jueves, 15 de mayo de 2014

EL PLIEGO DE ESCRIBANO Y LA LECCIÓN DE NÉSTOR


Se cumplen hoy 11 años de aquélla tristemente célebre columna de Escribano a la que corresponde la imagen de apertura (completa acá), en la que pronosticaba que el gobierno de Néstor Kirchner duraría un año. 

Columna en la que además deslizaba (a modo de velada amenaza) un ultimátum para el nuevo gobierno, con condiciones que debía inexorablemente cumplir: Horacio Verbistky denunciaba entonces los entretelones de la maniobra.

La historia que vino después es conocida: Kirchner tomó nota del planteo de Escribano (que en el fondo no era más que un vocero de las demandas del estalishment local, con nexos con la embajada), acaso rumió para sus adentros aquéllo que diría en su primer discurso de no dejar las convicciones en la puerta de la Rosada; y decidió salir del laberinto de la crisis como decía Marechal: por arriba.

Imaginemos la perplejidad de Escribano -y de los que por su intermedio le hicieron llegar a Kirchner el pliego de demandas- cuando las primeras medidas que tomó el nuevo presidente fueron dejando en claro que, si bien coincidía con él en que el principal problema del país era la gobernabilidad, en el modo de resolverlo diferían -afortunadamente- de un modo sustancial.

La renovación de la Corte, el impulso a los juicios, la remoción de las cúpulas militares, el replanteo de la relación con el FMI, la intervención en la prolongada huelga docente de Entre Ríos, la tolerancia con la protesta social, el relanzamiento de las relaciones con América Latina: casi parecía una prolija y estudiada respuesta al pliego de Escribano, pero por la contraria.

Como supimos después, Escribano pifió feo en su pronóstico, por más de diez años.

Que terminarán siendo más de doce cuando Cristina culmine su mandato, y quien sabe si no se estiran por otros cuatro años más, después de las elecciones del año que viene. 

Años en los que además no faltaron los émulos de Escribano, que pronosticaron infinidad de veces el fin del kirchnerismo.

Pero el episodio deja una lección, para todos, incluso los opositores: como se puede garantizar durante más de 10 años la gobernabilidad de un país, mientras se impulsan transformaciones.

Más aun: como esas mismas transformaciones contribuyen a consolidar la gobernabilidad, de un modo sustancialmente distinto al que se había seguido hasta entonces: ni mas ni menos que intentando preservar el espacio de autonomía de la política; frente a las lógicas corporativas.

Un activo democrático ganado por el kirchnerismo y disponible para todos, y una lección cuyo aprendizaje resulta particularmente útil en estos tiempos; en el que aparecen otros Escribanos, con las mismas demandas de siempre.

Como veíamos acá hace poco a propósito del documento del Foro de Convergencia Empresarial, Escribanos que pretenden poco menos que pedirte que les dejes la llave del Estado, y limpiés todo antes de irte, como la UIA con su pliego de reclamos del que da cuenta esta nota de Clarín de hoy. 

Lamentablemente el flaco ya no está, pero por suerte nos dejó a Cristina, que es su mejor discípula; y que con los anuncios de ayer (y sobre todo, con lo que dijo cuando los hizo) dejó en claro que fue la primera en aprender la lección, y ponerla en práctica.

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