La lógica del debate político en la Argentina parece -desde hace mucho tiempo- irremediablemente atrapada por la dicotomía kirchnerismo-antikirchnerismo, de modo tal que atraviesa toda discusión sobre cualquier tema que se presente; sin importar agendas o posturas previas.
Se hable de lo que se hable (inflación, deuda, fondos buitres, ley de desabastecimiento, seguridad) bastará que el gobierno impulse o proponga algo, para que la oposición se oponga, aunque lo viniera proponiendo hasta el día anterior.
La realidad política argentina sigue siendo "kirchnerismocéntrica" o más precisamente "Cristinocéntrica": todos se ordenan a partir de lo que hagan o dejen de hacer la presidenta y su gobierno.
Lo que visto de otro lado, pone de manifiesto que lo del famoso "fin de ciclo" no sería tan así como lo pintan; o que en todo caso no está tan claro a futuro cual será el elemento ordenador del debate político; en el marco de una fragmentación del sistema que la crisis del 2001 puso en evidencia, y el kirchnerismo vino disimulando un poco al recuperar ciertos márgenes de autonomía para la política y el Estado.
Y lo que se verifica por el lado de los discursos, vale para los alineamientos con factores de poder o grupos de presión, ajenos en sí al sistema político partidario: fondos buitres, sindicatos, medios hegemónicos, grupos empresarios o entidades patronales serán apoyados por la oposición en sus demandas; aun cuando éstas sean en muchos casos incompatibles entre sí.
Todos sus planteos -por inverosímiles o crudamente corporativos que sean- merecerán el respaldo del variopinto arco opositor al kirchnerismo; a condición de que sean útiles para desgastar o esmerilar al gobierno; estrategia compartida por el macrismo, el Frente Renovador (tal como lo hiciera antes su antecesor, el "peronismo disidente") o el pan-radicalismo del FAUNEN.
Subyace en esa estrategia (por llamarla de algún modo) por un lado la idea de gobernabilidad preexistente al kirchnerismo; consistente en quemar incienso a los ídolos corporativos con la idea de ganarse su benevolencia, para que no se lleven puesto al gobierno como ocurrió con Alfonsín o De La Rúa; y por el otro, la creencia en la propia capacidad de "controlarlos", llegado el caso de cambiar de roles para dejar de ser oposición, y pasar a ser gobierno.
O peor aun: el enorme equívoco de suponer que, cambiado el gobierno y salido de escena el maléfico kirchnerismo -que vino a alterar la pax romana de nuestra prolongada transición democrática-, cada uno de esos factores dejará mágicamente de ser lo que es, y cambiará su naturaleza como por arte de magia.
Al contrario de lo que sugiere la fábula de la rana y el escorpión, existe en la oposición una suerte de confianza ciega en que los fondos buitres serán -en un eventual futuro post kirchnerista- más amables y no hostigarán al país con juicios y embargos; o que los medios hegemónicos que hoy les ceden generosamente espacios, no intentarán condicionarles la agenda, marcarles la cancha, o lisa y llanamente, operarlos en forma extorsiva.
Suponen implícitamente que Moyano y el sindicalismo hoy opositor al gobierno se volverán razonables y educados, y dejarán de amenazar a cada rato con paralizar el país en demanda de sus reclamos cuáles fueran estos; o que los empresarios aceptarán ser regulados por el Estado, avenirse a pagar impuestos (incluso algunos nuevos que se creen) y blanquear empleados; y dejar de fugar capitales en cuanto puedan.
Que los sojeros dejarán de encanutar la mitad de la cosecha (aun con baja de los precios internacionales) especulando con otra devaluación, y las automotrices harán aparecer los autos como por arte de magia; y sin exigir ninguna contraprestación.
Que los sojeros dejarán de encanutar la mitad de la cosecha (aun con baja de los precios internacionales) especulando con otra devaluación, y las automotrices harán aparecer los autos como por arte de magia; y sin exigir ninguna contraprestación.
O por lo menos actúan hoy de un modo que hace pensar que suponen que mañana ninguno de todos ellos seguirá por la suya, haciendo lo mismo de siempre; sin importarle un pomo que haya otro gobierno y otro presidente; o que si lo hacen, ellos podrán controlarlos y ponerlos en vereda.
Parecen creer que cualquiera de todos ellos (sindicalistas, empresarios, medios, buitres, etc) recordarán los favores pasados y les dejarán abierta una puertita para gobernar, y colar uno que otro tema en la agenda; o tomar una que otra decisión puntual sin consultarlos, o sin atender sus intereses.
Parecen creer que cualquiera de todos ellos (sindicalistas, empresarios, medios, buitres, etc) recordarán los favores pasados y les dejarán abierta una puertita para gobernar, y colar uno que otro tema en la agenda; o tomar una que otra decisión puntual sin consultarlos, o sin atender sus intereses.
Cuando termine este gobierno, y sea de quien sea el que venga, los fondos buitres, la Mesa de Enlace, los empresarios de la UIA y la AEA, el sindicalismo de Moyano, Barrionuevo y sus troscoaliados, los medios hegemónicos seguirán siendo los mismos y actuando igual, bajo la misma lógica y con los mismos métodos.
Lo único que habrá cambiado con certeza es que ya no estará Cristina, que se los viene bancando todos estos años.
Habrá que ver entonces si estos aprendices de hechiceros (como Mickey en la famosa película de Dismey) pueden conjurar entonces las fuerzas que hoy desatan.
A menos que detrás de todo esto sigan vigente los postulados del famoso teorema de Baglini, y en realidad actúen como actúan porque tienen la íntima certeza de que jamás de los jamases llegarán a ser gobierno.
Lo único que habrá cambiado con certeza es que ya no estará Cristina, que se los viene bancando todos estos años.
Habrá que ver entonces si estos aprendices de hechiceros (como Mickey en la famosa película de Dismey) pueden conjurar entonces las fuerzas que hoy desatan.
A menos que detrás de todo esto sigan vigente los postulados del famoso teorema de Baglini, y en realidad actúen como actúan porque tienen la íntima certeza de que jamás de los jamases llegarán a ser gobierno.
A la lógica de la oposición hay que también analizarla desde la lógica de cada uno de sus actores, tipos económicamente hechos (en el mejor de los casos por derecha en virtud de su permanente oficio público de políticos con cargo o por izquierda -lo que no cabe ninguna duda para sindicalistas, y estamos viendo, para muchos de los empresarios) con la lógica de la especulación devaluacionista (ahorradores en dólares de toda su ganacia y activos rurales una vez que alcanzaron el piso suficiente para esa inversión. Por lo demás no se plantean seriamente ser alternativa de poder (lo de la historieta es bien así). les basta con ser convidados menores del derrame de los garcas que hacen la gorda con la disparada del verde. Así no hay modo. Estos tipos no se quedaron en la transición democrática, son predemocráticos. Para ellos el diálogo, en tanto construcción, es una farsa porque lo que ellos balbucean les es falso por ajeno. Comparten ideológicamente el discurso de los que han hechos sus amos. Difícil para Argentina trabajar por una salida de la crisis con tipos de tan baja estatura política y patriótica.
ResponderEliminarMe encantaría verlo de todos modos para ver si se cumplen estas profecías apocalípticas post 2015, o no.
ResponderEliminarEl problema es que satisfacer algunos deseos cuesta caro, y no siempre los terminan pagando los que los deseaban; aunque no están exentos. Ejemplos de cucuruchos electorales en la frente sobran, sobre todo en la clase media.
ResponderEliminarEste del tractorcito es un narco traficante que la va de productor agrario. ¡¡Es productor de adictos esa basura!!
ResponderEliminarDisiento con el anónimo de las 14:23.
ResponderEliminarEl tractor en un intelectual notable.