viernes, 19 de septiembre de 2014

NI TANTO, NI TAN POCO


La tapa de Clarín de hoy da cuenta de una serie de tuiteos de Cristina ayer por la tarde (la saga completa acá en Infobae) denunciando otra escalada de la ofensiva buitre; en este caso vía la advertencia de American Airlines a sus clientes limitando la venta de pasajes por las supuestas restricciones para comprar dólares para el turismo, vinculándolo además a las declaraciones del encargado de negocios de la embajada de EEUU sobre el default, y a las del ex Secretario de Comercio de Bush; describiendo en detalle los pasos de la estrategia buitre para acorralar al gobierno.  

Las denuncias van en línea con otros casos anteriores, como el de la gráfica Donnelley (en lo específicamente vinculado a los fondos buitres), y con otros señalamientos presidenciales de conductas como mínimo sospechosa de determinados actores económicos, tal el caso de las terminales automotrices y concesionarias que saboteaban el Procreauto; o el de los sojeros que encanutan la mitad de la cosecha para provocar la sequía de divisas, especulando con una devaluación.

Por regla general no somos afectos a las teorías conspirativas, en tanto se las pretenda el único argumento para explicar la realidad, o se las utilice como sustituto de la acción política o de gobierno; que aun cuando tales conspiraciones existieran, hay que desplegarla en paralelo con ellas, y computándolas como un factor a tener en cuenta para medir el terreno que se pisa, las decisiones que se toman y las dificultades que pueden sobrevenir.

Tampoco puede quedarse uno mano sobre mano protestando contra los movimientos especulativos de ciertos sectores, porque se corresponden estrictamente con su naturaleza: es lo que siempre estuvieron acostumbrados a hacer; y pedirles otra cosa o esperarla de su parte, sería ingenuo y políticamente suicida.

Algo que el propio gobierno viene demostrando no ser, y tener en claro; desde el mismo momento en que -por caso- dice Kicillof que no hay que esperar que los buitres negocien; porque por eso son buitres: porque no negocian. Y lo que no se le puede pedir al "mercado" (que el escorpión no actúe según su naturaleza, usando el aguijón para meter su ponzoña), lo tienen que poner el Estado, y la política.

De modo que ni tanto (ponerse en modo conspiranoico, buscando fantasmas todo el tiempo), ni tan poco: los grupos del poder económico (internos y externos) están ahí y juegan. Y juegan fuerte, aun cuando no necesariamente articulen unos con otros su estrategia; lo que de todos modos es secundario si objetivamente terminan acumulando para un mismo lado.

Que en este caso es esmerilar y reducción la capacidad de acción de un gobierno al que detestan, aunque mal no les haya ido con el kirchnerismo; sino mas bien todo lo contrario. Y que en el caso puntual de los buitres, ha dado señales claras de que no negociará nada sustancialmente distinto a lo ofertado en los canjes, ni siquiera en enero cuando venzan las cláusulas RUFO.

Por alguna circunstancia extraña, aunque desde la izquierda inverosímil se denuncie la creciente derechización del gobierno y un monumental ajuste que -a partir de allí- éste estaría descargando sobre las espaldas del pueblo argentino, tal parece que la verdadera derecha (la que tiene los fierros económicos para tumbar a un gobierno, incluyendo a éste, como no), no se han dado por enterados; y alertan sobre la inminente transformación de la Argentina en Venezuela, y la desaparición de la propiedad privada; como se pudo ver en ocasión del debate por los cambios a la ley de abastecimiento.

Las denuncias de Cristina hay que inscribirlas dentro de una constante del kirchnerismo en todos estos años, que ha sido nombrar a los que nadie nombra, o (intentar al menos) llamar a las cosas por su nombre; develando a los que mueven las palancas por detrás de los cortinados de la política institucional.

Podría apuntarse que "no nombra a todos", porque también ha tejido (o intentado tejer) alianzas con ciertas fracciones del poder económico; y el señalamiento no estaría alejado  de la realidad.

Tanto como que antes del kirchnerismo, y aun hoy desde todo el amplio espectro opositor, nadie "nombraba" o "nombra" nunca a nadie que forme parte del poder económico, como responsable de una situación determinada, o como factor de peso en el juego político: volvemos al debate por los cambios a la ley de abastecimiento, y a los diagnósticos predominantes sobre las causas de la inflación; para tener a la mano un ejemplo cercano y palpable de lo que apuntamos. 

Una rápida mirada al panorama opositor demuestra que ha desaparecido todo vestigio de "caprilización", en tanto idea de "rescatar lo bueno y corregir lo malo" del kirchnerismo: por el contrario, cada día aparece más claro que los opositores entienden que todo ha sido malo, y disputan entre sí quien dinamitará más rápido las políticas del kirchnerismo en el caso de llegar al poder; en especial las que lesionan intereses del poder económico. 

A lo ya conocido de Macri respecto al modo en que resolvería el entuerto buitre (haciendo lo que Griesa diga, en sus propias palabras), todos prometen a futuro derogar la ley de abastecimiento; así como modificar la de medios, a pedido de los intereses de las empresas de cable. Las promesas al campo de eliminar o disminuir retenciones y disminuir la presión impositiva son más conocidas, y ampliamente compartidas entre todos los precandidatos opositores. 

Lo que sumado a algunas ambigüedades discursivas de Scioli  genera un clima de "certidumbre de cambios" de cara al final del gobierno de Cristina, es decir que -gane quien gane- ciertas políticas del kirchnerismo (vinculadas a la regulación estatal de la economía) se abandonarían para siempre.

Cuestión que (como muy bien apunta acá Artemio) le impone al kirchnerismo el desafío de instalar más temprano que tarde un candidato competitivo que defienda con convicciones y sin medias tintas las políticas troncales del proyectos político iniciado en el 2003; construyendo "electorabilidad" a partir del núcleo duro de votos que retiene el oficialismo, del sector de la sociedad que se referencia en el liderazgo de Cristina.

Es un claro ejemplo de como se entrelazan el tránsito lo más ordenado posible de la transición política al 2015 desde lo que haga la gestión de gobierno, con la construcción política a futuro en busca de la continuidad de su proyecto; de modo que resulta dificultoso separar ambas cosas como compartimentos estancos. 

Tras la instalación de la opereta "Cristina prefiere a Macri en el gobierno antes que a cualquier otro; y ser jefa de la oposición"; vemos acá en  El Cronista como se reinterpreta en esa misma clave la aparición pública de Máximo; pero extendiendo la hipótesis a cualquier presidente, aun uno peronista.

Una hipótesis "derrotista" que (como lo apunta acá Mendieta) supondría una enorme irresponsabilidad política con aquellos que representan el núcleo central de la base social en la que el kirchnerismo ha reclutado sus apoyos electorales; porque está bastante claro que -en el panorama de oferta electoral tal cual viene dada- no la pasarían bien en un futuro gobierno; si éste es de los que hoy son opositores.

Desmintiendo la teoría del "pato rengo", el gobierno se muestra activo en la coyuntura, de un modo tal que las denuncias de operaciones económicas de tufillo desestabilizador no lo eximen de generar medidas para intentar dar respuestas a un escenario complejo, sobre todo en lo económico: las medidas contracíclicas para alentar el consumo (como la prórroga del Proceauto, el aumento del SMVM, el plan "Ahora 12"), las leyes de defensa del consumidor y regulación de las cadenas de formación de precios, el pago soberano local clausurando toda perspectiva de mejorar la oferta a los buitres, la nueva ley de hidrocarburos acordada con las provincias petroleras, no parecen pasos propios de un gobierno que se estuviera despidiendo, o se entregara mansamente a las lógicas desestabilizadoras.

Un activismo que debiera complementarse -al menos en nuestra opinión- con definiciones en el plano político, con perspectiva electoral; porque como lo señala Artemio, de lo contrario no se quebrará la lógica de certeza instalada sobre que en el 2015 -indefectiblemente- sobrevendrán cambios drásticos; lógica que a su vez retroalimenta las maniobras especulativas de todo tipo y calibre.

4 comentarios:

  1. Aplaudo tu post. Realmente muy buen análisis, más allá de las diferencias ideológicas que podamos tener.

    Fue un un análisis bastante equilibrado, sin la ferviente obsecuencia cerrada que suele caracterizar a los militontos.

    Eduardo Tedesco

    ResponderEliminar
  2. ¿Un análisis más equilibrado que calificar de "militontos" a los que creen en un determinado proyecto político con el que no comulgás?

    ResponderEliminar
  3. Con lo de militontos no me estaba refiriendo a los k pero al que le quepa el saco que se lo ponga.

    Eduardo Tedesco

    ResponderEliminar
  4. Si leés atentamente nuestra respuesta, nosotros tampoco. Y -por supuesto- la expresión suele ser aplicada con frecuencia a la militancia del socialismo, la UCR o el PRO, claro. Delgada tu cascarita de tolerancia y pluralismo, feo tirar la piedra y esconder la mano.

    ResponderEliminar