viernes, 20 de junio de 2014

¿CASUALIDADES PERMANENTES O UN MODUS OPERANDI?


Leemos en Rosario 12: "El ex jefe de la policía de Santa Fe, Osvaldo Daniel Toledo, y el ex jefe antinárcoticos del sur santafesino, Gustavo Spoletti, serán citados a declarar ante la justicia provincial por sendas causas de enriquecimiento ilícito. El requerimiento de instrucción fue pedido por fiscales del viejo sistema, pero no hay certezas sobre quiénes los juzgará. Un juez de instrucción ya habría adelantado su rechazo para instruir estas dos últimas, mientras las causas contra otros dos policías, Daniel Cáceres y Osvaldo Bejarán, ya están iniciadas en el nuevo sistema penal. 
El de Toledo es uno de los doce casos que el fiscal de Cámaras Guillermo Camporini pidió hace dos meses que se profundizara a la Secretaría de Control del Ministerio de Seguridad. La causa sería enviada al Juzgado de Instrucción 4ª de Juan Carlos Vienna, quien habría adelantado su rechazo a la instrucción de estas causas en el viejo sistema.
Toledo fue dos años jefe de la Policía provincial, en coincidencia con la gestión del ministro de Seguridad Alvaro Gaviola: asumió en diciembre de 2009 en reemplazo de Juan Hek, quien a su vez había sucedido en agosto de 2008 a Daniel Cáceres -quien llegó al máximo cargo en el final de la gestión de Jorge Obeid-. Toledo estuvo en la jefatura provincial hasta que fue reemplazado por Hugo Tognoli, en diciembre de 2011, quien fue el jefe antinarcóticos provincial durante la administración de Hermes Binner." (las negritas son nuestras)

Con éste caso se suma así otro alto jefe policial santafesino investigado por enriquecimiento ilícito, tras haber pasado por el área que en teoría combate al narcotráfico, y que accedió a las más altas responsabilidades de la fuerza por decisiones políticas de los gobiernos socialistas:  hace poco te contábamos acá el caso del primer jefe de policía que tuvo Binner (Cáceres); y tal como dice el artículo, Toledo fue el último. Luego vino (ya en tiempos de Bonfatti) Tognoli, jefe de Drogas Peligrosas con Binner, cuya historia por supuesto es más conocida.

En el post anterior hablábamos del sistema pergeñado por ambos gobiernos socialistas para resolver los ascensos en la policía, y de resultas del cual Cáceres fue sostenido como jefe de policía provincial; y luego llegaron al cargo Tognoli, su sucesor Christian Sola y antes que ellos, Toledo; todos (todos) investigados hoy por la justicia, sea por enriquecimiento ilícito, sea por connivencia y complicidad con el narcotráfico, o por ambas cosas a la vez.

Precisamente el caso de Toledo tiene notorias similitudes con el de Sola (sucesor de Tognoli en la jefatura de la fuerza) en cuanto a las condiciones en que llegó a la máxima responsabilidad de la policía provincial: por el decreto que ven abajo (completo acá) se lo ascendió a dedo, y simultáneamente se lo designó jefe (ver los fundamentos):

Otro caso más que desmiente de plano las mentiras de Binner cuando (justificando el nombramiento de Tognoli) quiere hacernos creer que se trata de designaciones rutinarias y burocráticas, en las que se coloca al frente de la policía a gente a la que "le corresponde el ascenso porque tiene una foja de servicios intachables": son decisiones políticas, eligiendo a quien se quiere poner; incluso saltando por encima de cualquier obstáculo, con tal de imponerlo. Claro que después hay que hacerse cargo.

La nota de Maggi en Rosario 12 da cuenta de la morosidad en las investigaciones de los casos de los ex jefes policiales sospechados de enriquecimiento ilícito, por disputas entre los juzgados sobre a que sistema (el viejo o el nuevo de enjuiciamiento) le corresponde intervenir; y nos dice que el juez que se quiere sacar de encima éste caso (que al igual que los de Cáceres y otros tantos, están bordeando la impunidad definitiva, por prescripción de las causas) es nada menos que el archifamoso Vienna, el de la causa de la banda de "Los Monos". 

Del cual nosotros nos ocupamos hace un tiempo en éste post, ilustrando su meteórica carrera en la justicia provincial, de la mano del socialismo.

Policías sospechados de delitos, que provienen del área provincial antinarcóticos, que ascienden en la fuerza merced a vínculos con el poder político, cuyas causas en la justicia duermen por años mientras siguen tributando a ese poder político; con jueces estrella que manejan causas "para la tribuna", en base a información y pesquisas que les aportan esos mismos policías.

Y gobiernos que creen que pactando con esa policía y con esos jefes, (dejándoles operar una policía "atendida por sus propios dueños"),canjeando ascensos a cambio de alguna que otra opereta política por aquí, o algún secuestro de drogas (sin atrapar nunca a ningún narco ni por casualidad) para exhibir en los medios por allá, tendrán paz y tranquilidad en el frente de la seguridad: la "administración del delito", como suele decir Marcelo Saín.

Además del fracaso ostensible de esa política (en Santa Fe y en todos los lugares en los que se la ha ensayado), los reiterados casos de jefes policiales que deben terminar rindiendo cuentas en la justicia luego de haber ocupado altas funciones por decisiones del poder político, pero por hechos sabidos con anteriordad, más que de ciertas "casualidades permanentes", están hablando de un auténtico modus operandi para gestionar la seguridad. 

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