con ingresos mucho más
bajos.
Pero, además de ello, decidir sobre las personas y sus bienes, el
interés público y el privado en conflicto, lleva a una situación de poder tal
que, incluso, muchos tendrían que retirarse y no lo hacen porque les encanta
estamparte la firma en la frente. Algunos casos son famosos, como el socialista
Fayt, pero son varios con posibilidad de jubilarse y no lo hacen, porque les
encanta que les digan Usía, Señoría, nombrar y desnombrar, que los hablen
pidiendo “favores”, etc., etc.
Y en orden nacional nombran sus empleados y
demás secretarios que, por supuesto, son los hijos de, hermanos de, conformando
“la gran familia”. Y así, una vez que
ingresan al establishment judicial, pasan a pertenecer a esa macrocélula de
poder. Y se convierten en corporación. Corporación que ejerce presión
permanente sobre los otros poderes, pero en forma discreta, callada, sin que se
enteren. Y lo que se ha tratado es de transparentar lo oscuro y no se ha
podido, porque ellos son, precisamente, los que resuelven sobre el destino de
todos, incluso de ellos mismos.
En el orden nacional existe un Consejo de la
Magistratura de naturaleza constitucional. Los jueces nombrados y expulsados lo
son según las influencias. En Santa Fe también. Es un bluff el tema de
concursos, tanto en los antecedentes como en las oposiciones. El dedo funcionó
y funciona y lo único creado son infraestructuras que generan presupuestos y
tratan de dividir el negocio de la influencia. En fin, se ha intentado poner
algo de cristalinidad y se pusieron la coraza.
Si todo fuera como debe ser, no
existirían nombramientos como los que muchos conocemos. Personas que ahora son
magistrados y no podrían pasar ni un leve testimonio psicológico. Pero claro,
haber pertenecido, por ejemplo, a Franja Morada, la hacen tener ciencia infusa.
Otros podrían, quizá y sólo quizá, pasar un test psicológico, pero el jurídico
ni a palos.
En fin, la hipocresía no tiene límites y se vende por TV. Mientras
tanto, la gente de a pié poco le importa esta discusión, que es más para la
burguesía y sus patrones, porque en temas patrimoniales ya sabemos que hasta
los cacerolazos no paramos.
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