Leemos en El Cronista: "Los encuentros entre empresarios de todos los sectores que comenzaron meses atrás con el objetivo de avanzar en un frente común de cara al nuevo escenario político que se presentó tras las elecciones continuarán hoy, pero algo más acotados.
Son siete entidades las que están formando parte de esta iniciativa: la Cámara de la Construcción (CAC); la Cámara de Comercio (CAC); la Unión Industrial Argentina (UIA); la Asociación Empresaria Argentina (AEA); la Asociación de Bancos Argentinos (Adeba); la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) y la Sociedad Rural Argentina (SRA). Por ellas, asistirán Gustavo Weiss; Carlos de la Vega; Héctor Méndez; Jaime Campos; Jorge Brito; Claudio Cesario y Luis Miguel Etchevehere, respectivamente.
La suba de costos, la presión tributaria y la libertad de poderes vinculado con la necesidad de contar con una Justicia independiente son algunos de los ejes sobre los cuales el grupo quiere hacer foco. Existe una imperiosa necesidad de unidad en el establishment no sólo para tener un mayor paraguas al realizar cuestionamientos a la política oficial, sino también para recuperar el espacio que perdieron con el kirchnerismo.
Con un escenario político diferente, frente a un oficialismo debilitado por la derrota electoral en las principales provincias del país, los hombres de negocios creen que el clima es más propicio para rearmarse, ganar poder y defender los intereses de sus empresas o sectores. La idea es ir pensando a futuro cómo generar un clima de negocios más positivo, coinciden los dirigentes." (las negritas son nuestras)
Que los principales grupos empresarios del país han ganado plata -y mucha- en estos últimos diez años, es algo que casi nadie se atreve a discutir; aun cuando los principales beneficiarios de ese hecho, intenten bajarle el precio, lo minimicen o lo atribuyan a su denodado esfuerzo, que venció las mil y una trabas que el kirchnerismo le puso "al clima de negocios".
Lo cual no implica que no hayan visto afectados sus intereses, de un modo u otro, por decisiones del gobierno: desde los bancos que perdieron con la reestructuración de la deuda, la liquidación de las AFJP y la negativa a volver a endeudarse en los mercados financieros, hasta el Grupo Clarín lesionado por el "Fútbol Para Todos" y amenazado por la ley de medios, pasando por "el campo" con las retenciones (aun las fijas) o las trabas a las exportaciones; y la mayoría de los que exportan algo con la pertinaz obstinación del gobierno por ser él el que fije el tipo de cambio, todos cedieron "algo" en este tiempo; y está muy claro que no les gustó.
Pero lo que ciertamente más les disgusta es haber perdido influencia hacia el interior del sistema de toma de decisiones del gobierno; tanto con Néstor, como con Cristina.
Lo que no implica que ambos gobiernos no hayan tomado medidas que los beneficien, que es otra cuestión: lo que se apunta es la ruptura de la tendencia que marcaba cuanto pesaban en las decisiones de un gobierno los principales grupos empresarios del país hasta el 2003, y cuanto pesan ahora.
Por eso -porque perdieron influencia o capacidad de lobby en la "cocina" del gobierno- debieron ejercer su poder (que es amplio y fuerte) de un modo extra institucional; por mecanismos que van desde la rusticidad de los piquetes agrogarcas y desabastecedores del 2008, hasta la remarcación de precios, la fuga de capitales o las maniobras con el dólar.
En otros tiempos no tan lejanos y por mucho menos que eso, cualquier otro gobierno hubiera saltado por los aires eyectado por algún golpe económico. El kirchnerismo en cambio -a fuerza de convicción política y respaldos macroeconómicos- supo construir espaldas de gobernabilidad para que eso no ocurriera.
Por supuesto que hoy las circunstancias son otras, tanto en lo político como en lo económico, o al menos así se perciben: desde la merma en las reservas del BCRA hasta la disminución de votos del FPV comparados con los de las presidenciales del 2011, los muchachos (a los que las sutilezas de las situaciones complejas suelen escapárseles) huelen sangre; e intentarán aprovechar la oportunidad.
Sus movimientos para recuperar influencia (poder tuvieron siempre) se verán tanto más acelerados, cuando adviertan que el gobierno todavía conserva la capacidad de mover fichas en su propio tablero, para joderles algún negocio: lo que está pasando con Fintech, David Martínez, Telecom y el plan de adecuación de Clarín; sin ir más lejos.
Y hablando de Clarín: podrán advertir que en la convocatoria figuran popes empresariales que hasta ayer nomás eran habitués de los actos en la Rosada (como Weiss, Brito o De La Vega), juntos con otros embarcados hace tiempo en un antikirchnerismo más explícito (como Méndez o Etchevehere); y con el segundón Jaime Campos, el fantasmal presidente de la AEA.
Lo cual marca que en éste caso los pesos pesados que fichan allí (Rocca, Pagani, Cotto, Magnetto, Pescarmona, Rattazzi) prefieren guardarse en un discreto segundo plano; hasta que la cosa madure un poco.
Todos (los presentes y los ausentes) intuyen que tras diez años de fuertes liderazgos presidenciales, sustentados en amplias mayorías electorales y la convicción de usar el poder del Estado para marcar la cancha, viene un tiempo de fragmentación política (que preexistía, pero que el horizonte del final del mandato de Cristina pone más en evidencia); y por ende de necesidad de "diálogo" para alcanzar "consensos": traducido, una oportunidad inmejorable para retomar sus niveles habituales de lobby, a favor de sus intereses.
Lo que supone un toque de alerta para el gobierno, que deberá transitar en éste contexto los dos años finales del mandato de Cristina, con las dificultades propias de la gestión, y de las precariedades de su dispositivo político; pero también para la oposición.
Donde muchos se peinan para la foto del casamiento (ver por ejemplo acá, acá y acá), mientras estos están en la puerta reclamándole pagar la fiesta; antes de que haya empezado.
Que los principales grupos empresarios del país han ganado plata -y mucha- en estos últimos diez años, es algo que casi nadie se atreve a discutir; aun cuando los principales beneficiarios de ese hecho, intenten bajarle el precio, lo minimicen o lo atribuyan a su denodado esfuerzo, que venció las mil y una trabas que el kirchnerismo le puso "al clima de negocios".
Lo cual no implica que no hayan visto afectados sus intereses, de un modo u otro, por decisiones del gobierno: desde los bancos que perdieron con la reestructuración de la deuda, la liquidación de las AFJP y la negativa a volver a endeudarse en los mercados financieros, hasta el Grupo Clarín lesionado por el "Fútbol Para Todos" y amenazado por la ley de medios, pasando por "el campo" con las retenciones (aun las fijas) o las trabas a las exportaciones; y la mayoría de los que exportan algo con la pertinaz obstinación del gobierno por ser él el que fije el tipo de cambio, todos cedieron "algo" en este tiempo; y está muy claro que no les gustó.
Pero lo que ciertamente más les disgusta es haber perdido influencia hacia el interior del sistema de toma de decisiones del gobierno; tanto con Néstor, como con Cristina.
Lo que no implica que ambos gobiernos no hayan tomado medidas que los beneficien, que es otra cuestión: lo que se apunta es la ruptura de la tendencia que marcaba cuanto pesaban en las decisiones de un gobierno los principales grupos empresarios del país hasta el 2003, y cuanto pesan ahora.
Por eso -porque perdieron influencia o capacidad de lobby en la "cocina" del gobierno- debieron ejercer su poder (que es amplio y fuerte) de un modo extra institucional; por mecanismos que van desde la rusticidad de los piquetes agrogarcas y desabastecedores del 2008, hasta la remarcación de precios, la fuga de capitales o las maniobras con el dólar.
En otros tiempos no tan lejanos y por mucho menos que eso, cualquier otro gobierno hubiera saltado por los aires eyectado por algún golpe económico. El kirchnerismo en cambio -a fuerza de convicción política y respaldos macroeconómicos- supo construir espaldas de gobernabilidad para que eso no ocurriera.
Por supuesto que hoy las circunstancias son otras, tanto en lo político como en lo económico, o al menos así se perciben: desde la merma en las reservas del BCRA hasta la disminución de votos del FPV comparados con los de las presidenciales del 2011, los muchachos (a los que las sutilezas de las situaciones complejas suelen escapárseles) huelen sangre; e intentarán aprovechar la oportunidad.
Sus movimientos para recuperar influencia (poder tuvieron siempre) se verán tanto más acelerados, cuando adviertan que el gobierno todavía conserva la capacidad de mover fichas en su propio tablero, para joderles algún negocio: lo que está pasando con Fintech, David Martínez, Telecom y el plan de adecuación de Clarín; sin ir más lejos.
Y hablando de Clarín: podrán advertir que en la convocatoria figuran popes empresariales que hasta ayer nomás eran habitués de los actos en la Rosada (como Weiss, Brito o De La Vega), juntos con otros embarcados hace tiempo en un antikirchnerismo más explícito (como Méndez o Etchevehere); y con el segundón Jaime Campos, el fantasmal presidente de la AEA.
Lo cual marca que en éste caso los pesos pesados que fichan allí (Rocca, Pagani, Cotto, Magnetto, Pescarmona, Rattazzi) prefieren guardarse en un discreto segundo plano; hasta que la cosa madure un poco.
Todos (los presentes y los ausentes) intuyen que tras diez años de fuertes liderazgos presidenciales, sustentados en amplias mayorías electorales y la convicción de usar el poder del Estado para marcar la cancha, viene un tiempo de fragmentación política (que preexistía, pero que el horizonte del final del mandato de Cristina pone más en evidencia); y por ende de necesidad de "diálogo" para alcanzar "consensos": traducido, una oportunidad inmejorable para retomar sus niveles habituales de lobby, a favor de sus intereses.
Lo que supone un toque de alerta para el gobierno, que deberá transitar en éste contexto los dos años finales del mandato de Cristina, con las dificultades propias de la gestión, y de las precariedades de su dispositivo político; pero también para la oposición.
Donde muchos se peinan para la foto del casamiento (ver por ejemplo acá, acá y acá), mientras estos están en la puerta reclamándole pagar la fiesta; antes de que haya empezado.
Fíjese cómo andarán de mal los empresarios que los del grupo de los 7 no tienen plata para pagarse un fotógrafo. En la foto salieron 6 y el otro la tuvo que ir a sacar.
ResponderEliminarAsì es Marcelo.Ya llegaràn tiempos de crecimiento econòmico, y éstos empresarios quebrados, podràn pagar un fotògrafo.
ResponderEliminarY un cirujano plàstico, porque la cara se les puso dura como piedra.
Si quieren decidir ellos, que se presenten como candidatos.
El Colo.