Leemos a Willy Kohan en El Cronista: "Es notable cómo la noción del Estado, asociado a la violencia de los 70, genera en la mayoría de la sociedad un categórico y saludable rechazo. Un repudio que, en cambio, no aparece tan mayoritario a la hora de hablar del Estado, por ejemplo, en el manejo de la economía. Parece más aceptable el Rol del Estado para regular el comportamiento de las personas cuando compran o venden.
No se asocia en términos mayoritarios al Estado regulador con el Estado represor, aunque estos años el creciente abuso de Estado para imponer el modelo adquirió contra empresas y particulares figuras nunca antes verificadas en períodos democráticos. No aparece tan clara en la sociedad, o al menos en los medios cuando se debaten los temas económicos y sociales, el daño que representa el Estado en la Argentina en términos de la vida cotidiana.
Pero a este Estado regulador devenido en trucho y mafioso no se lo cuestiona tanto. Los candidatos a suceder a Cristina no se animan a enfrentarla en esa lidia. Algunos supuestamente opositores anuncian incluso la intención de seguir estatizando. Y se esfuerzan por evitar que se los asocie con la idea de un ajuste que afecte precisamente los privilegios de este Estado intocable.
No se asocia en términos mayoritarios al Estado regulador con el Estado represor, aunque estos años el creciente abuso de Estado para imponer el modelo adquirió contra empresas y particulares figuras nunca antes verificadas en períodos democráticos. No aparece tan clara en la sociedad, o al menos en los medios cuando se debaten los temas económicos y sociales, el daño que representa el Estado en la Argentina en términos de la vida cotidiana.
Pero a este Estado regulador devenido en trucho y mafioso no se lo cuestiona tanto. Los candidatos a suceder a Cristina no se animan a enfrentarla en esa lidia. Algunos supuestamente opositores anuncian incluso la intención de seguir estatizando. Y se esfuerzan por evitar que se los asocie con la idea de un ajuste que afecte precisamente los privilegios de este Estado intocable.
Tal vez el amor por el Estado regulador esté más en los medios que en la calle. La gente, como en la mayoría de los países del mundo, suele estar más a la derecha que los medios. Parece hoy con voluntad de cambio, al menos según las encuestas y cómo votó en las últimas elecciones de 2013. No es para menos. Hace décadas que los argentinos son sometidos al llamado Rol del Estado. Está presente todos los días. Presente en la inflación y ausente en la seguridad.".
Kohan se sorprende que en la valoración del golpe, la inmensa mayoría de los argentinos no escinda los aspectos políticos o de derechos humanos que implicó el terrorismo de Estado, de su condición instrumental para un programa económico (el de Martínez de Hoz), cuyas líneas generales suscribe; contra toda evidencia histórica de los resultados que acarreó su implementación; durante la dictadura y el menemato.
Se decepciona de que el argentino promedio (y buena parte de la dirigencia política, incluyendo sectores opositores) no reniegue del rol del Estado, y se resistan a aceptar que la economía debe ser ordenada por la mano invisible del mercado de la que hablaba Binner; o que "achicar el Estado es agrandar la nación", como sostenía justamente el slogan de la dictadura.
La postura de Kohann (que tiene sugerentes ideas sobre lo que es o no dictatorial, o terrorismo de Estado, en la línea de banalización del mal digamos) viene bien para reiterar lo que se señalaba acá a propósito del día de la memoria: "Del mismo modo que ha ido creciendo el conocimiento y la conciencia social sobre el horror desplegado por la dictadura y sus implicancias, corremos el peligro de naturalizar como parte de nuestro debate político cotidiano sus ideas económicas y sociales; que siempre encuentran voceros dispuestos a introducirlas de contrabando (o no tanto) en la disputa democrática.".
Se decepciona de que el argentino promedio (y buena parte de la dirigencia política, incluyendo sectores opositores) no reniegue del rol del Estado, y se resistan a aceptar que la economía debe ser ordenada por la mano invisible del mercado de la que hablaba Binner; o que "achicar el Estado es agrandar la nación", como sostenía justamente el slogan de la dictadura.
La postura de Kohann (que tiene sugerentes ideas sobre lo que es o no dictatorial, o terrorismo de Estado, en la línea de banalización del mal digamos) viene bien para reiterar lo que se señalaba acá a propósito del día de la memoria: "Del mismo modo que ha ido creciendo el conocimiento y la conciencia social sobre el horror desplegado por la dictadura y sus implicancias, corremos el peligro de naturalizar como parte de nuestro debate político cotidiano sus ideas económicas y sociales; que siempre encuentran voceros dispuestos a introducirlas de contrabando (o no tanto) en la disputa democrática.".
Justamente este aniversario del golpe estuvo atravesado por el reclamo mayoritario de avanzar en el proceso de verdad, memoria y justicia; para alcanzar a los gestores y actores civiles del golpe, a cuyos intereses -como se dijo- fue funcional el terrorismo de Estado desplegado por el aparato represivo de la dictadura.
En su afán de salvar el esqueleto conceptual del programa económico de la dictadura (revivido en los tiempos de Menem, Cavallo y la convertibilidad) para proponerlo como modelo a futuro para el país, Kohan omite deliberadamente ese punto: para poder aplicar a rajatabla las ideas del liberalismo económico fue siempre imprescindible en nuestro país -así lo atestigua nuestra historia, con numerosos ejemplos- que reinara el más crudo, cruel y sanguinario autoritarismo político.
Con una relación de directa proporcionalidad: cuanto más "mercado" se quiso imponer, más Estado terrorista fue necesario orquestar, para desarticular las protestas populares, la organización social y la capacidad de resistencia a las políticas liberales. Ahí están a la mano los ejemplos de Ledesma, Ford, Mercedes Benz o Acindar para ilustrarlo.
Y en la esperanza de Kohan -según su lectura de los resultados electorales del 2013- está nuestra preocupación, que ya dejáramos expresada acá: hay que desenmascarar claramente esta maniobra de escindir la dictadura en un rostro aborrecible (el de la represión y la violación de los derechos humanos fundamentales), de otro que permanece borroso: el de la instrumentación de un programa económico y social con beneficiarios concretos; y con víctimas también concretas; como el aparato productivo, el tejido social, el empleo, los derechos laborales, el consumo, la cohesión social.
Porque una vez lograron imponer esas mismas políticas con consenso popular y por la vía electoral con el menemismo; y eso los anima a volver a intentarlo ahora, sea a través del propio dispositivo neoliberal que se expresa en Macri, o practicando el "entrismo" en el resto de la oferta electoral, incluyendo al propio oficialismo.
En su afán de salvar el esqueleto conceptual del programa económico de la dictadura (revivido en los tiempos de Menem, Cavallo y la convertibilidad) para proponerlo como modelo a futuro para el país, Kohan omite deliberadamente ese punto: para poder aplicar a rajatabla las ideas del liberalismo económico fue siempre imprescindible en nuestro país -así lo atestigua nuestra historia, con numerosos ejemplos- que reinara el más crudo, cruel y sanguinario autoritarismo político.
Con una relación de directa proporcionalidad: cuanto más "mercado" se quiso imponer, más Estado terrorista fue necesario orquestar, para desarticular las protestas populares, la organización social y la capacidad de resistencia a las políticas liberales. Ahí están a la mano los ejemplos de Ledesma, Ford, Mercedes Benz o Acindar para ilustrarlo.
Y en la esperanza de Kohan -según su lectura de los resultados electorales del 2013- está nuestra preocupación, que ya dejáramos expresada acá: hay que desenmascarar claramente esta maniobra de escindir la dictadura en un rostro aborrecible (el de la represión y la violación de los derechos humanos fundamentales), de otro que permanece borroso: el de la instrumentación de un programa económico y social con beneficiarios concretos; y con víctimas también concretas; como el aparato productivo, el tejido social, el empleo, los derechos laborales, el consumo, la cohesión social.
Porque una vez lograron imponer esas mismas políticas con consenso popular y por la vía electoral con el menemismo; y eso los anima a volver a intentarlo ahora, sea a través del propio dispositivo neoliberal que se expresa en Macri, o practicando el "entrismo" en el resto de la oferta electoral, incluyendo al propio oficialismo.
Qué asco que son estos tipos.
ResponderEliminarEl rol del Estado asifixiante que molesta es el de estado normal y corriente que cobra impuestos y regula. La prueba son los miles y miles de descubrimientos de tributarios truchos que figuran vendiendo turron en el tren y tienen masiones sin declarar, yacht y hasta aviones privados. eso irrita. Seguro que los que menciona Kohan putean contra esa parte del kirchnerismo, un pais mas justo es tambien un pais donde hay menos privilegios injustos: entre sushi y canape de salmon seguro que putean y reputean y quieren la destitucion.
ResponderEliminarLo unico que se escuchan son quejas pero engordan a mas no poder y viven medio año de viaje en el exterior. Se ve que sufren mucho.
El viejo Cohan.Un zapato importante.Hay un proyecto de zoológico para estos especímenes, y el viejo Cohan tendrá su jaulita.
ResponderEliminar