viernes, 14 de noviembre de 2014

EL CANDIDATO NUESTRO


Por Raúl Degrossi

Mientras el gobierno parece despejar nubarrones en el frente económico al ir domando la enésima corrida cambiaria en su contra, y mantiene en forma sostenida la iniciativa política y la agenda en el Congreso y los culebrones opositores sobre fotos, alianzas y cierres tienden a aburrir porque no mueven el amperímetro, comenzó a desarrollarse un incipiente debate en el kirchnerismo sobre el mejor modo de cerrar la oferta electoral del FPV de cara a las PASO de agosto del año que viene, pensando obviamente en el mejor modo de potencial el caudal propio de cara a la elección general.

Antes que eso, se vio el esfuerzo de generar un espacio de unidad "con todos adentro" en el PJ nacional (fuerza mayoritaria en la estructura del FPV) para contener potenciales "garrochazos" hacia el massismo (estrategia coronada por el éxito hasta acá); y el acto  de Argentinos con el discurso de Máximo, que pareció tener como efecto inmediato (habrá que ver hasta que punto buscado o no) un "paráte" de las campañas de los presidenciables del espacio.

Campañas que se relanzaron luego en respuesta a la versión del "cierre" de Scioli con la Cámpora y la propia Cristina, para convertirse en el supuesto "candidato natural"; aceptado -dicen- por su "electorabilidad", pero sujeto a una serie de condicionamientos en las listas.

Hasta aquí especulaciones puras, en tanto Cristina (como corresponde) se ha reservado hasta el último momento decidir como jugará, y como y cuando lo comunicará; sin que nos quepa a nosotros discutir la "electorabilidad" o no de Scioli, porque tal como lo señala reiteradamente Artemio López (que conoce el paño) las encuestas operan sobre el sistema político; construyendo candidatos, orientando preferencias, determinando escenarios de negociación.

El asunto es que la versión del acuerdo global en torno a la candidatura de Scioli provoca hacia el interior del kirchnerismo ruidos que no se darían en otro caso y con otro candidato; a lo que hay que sumarle que en el peronismo (movimiento construido en torno a un liderazgo fuerte e indisputado) los vicariatos no suelen funcionar adecuadamente, con los ejemplos históricos por todos conocidos, y por causas que sería extenso enumerar aquí.

A meses vista de las PASO, los movimientos en el oficialismo cobran importancia precisamente porque el gobierno ha sabido sostener la iniciativa y aumentar la confusión y dispersión opositora: si la profecía del "fin de ciclo" tuviese visos de realidad muy otra sería la historia, y muy otras las "electorabilidades" de todos los candidatos potenciales del espacio, Scioli incluido. Por eso la potencialidad electoral de quien resulte en definitivas el candidato del FPV (acuerdo global o competencia en las PASO mediante) está atada a la suerte del gobierno nacional y su gestión; algo que los sciolistas olvidaron por mucho tiempo y hoy están reconsiderando: ya no suponen que el gobernador de Buenos Aires mide lo mismo por dentro o por fuera del oficialismo.

En consecuencia con eso, el candidato tendrá la aptitud de conservar esa potencialidad y ampliarla hasta un probable triunfo en primera vuelta (las perspectivas en un balotaje son hoy más borrosas, reconozcámoslo; claro que falta mucho) en la medida que sea capaz de plantear una propuesta que exprese al conjunto (aspecto que subrayamos: al conjunto) de lo que representó y representa el kirchnerismo, como corriente que se originó en el peronismo para luego ampliar sus apoyos captando parte del electorado "progresista", desencantado con experiencias anteriores. 

De allí que más que detenerse en "quien" puede ser el candidato (aspecto que por supuesto no debe dejarse de lado), es más interesante analizar que propuesta debe plantear y a quienes debe aspirar a representar (aspectos ambos íntimamente vinculados entre sí); comenzando por quienes conforman el núcleo duro de los apoyos electorales al kirchnerismo, núcleo que hoy constituye el piso mínimo de cualquier "electorabilidad" oficialista.

Tanto Néstor como Cristina condujeron -desde el peronismo- una amplia coalición de fuerzas en la que convergen diferentes sectores, que apoyaron el modelo impuesto a partir del 2003, también por diversas razones; que van desde la ampliación de la cobertura social y la recuperación de la centralidad del empleo y el salario, hasta lo que algunos podrían denominar "batallas culturales" que fueron definitorias en la configuración de la identidad kirchnerista: la reivindicación de los derechos humanos, el conflicto con las patronales del campo o la discusión por la ley de medios; por citar algunos de las más relevantes. 

Esa multiplicidad de apoyos por multiplicidad de razones se refleja también en las estructuras institucionales del kirchnerismo: los gobernadores del PJ por caso (algunos de los cuáles ya anticiparon su apoyo a Scioli) adhirieron a un proceso que les garantizó un flujo constante y creciente de recursos (las transferencias de coparticipación federal crecieron significativamente medidas contra el PBI, a lo que hay que sumar el fondo sojero para obras), y un amplio despliegue de políticas sociales en el territorio; que contribuyeron decisivamente a la paz social en cada uno de sus distritos. 

Condiciones que -paradójicamente en términos políticos- se generaron en medio de un proceso de vigorosa reafirmación de la institución presidencial: Néstor y Cristina dejaron atrás aquéllos tiempos en que el presidente era un "primus inter pares" de los propios gobernadores; algo que quizás algunos intenten recrear ahora (a través de la candidatura de Scioli), visto el impedimento constitucional para que Cristina opte por competir por un nuevo mandato, y la debilidad relativa de la "fuerza propia" del kirchnerismo.

Y condiciones que -por supuesto- no son perpetuas ni inmutables, porque dependen del conjunto de las políticas macroeconómicas que se desplieguen desde la gestión nacional; aspecto este que quizás no sea percibido adecuadamente: un cambio de dirección a futuro del kirchnerismo que implique retroceder en ciertos aspectos (inversión pública, piso de protección social, dinámica de ajuste de salarios vía paritarias y salario mínimo) afectaría en primer lugar, las condiciones de gobernabilidad en sus propias provincias. 

En idéntico sentido, la recomposición (o construcción, según se mire) de la "pata sindical" del proyecto depende de lo que el kirchnerismo/peronismo tenga para ofrecer a las organizaciones gremiales para beneficio de sus representados; dicho esto en términos de estricta racionalidad instrumental. Y sin desconocer por supuesto que el universo sindical no es uno, sino que está caotizado por divisiones y una crisis ya endémica de representatividad.

Hablábamos de gobernabilidad, y también está claro que Néstor y Cristina no solo recompusieron la autoridad y el poder presidencial de cara a la relación de fuerzas del dispositivo peronista (hasta conducirlo), sino para ganar espacios de autonomía para la política frente a los poderes corporativos; que no compiten por las reglas institucionales, ni están ceñidos por ellas.

Cuando (por izquierda, real o presunta) se critica la tibieza de las reformas kirchneristas se omiten las reacciones que en muchos casos provocaron; y como ya hemos dicho en éste blog, no es tan fácil distinguir la posibilidad de avanzar en la profundización del modelo, de la perspectiva de no retroceder en lo conquistado: en la dinámica del poder (que excede con creces el comportamiento de los actores institucionales del sistema político) ambas cosas van de la mano; como se puede ver con sólo echar una ojeada a los medios, cada día.

Una cuestión que no puede soslayar quien (como Scioli, por ejemplo) pretenda encarnar una versión de kirchnerismo de mejores modales, mientras da hacia adentro guiños (y aun gestos más contundentes) para despejar los temores sobre eventuales retrocesos: el modo de gobernabilidad instaurado por Néstor y continuado por Cristina sigue siendo percibido como una excepcionalidad, y hasta el más mínimo de los gestos que impliquen correrse de ese eje, será leído por "los que mueven las palancas" como un signo de debilidad; y obrarán en consecuencia.  

Un ejemplo actual ilustrará mejor el punto: cuando se constata que el gobierno está logrando frenar otra corrida cambiaria para forzar una devaluación, no siempre se pondera debidamente que es en buena medida porque está utilizando con decisión todas las herramientas que tiene a su alcance para ello; incluyendo las represivas.

Lo que se dice para el "estilo", vale también para la estrategia electoral: si bien es cierto que con el "voto propio" (entendiendo por tal el piso electoral que se le atribuye al kirchnerismo) no alcanza para volver a ganar, ya el año pasado se reveló errónea la estrategia de tomar parte de la agenda del adversario en búsqueda del "electorado independiente". El desafío el año próximo (para cualquier candidato del FPV) es seducir a parte de los ajenos, sin descuidar a los propios.

Pero también corresponde ser realistas en otro punto: cualquiera puede listar los temas pendientes del proceso abierto el 25 de mayo del 2003 (lo que Jorge Taiana define con la metáfora del "segundo tomo") y formular desde allí un programa; pero construir una fuerza propia capaz de impulsarlos primero en el debate interno (cualquiera sea la modalidad de resolución de la candidatura presidencial del oficialismo) es asunto bastante más complejo

Y una cosa se vincula estrechamente con la otra: aquél que logre alinear detrás suyo más apoyos (institucionales pero sobre todo, electorales) será el que en definitivas exprese el rumbo futuro del kirchnerismo/peronismo; si es que los argentinos deciden confiarle una vez más la conducción de los destinos del país.

3 comentarios:

  1. Adhiero. No importa tanto el "quién" como el "qué"; eso, para no perder el rumbo.
    Y considero que hoy por hoy lo preocupante es la "pata sindical" del proyecto.

    Saludos!

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  2. Me parece que falta uno en la foto, el Coqui. Ojito que puede haber sorpresas.

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  3. GISOFANIA. ¿Se pueden disociar el quién del qué? Sólo pregunto.

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