Leemos en El Cronista que Respol vendió el 12,4 % que le quedaba de las acciones de YPF, en un monto que oscila en los 1300 millones de dólares.
La decisión se conoce el día después de que había anunciado que no renovaba la designación de sus dos representantes en el directorio, y antes de que empiece a recibir del Estado argentino los bonos que corresponden al pago por la expropiación del 51 % del paquete accionario.
Si se extrapolan esos 1300 millones de dólares que Repsol obtendría por el 12,4 %, el valor de cotización de la empresa de hoy sería de unos 10.478 millones de dólares; y el 51 % de ese valor (o sea lo que detenta como paquete accionario el Estado argentino, tras la expropiación) serían unos 5344 millones de dólares.
Lo que supone que, si les pagamos por esas acciones 5000 millones de dólares, con bonos que vencen de acá al 2033, tan mal negocio no hicimos; aunque haya genios como Prat Gay que opinen lo contrario, y consideren que Brufau debería ser premiado por sus accionistas por su brillante capacidad de negociación.
Menos cuando la decisión de Repsol sobre sus acciones remanentes revela claramente que el grupo estaba urgido de hacerse con plata, y sin embargo aceptó cobrar con bonos; que si bien es cierto tratará de monetizar de inmediato en el mercado, deberá hacerlo con cuidado para no derrumbar su precio, y terminar perdiendo.
Vista desde la óptica de los intereses nacionales, la decisión de Repsol de irse de YPF definitivamente no puede sino ser considerada positiva: su comportamiento rapaz se tradujo en cada vez menores inversiones, caída constante de la producción, y salida constante de divisas del país vía remisión desmesurada de utilidades.
Una lógica que nadie podría esperar que no se repitiese con otros grupos empresarios en las mismas condiciones (por ejemplo los fondos de inversión que serían los compradores del 12,4 % del cual ahora se desprende Repsol, cuyos nombres aun no se conocen), razón por la cual el hecho de que ahora sea el Estado quien controle la mayoría del capital accionario (y por ende las decisiones de la compañía sobre inversiones, expansión de actividades o distribución de dividendos) es crucial; y demuestra que la expropiación fue una decisión estratégica.
Y correcta incluso en términos puramente empresariales (además de su aporte a los objetivos del desarrollo nacional), como lo demuestran los números de la gestión que viene comandando Galuccio desde el 2012 (ver acá) .
Si Prat Gay hubiera ligado una buena comision,estaria de acuerdo,o tenes alguna duda??
ResponderEliminarNi Galuccio, ni ningún otro funcionario denunciado o sospechado de cobrar comisión alguna. Y por la compra del 51% de las acciones, se negociaron valores superiores a los 5.000 millones de dólares.
ResponderEliminar¿Estará preparando Lanata algún programa sobre el tema?
El Colo.
Se sabe a quién le vendieron las acciones??
ResponderEliminarA Pino Solanas.
ResponderEliminarQue se vayan!! que se vayan y se lleven todos esos millones de dólares mugrientos!!
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