RETOQUES PARA MODERAR

Leemos en El Cronista Comercial: "El ex presidente Eduardo Duhalde consideró que “la Constitución Nacional requiere de algunos retoques para moderar el hiperpresidencialismo que se generó en la Argentina tras la gestión de Néstor y Cristina Kirchner”. En tanto aclaró que esa modificación debería ser consensuada entre los principales candidatos presidenciales, bajo “inspiración” de la Iglesia Católica y el papa Francisco.

“En la Argentina, a diferencia de otros países sudamericanos, es posible crear y progresar en acuerdos y consensos, porque las fuerzas políticas históricas, que son el socialismo, el radicalismo y el justicialismo, tienen muy pocas diferencias. 

En una entrevista con el diario La Nación, el ex primer mandatario advirtió que en la Argentina hay “subdesarrollo democrático” y alertó sobre “baches normativos” que tiene la Carta Magna y que deberían ser corregidos mediante un acuerdo entre los presidenciables, entre los que nombró a Sergio Massa, Daniel Scioli, Mauricio Macri, José Manuel De la Sota y Hermes Binner.

Para Duhalde, el ámbito para la discusión de “cinco o seis políticas de Estado” debería ser similar al de la Mesa del Diálogo, espacio en el que en 2001 y 2002 -durante su gestión en la Casa Rosada- se debatieron políticas para salir del crack de la convertibilidad. “Yo no soy candidato a nada”, aclaró."

En realidad la nota está tomada de éste reportaje en La Nación, y el personaje vive anclado en la Argentina de 1880, cuando todo se resolvía en una "cumbre de notables", donde todos pensaban más o menos igual.

Es casi innecesario que hable como desde el bronce, aclarando que no es candidato a nada: en el 2011 también lo fue, a juzgar por su cosecha de votos.

Sin embargo, desde esa irrelevancia electoral que le permite decir en público lo que otros piensan, no dejan de ser interesantes sus expresiones.

Notemos que propugna una reforma constitucional que debilite al Poder Ejecutivo, como un modo de transición al sistema parlamentario: la forma institucional ideal para que el Estado (con un sistema político y de partidos fragmentado como el argentino) sea aun más fácil presa de las lógicas corporativas.

Todo bajo el patronazgo papal, como si en 30 años de democracia los argentinos no hubiéramos aprendido a gobernarnos por nosotros mismos.

Y si la reforma no cuaja, el bañero de Lomas plantea una parlamentarización de hecho: un Ejecutivo débil, surgido de un eventual balotaje en un marco de paridad electoral (tras la salida de Cristina, es poco probable que un presidente en el 2015 obtenga un 54 % de votos en la primera vuelta; más juzgando los candidatos en danza) y obligado a negociar a cada paso.

Si es que lisa y llanamente no se suprime el debate político (en tanto explicitación de proyectos diferentes) de la competencia electoral; a partir de las "5 ó 6 políticas de Estado en las que nos tenemos que poner todos de acuerdo".

Cada uno puede hacer su propia lista al respecto, pero a ese fin es imprescindible recordar lo que significaron en el 2001/2002: mega-devaluación, pesificación asimétrica que licuó las deudas empresarias, ley de bienes culturales, decisión de reprimir la protesta social si se salía de cauce.

Lo curioso es que -más allá, reiteramos, de la irrelevancia electoral actual de Duhalde- mucha gente piensa en su inconciente que es "normal" (hablando en términos de Binner) que un país tenga cinco presidentes en una semana, o que se tomen medidas "excepcionales" a partir de lo que conceptúan una crisis de magnitud desproporcionada: no olvidemos que hay quienes comparan las actuales restricciones a la compra de dólares, con el "corralito"; o el alza de los precios con la hiperinflación de Alfonsín.

O por lo menos reaccionan en términos políticos como si fueran lo mismo. 

Como tampoco deja de ser curioso (aunque no sorprendente) que en la idea de Duhalde (reiteramos: un verbalizador de cosas que están en la atmósfera) lo que hay que retocar es la Constitución, pero para moderar al gobierno, en especial al presidente.

Lo que no es sino un modo de "moderar" (para usar las mismas palabras) los efectos del voto popular que lo coloca en su cargo; mientras que el silencio sobre las famosas "5 ó 6 políticas de Estado" que hay que acordar (sería sencillo y políticamente correcto decir que son la salud, la educación, la vivienda, la seguridad social, el empleo) autoriza a suponer que la misma "moderación" no aplica para los reclamos de las corporaciones.

Sin ir más lejos, la derogación de la ley de medios (por citar sólo un caso) perfectamente podría cumplir hacia el 2015 el rol que jugaron en el 2002 la pesificación asimétrica o la ley de bienes culturales. 

El resto (hasta llegar a los 5 ó 6 que mencionó Duhalde) lo dejamos a la imaginación de los lectores.