Leemos en Diario Bae como se están preparando en las empresas para zafar de pagar el impuesto a la distribución de dividendos, una de las medidas que el gobierno enviará al Congreso para financiar los cambios en Ganancias: repartiéndolos anticipadamente, facturar servicios truchos empresas amigas, vinculadas o controladas, darles préstamos a tasa cero a los ejecutivos; etc.
Hasta acá, nada nuevo bajo el sol; ni más ni menos que otro ejemplo del inagotable ingenio argento (e anche de las multinacionales con sede en el país) para bicicletearle al Estado el pago de impuestos.
Pero el episodio viene bien para reflexionar sobre algunas cuestiones, como por ejemplo la tan meneada (y necesaria, como que no) "reforma tributaria integral para que los que más tienen, más paguen"; de la que éste nuevo impuesto sería apenas una pequeña dosis homeopática.
Si tenemos (como tenemos) un sistema tributario injusto (además de importantes niveles de evasión, aunque en estos años se ha avanzado y mucho al respecto), no es por ceguera o incapacidad de los gobernantes, o de puro hijos de puta que son.
Básicamente tiene que ver con la capacidad de lobby de los grupos de poder económico para evitar que prosperen cambios impositivos que los perjudiquen en sus intereses, y del poco poder de los gobiernos para contrarrestar ese lobby.
Y cuando hablamos de poder, no nos referimos a la supremacía electoral, o la mayoría en las Cámaras del Congreso como para colar determinado proyecto de ley, sino a la capacidad de aguantar luego socialmente los sogazos (recordar el caso de las retenciones móviles), y contar con un aparato estatal afiatado para poder garantizar que esos mejores impuestos (más progresivos, más justos) se paguen.
Lo que nos lleva a recordar que (aun con avances) seguimos contando con un Estado apolillado y horadado por años de desmantelamiento de sus estructuras y capacidades, que compite desventajosamente contra jugadores que tienen a su disposición los mejores estudios contables y jurídicos, y hasta los medios, o la natural aprensión del hombre común de la calle, a pagar impuestos.
Capacidad de introducir cambios a las leyes impositivas, decíamos más arriba: obsérvese que las maniobras que denuncia Diario BAE son para escaparle a un impuesto que todavía no se aprobó, y que deberá pasar un necesario debate en el Congreso, por exigencias constitucionales.
Que demandará seguramente un tiempo que, por breve que sea, jugará a favor de las maniobras elusivas; y no es que estemos planteando que los impuestos no se discutan en el Congreso, sino para contextualizar las reglas diferentes con que juegan el Estado y el sistema institucional por un lado, y los actores económicos por el otro.
No obstante eso, el caso también ilustra de lo desfasado que está en el tiempo el famoso debate de las facultades delegadas del Congreso al Ejecutivo y el mamarracho introducido por los radicales en la reforma del 94' en el artículo 76 CN, inhibiendo por ejemplo al PE para fijar las alícuotas de las retenciones (no el hecho imponible en sí, que inexorablemente debe discutirse y aprobarse por ley).
Pensemos por ejemplo que -en la estricta ortodoxia constitucional- el tipo de cambio lo debería fijar el Congreso, pero delegó la facultad en el Ejecutivo por la Ley 25.561: ¿se imaginan en el contexto actual, y con el ejemplo a la vista del impuesto a los dividendos aun no aprobado, una discusión en las Cámaras sobre el valor del dólar, que durara semanas?
Pero volviendo al asunto de la reforma tributaria, observemos que el tópico es socorrido en las distintas pymes progresistas que se arman y rearman en cada elección, incluso en algunas que aun siguen reportando al kirchnerismo; hasta que descubran que no es tan revolucionario como pensaban, y lo abandonen "por haber girado a la derecha", para marcharse "a construir una nueva alternativa".
Y nos plantean con mucho de realismo mágico, que proponerse una reforma tributaria es algo fácil, sencillo, casi una cuestión de soplar y hacer botellas: se sientan, plantean tres o cuatro ideas que -en abstracto- pueden parecer piolas y ya está; asunto solucionado: hace un par de días analizábamos acá un ejemplo, que incluso abarcó un espectro más amplio que la progresía vernácula; si hasta el PRO se prendió.
Encarar una reforma tributaria integral para modificar los rasgos regresivos de nuestro sistema impositivo no es un problema técnico (aunque tiene que garantizar cierta eficacia en ese plano: los impuestos, sean cuáles fueren, hay que cobrarlos, porque el Estado no puede vivir del aire), sino político, y del máximo nivel.
Por eso cuando se plantee en el debate (para sincerarlo y ser honestos) nos deberían contar con que construcción política y social detrás piensan sostener las propuestas.
Si no es puro chamuyo.
Mientras las cosas que realmente le importan al país es la discusión en la corte, en Neuquén le queman las casas a los que protestan por el acuerdo YPF Chevron.
ResponderEliminarEl pais real vs. el pais virtuaaaal
Aquií abajo las declaraciones del gobierno:
No entiendo porque estos mismos revolucionarios no salieron a quemar el parlamento cuando vino Repsol.
ResponderEliminarEstán guardando la nafta para después del 2015, por si la revolución falla.
ResponderEliminarcipayismo ambiental como le dicen algunos o pelotudeo contrera usando a los temas ambientales como excusa...le llamarìa yo.Tilingos que declaman contra Chevron pero si les llega a faltar la nafta en el surtidor para irse de vacaciones saldrian a incendiar el pais clamando por revancha SLF
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