Hace poco y a propósito del caso de las facturas truchas de Lázaro Báez (y otras 1200 empresas y empresarios) decíamos acá que los medios "te venden que la corrupción es una avenida de mano única (sólo hay políticos coimeros, no empresarios que los coimean..".
Y tienen éxito en la venta, porque hay gente que lo termina creyendo, como los empresarios que fueron al coloquio de IDEA y -según cuentan acá- tuvieron "un acalorado debate" sobre si era o no lícito pagar una coima: believe or not.
La misma tribuna de doctrina resalta la incoherencia: "Aunque minoritario, el porcentaje de potenciales pagadores de sobornos era demasiado alto para un foro que pretende desde sus ponencias construir un país mejor. De hecho, un abrumador 100 por ciento acababa de contestar que prefería cohesionar la Argentina "por valores" antes que "por ideología"..".
El debate en sí -además de exponer lo flojitos de papeles que vienen los empresarios argentos promedio en materia de esos valores éticos con los que se llena la boca- es un completo absurdo, porque es lo mismo que haber discutido si está bien matar, robar o violar.
Porque de hecho el Código Penal reprime al funcionario coimero (en su artículos 256, 256 Bis y 257), como al coimeador.
Concretamente el artículo 258 dice lo siguiente: "Será reprimido con prisión de uno a seis años, el que directa o indirectamente diere u ofreciere dádivas en procura de alguna de las conductas reprimidas por los artículos 256 y 256 bis, primer párrafo. Si la dádiva se hiciere u ofreciere con el fin de obtener alguna de las conductas tipificadas en los artículos 256 bis, segundo párrafo y 257, la pena será de reclusión o prisión de dos a seis años. Si el culpable fuere funcionario público, sufrirá además inhabilitación especial de dos a seis años en el primer caso y de tres a diez años en el segundo.".
Tampoco es para escandalizarse tanto: no olvidemos que estamos hablando de gente que -en no pocos casos- considera que no está bien pagar impuestos (y a veces hasta convoca a "la rebelión fiscal"), hacer los aportes a la seguridad social, o declarar todos sus bienes e ingresos.
O que se sienta a discutir si el hecho de que alguien gane las elecciones, le da el derecho a aplicar su programa de gobierno por el cual lo votaron, o en cambio tiene que poner en marcha el de ellos; como le sugieren acá.
Lo preocupante en todo caso es cuando buena parte de la dirigencia política cree indispensable ir a rendirle pleitesía a estos tipos, y aguantarse sus monsergas porque en el país no hay valores, ni calidad institucional.
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