Sobre el trasfondo del conflicto con los buitres, leemos en las tribuna de doctrina: "A Argentina le quedan pocos amigos en el mundo financiero, pero eso no ha minado el interés de Wall Street por atraer de nuevo a ese país al mercado de bonos.
Un grupo de grandes bancos ofreció colocaciones de bonos que habrían allanado el camino para llegar a un acuerdo con los llamados acreedores "holdouts" liderados por Elliott Management Corp. El plan no obtuvo la aprobación de los funcionarios argentinos, y no está claro cuán seriamente lo consideraron, dada la amplia brecha que divide las posiciones del gobierno austral y los fondos y la limitada popularidad de las firmas financieras globales en Argentina.
Aun así, el esfuerzo podría resultar en un éxito para Wall Street. Muchos analistas dicen que las firmas estaban buscando ante todo atraer nuevos negocios en momentos en que necesitaban buenas noticias. "Muchos bancos están ofreciendo activamente negocios a Argentina", dice Tony Volpon, director de investigación de mercados emergentes en Nomura Securities. "Argentina fue el mejor cliente de Wall Street por 10 años y mucha gente cree que eso se puede repetir".
Los esfuerzos del sector financiero subrayan las comisiones lucrativas que los bancos podrían ganar en momentos en que sus ingresos están bajo presión debido a un crecimiento económico débil, reglas más estrictas y un mayor escrutinio regulatorio. Argentina emitió bonos por US$ 56.000 millones entre 1995 y 2001, lo que generó un estimado de US$ 720 millones para los bancos que administraron la venta, según Dealogic.
Argentina enfrenta posibles reclamos por US$14.500 millones de acreedores como Elliott. Es poco probable que se haga un pago completo, dijeron analistas, pero el país podría necesitar en algún punto recaudar miles de millones de dólares en bonos para pagar a los holdouts.
En los últimos años, los fondos de cobertura de EE.UU. se han abalanzado a la deuda de Argentina, en una apuesta a que la economía prosperará y que los precios de los bonos subirán cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sea reemplazada en las elecciones de 2015." (las negritas son nuestras)
Y pensar que acá algunos subestiman la lectura política que se hace desde el kirchnerismo, cuando se dice que el conflicto con los fondos buitres es mucho más que el cobro de una deuda: hay detrás un entramado de negocios que excede en mucho a la Argentina; porque para el mundo global de las finanzas la deuda de los países emergentes es un enorme negocio, en más de un sentido. Basta repasar nuestra historia (reciente y no tanto) para comprobarlo.
Como también se subestima la opinión de Cristina cuando dice que en el fondo lo que esos mismo intereses están haciendo con la Argentina es escarmentarla por el "mal ejemplo" de haber reestructurado su deuda en los canjes, con una quita promedio del 65 % del capital, reducción de los intereses y diferimiento de los pagos.
Reestructuración que, además de sentar un precedente que no desean que se replique (de allí que presionen a los gobiernos de los países centrales para que -por caso- no se sancione un mecanismo internacional de quiebras soberanas), dejó al país sin acceso a los mercados internacionales de crédito por más de una década, y a ellos sin las jugosas comisiones que cobran por colocar deuda; como da cuenta el artículo.
Estos sincericidios que denotan que es lo que verdaderamente está en juego en el litigio con los buitres (además de las consecuencias económicas y sociales de la eventual caída de los canjes del 2005 y 2010) sirven también para calibrar la poca seriedad de las propuestas de muchos dirigentes opositores que -hasta un minuto antes del fallo de la Corte de EEUU negándose a tomar el caso argentino- reclamaban una pronta vuelta a los mercados internacionales; para tomar deuda, aun con la excusa de destinarla a financiar obras de infraestructura.
Y también explican las preferencias que -en forma cada vez más abierta- exponen esos mismos núcleos del poder financiero mundial (incluyendo por supuesto a los propios fondos buitres) por determinados candidatos argentinos de cara a las elecciones del año que viene: frente a cierto cualunquismo lanatiano que prolifera por acá, ellos son los primeros que tienen claro que no son "todos lo mismo".
Y pensar que acá algunos subestiman la lectura política que se hace desde el kirchnerismo, cuando se dice que el conflicto con los fondos buitres es mucho más que el cobro de una deuda: hay detrás un entramado de negocios que excede en mucho a la Argentina; porque para el mundo global de las finanzas la deuda de los países emergentes es un enorme negocio, en más de un sentido. Basta repasar nuestra historia (reciente y no tanto) para comprobarlo.
Como también se subestima la opinión de Cristina cuando dice que en el fondo lo que esos mismo intereses están haciendo con la Argentina es escarmentarla por el "mal ejemplo" de haber reestructurado su deuda en los canjes, con una quita promedio del 65 % del capital, reducción de los intereses y diferimiento de los pagos.
Reestructuración que, además de sentar un precedente que no desean que se replique (de allí que presionen a los gobiernos de los países centrales para que -por caso- no se sancione un mecanismo internacional de quiebras soberanas), dejó al país sin acceso a los mercados internacionales de crédito por más de una década, y a ellos sin las jugosas comisiones que cobran por colocar deuda; como da cuenta el artículo.
Estos sincericidios que denotan que es lo que verdaderamente está en juego en el litigio con los buitres (además de las consecuencias económicas y sociales de la eventual caída de los canjes del 2005 y 2010) sirven también para calibrar la poca seriedad de las propuestas de muchos dirigentes opositores que -hasta un minuto antes del fallo de la Corte de EEUU negándose a tomar el caso argentino- reclamaban una pronta vuelta a los mercados internacionales; para tomar deuda, aun con la excusa de destinarla a financiar obras de infraestructura.
Y también explican las preferencias que -en forma cada vez más abierta- exponen esos mismos núcleos del poder financiero mundial (incluyendo por supuesto a los propios fondos buitres) por determinados candidatos argentinos de cara a las elecciones del año que viene: frente a cierto cualunquismo lanatiano que prolifera por acá, ellos son los primeros que tienen claro que no son "todos lo mismo".
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