AUTOMÓVILES, COCHERAS Y PUERTO

El Concejo Municipal de la Ciudad de Santa Fe, sancionó una ordenanza que declara al día 22 de septiembre de cada año como un día sin uso de automóviles. La ordenanza “Un día sin mi auto”, tiene el propósito de fomentar la utilización del transporte público de pasajeros o de formas alternativas de circulación amigables con el medioambiente.

Habría que avisarle al Intendente Corral entonces. Este estadista, que es el promotor de las cocheras subterráneas de Parque Alberdi, en pleno microcentro de la Ciudad de Santa Fe, tiene además la intención de construir cocheras a través de empresarios amigos, también en la Plaza San Martin.

Contra un concepto indiscutible del urbanismo actual en todo el mundo, que plantea la necesidad de evitar el uso de automóviles en los sectores céntricos de las ciudades, fomentando la utilización del transporte público, fundado en cuestiones de ordenamiento, planificación y agilidad de tránsito, como así también en cuestiones relativas a contaminación ambiental y ahorro de energía, el estadista Corral construye cocheras en pleno microcentro. Y va por más.

Posiblemente liviano de asesores (aunque en cantidad no le falten), nadie le ha comentado a éste estadista, que en una ciudad que con su sector metropolitano alcanza los 500.000 habitantes, y con un parque automotor que ha crecido exponencialmente en los últimos años, introducir más vehículos a la zona céntrica, agravará aún más las enormes dificultades de tránsito ya existentes en una Ciudad con una traza que contiene un alto porcentaje de calles muy estrechas.

¿O las cocheras subterráneas serán solo para uso mensual y no rotativo? Porque no es eso lo que propone la publicidad de quienes han sido beneficiados con la comercialización del proyecto, que ofrece tasas de rentabilidad en base al uso/hora de la unidades de estacionamiento que se construyen.

Entonces. a mayor circulación de vehículos en el microcentro, mayor uso/hora de las unidades, mayor rentabilidad. Exactamente lo que plantean desde hace décadas los urbanistas: inundar de automóviles los núcleos de los centros urbanos.

Todo esto más allá que una parte de los terrenos donde se construyen las cocheras del Parque Alberdi no son dominio de la Municipalidad. Pero eso es un detalle insignificante, que solamente deja en una nebulosa legal el carácter en que se adjudicarían las unidades y la legitimación para recibir los pagos que hacen los inversionistas. Detalles que un estadista liviano de asesores pasa por alto, en tanto progresistamente se pueda continuar haciendo negocios privados con los bienes públicos.

Como ocurrió también en el Ente Administrador del Puerto de Santa Fe, en donde la participación del Municipio santafesino fue protagónica, por ejemplo proponiendo y logrando el nombramiento de su Presidente, el Sr. Voroviof, hoy procesado por peculado y negociaciones incompatibles con su carácter de funcionario público. Pero son detalles.

Esperanzado el estadista -y los demás socios del puerto- en que la causa penal se agote con la sola inmolación del antes candidato municipal para el manejo del puerto, piensan entonces en nuevos negocios, ante las complicaciones que se presentan ahora en el Ente. Quizás la causa penal no se agote en el ex socio y hoy abandonado Marcelo Vorobiof. Quizás.

Porque como el imputado ya declarara públicamente, todo su accionar estuvo siempre en pleno conocimiento de las autoridades provinciales y municipales, quienes nunca le objetaron nada, por el contrario, según Vorobiof siempre fue incentivado por la autoridades provinciales y municipales a continuar en la senda de los negocios que se realizaban, recibiendo incluso reiterados reconocimientos por su gestión. Por eso, quizás la causa penal no se agote en el ex socio y hoy abandonado Marcelo Vorobiof.

Por las dudas, mientras tanto, habrá que apurarse y recaudar vendiendo ya todas las cocheras que se pueda, por si la causa penal del puerto se complicara, y hubiera que asumir costosas defensas penales. Como la de Vorobiof. Aunque para su defensa, el ex titular del Ente recibe –como en la canción de los Beatles- una pequeña ayuda de sus amigos.