DE LA SUMA DEL PODER PÚBLICO A LA INGOBERNABILIDAD, SIN ESCALAS

Que cualquiera sea el resultado de las PASO del domingo que viene y de las elecciones generales de octubre, se dispararán montones de lecturas contrapuestas, es una obviedad.

Incluso hasta en un punto es lógico que así sea, mas considerando que son elecciones legislativas, en un contexto de fragmentación de los partidos políticos, y con la sucesión de Cristina como telón de fondo. 

Como también es una obviedad que algunos medios hace rato que dejaron de hacer periodismo (si es que alguna vez lo hicieron) para incursionar en el terreno de las operaciones políticas, con ánimo de influir en los resultados.

Pero aun así, no dejan de sorprender cosas como esta nota de Clarín de hoy sobre la posibilidad de que el kirchnerismo pierda el control del Senado a partir de los resultados electorales.

Recordemos que buena parte de la campaña transcurre bajo el eje "No a la re-reelección"; como que comenzó con el famoso compromiso firmado por más de 100 diputados opositores de no apoyar una reforma de la Constitución (antecedente de la escribanía de Massa), y que constituye el eje discursivo principal de la mayoría de los candidatos anti K.

Lo cual es un eje falso no tanto por el hecho de que el kirchnerismo no haya planteado formalmente proyecto alguno de reforma en el Congreso (y que la propia Cristina se haya cansado de decir que no es eterna, y que no lo impulsará), sino por las condiciones objetivas  y posibilidades reales de que pudiera lograr ese objetivo, sin mediar un acuerdo político con al menos una parte de la oposición; algo que hoy parece altamente improbable.

La nota de Clarín sanatea ampliamente sobre las perspectivas electorales del gobierno en varios de los distritos (ocho en total) que deben renovar senadores (es curioso que no aporte datos de encuestas que respalden lo que se dice en el artículo); omitiendo el dato central: para acceder a los dos tercios que exige la Constitución para viabilizar su reforma (entendidos por la praxis política -que no por el texto expreso de la norma, sobre el total de sus miembros), el kirchnerismo tendría que quedarse con los 24 senadores que se eligen éste año.

Lo cual, como sabemos, es no sólo imposible en términos de perspectivas electorales, sino jurídicamente; porque la propia Constitución (a partir del pacto de Olivos y la reforma del 94') asigna a la minoría o segunda fuerza política de cada distrito, un senador; aunque pierda la elección 99 % a 1 %.

De modo que antes de votar, ya se sabe que no podría el gobierno (ni aun repitiendo o mejorando la elección de Cristina en el 2011) alcanzar por sí los dos tercios necesarios para la reforma, al menos en el Senado.

Ahora bien, de allí a sostener (como lo hace la nota) que el gobierno podría perder el control de la Cámara (es decir el quórum propio, de 37 senadores) hay un trecho bastante largo; a punto tal que el artículo pone en tela de juicio por ejemplo el acuerdo del kirchnerismo con el Movimiento Popular Neuquino (cuyos senadores votan siempre con el oficialismo), justo cuando se acaba de cerrar el acuerdo YPF-Chevrón que implica -entre otras cosas- inversiones para la provincia a la que representan.

Otro tanto se podría decir de Salta: a estar por la nota, Urtubey habría pasado, sin escalas, de prospecto presidenciable, a no poder arrastrar votos para la lista de senadores que integra su hermano; que perdería con Romero, actual senador y ex candidato a vice de Menem en el 2003.

Pero lo tendencioso del análisis queda más claro si se repara en que omite un dato central: también la oposición pone en juego capital político en las elecciones de éste año, en especial en la Cámara de Diputados, como se puede ver con detalle en esta nota de Tiempo Argentino.

Y bastante más que el kirchnerismo, como que las bancas que arriesga son las de la elección del 2009, la última vez que les fue bien.

Pero volviendo al tema de la reelección, incluso aunque el kirchnerismo repitiera la elección del 2011 (algo que no parece probable y ninguna encuesta plantea) se vería en dificultades para llegar a las 172 bancas en Diputados; que es lo que se necesita para alcanzar los dos tercios que demanda la reforma constitucional.

Lo cierto es que la nota de Clarín (además de operar objetivamente sobre las expectativas del electorado) pretende ocultar el dato central de que, si las cosas van como más o menos sugieren las encuestas y trás de más de 10 años en el poder, el FPV (lejos de implosionar como vienen anunciando tantas veces) resultaría consolidado cómodamente como primera fuerza política y electoral, en todo el país, a considerable distancia de la segunda; en un contexto de oposición fragmentada; y manteniendo el control del Congreso nacional, por sí y sus aliados.

Y en el caso de Diputados (donde arriesga sólo 38 de sus 115 bancas) incluso con menos dependencia de apoyos volátiles, para viabilizar las iniciativas del Poder Ejecutivo.

Nos quieren hacer creer -en definitiva- que Cristina pasaría de la suma del poder público, a no poder lograr que le aprueben una ley, sin solución de continuidad.