Aunque pasó prácticamente desapercibido en medio de los anuncios del gobierno para combatir el empleo en negro, y la discusión por el proyecto de ley llamado "anti piquete", esta semana se publicó en el Boletín Oficial el Decreto 467 (ver acá texto completo); por el cual Cristina reglamentó la Ley 26.844, que estableció el régimen laboral para el personal de casas de familia.
Un justo reconocimiento a uno de los colectivos laborales más olvidados de nuestra sociedad, y otro caso más de ampliación de derechos durante estos últimos años; que en su momento analizamos acá.
De acuerdo con el decreto -que complementa a la ley, fijando el nuevo marco de derechos del sector- quienes empleen a alguien en su hogar para colaborar con las tareas del hogar deberán contratar obligatoriamente una ART para darles cobertura en caso de accidentes de trabajo o enfermedades profesionales; y habilitarles sin costo una cuenta sueldo en una institución bancaria, en la que depositarle el salario, como cualquier trabajador.
Veíamos días pasados -al analizar el proyecto enviado al Congreso contra el empleo en negro- que el personal de las casas de familia quedaba excluido de la rebaja de aportes patronales; precisamente porque la Ley 26.844 ya tiene su propio régimen de contribuciones a la seguridad social, que ha permitido registrar (en el año que lleva en vigencia) a más de 400.000 trabajadores y trabajadores que estaban en negro, en una de las actividades en las que la informalidad es mayor.
Sin embargo no todas son rosas ni aplausos: bien se dice que cada vez que se conquista un derecho, se avanza sobre un privilegio.
Y si no veamos acá en la tribuna de doctrina como nada menos que un profesor titular de la UCA (¿lo habrá conversado con Francisco?) cuestiona que la ley sancionada por el Congreso y el decreto reglamentario aprobado por Cristina "aumentan los costos para el empleador" y "dificultan la registración" (o sea, una excusa para mantener en negro a las empleadas).
Avanzar en el reconocimiento de derechos para los excluidos siempre cuesta, cambiar algunas mentalidades, mucho más.
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