sábado, 30 de mayo de 2015

UN 25 DE MAYO


Por A.C.

Como si la historia te estuviera pasando por el cuerpo. Esa era la sensación que se sentía en la Plaza de Mayo. Los miles y miles de rostros alegres, las infinitas manos con los dedos en V, los cantos por el orgullo nacional recuperado y la firme esperanza que nada se termina, que éstos 12 años solo han sido parte del camino iniciado por Néstor en el 2003 y que ese camino continúa. Este 25 de mayo fue el día más feliz entre los días felices, porque como decían algunas remeras, los días más felices siempre fueron peronistas.
Por eso estaban los que alguna vez vieron en ese balcón a Perón y a Evita, y estaban los jóvenes que cuando eran muy chicos se conmovieron con aquel Presidente que venía del sur y al que nunca olvidaron. Estaban las familias llevando a sus hijos en cochecitos o alzados, mezclados entre los militantes que cargaban los redoblantes, los bombos y las trompetas. Estaban todas las edades, y en todos estaba el entusiasmo y la alegría. Cientos de miles de personas festejando que tenemos patria, celebrando sin un solo hecho de violencia.
Esta movilización social masiva será explicada por los tilingos a través de un choripan, y éste movimiento de masas en apoyo de un gobierno popular, será para los periodistas amputados cerebralmente que pululan en los medios concentrados, fruto del acarreo forzado de la multitud. La imbecilidad y la ignorancia humana no tienen límites, como se puede comprobar mirando 15 minutos el Canal TN o escuchando el discurso de intelectuales de maceta que a cambio de un cheque, están dispuestos a inmolarse repitiendo la letra delirante que les dictan.
Pero la realidad de hoy es ésta Plaza. En muy pocos lugares del mundo, por no decir en ninguno, un gobierno después de 12 años puede conseguir esta movilización y éste apoyo multitudinario, mezcla de agradecimiento por lo hecho y de esperanza por lo que vendrá. Por eso ahí estaban muchos, muchísimos, discutir si eran cien mil más o cien mil menos es anecdótico. Y estaban -estábamos- todos esperando a la Presidenta, a nuestra Presidenta.
Hay que ver esas caras, hay que ver esas caras cuando Cristina apareció en el escenario y a través de las pantallas instaladas en la Plaza. Un volcán de gritos de apoyo, de aplausos, de emociones con lágrimas en algunos y algunas, la sonrisa de los pibitos arriba de los hombros de los padres, los ojos agradecidos de los más viejos. Hay que ver esas caras.
Y ella, no sé si sorprendida por el número o por la efervescencia, se tomó unos minutos para mirar, mientras la Plaza le devolvía cariño y alegría, cantos y bombos. Y después, ante un masivo silencio, habló de los fondos buitres, del cuestionamiento al nombre del Centro Cultural Néstor Kirchner, de cuestionar y cambiar entonces los nombres de algunas calles y plazas, del legado del sable de San Martín a Rosas, de la irreversible incorporación de los derechos humanos a la sociedad argentina. Y después  decía que las decisiones las tenemos nosotros porque “va a pasar lo que ustedes quieran que pase”. Y por eso, dijo, vendrán otros 25 de Mayo como éste para festejar con alegría que tenemos patria. Y así nos regaló otra esperanza, que tiene que convertirse en un compromiso, en un objetivo.
Y después se fue la Presidenta, sonriente, como los que estábamos en la Plaza.
¡Que Presidenta!  No habrá ninguna igual, no habrá ninguna.

1 comentario:

  1. Ayer lo leí y me pareció una semblanza muy buena de lo vivido, incluso muy emotiva. Hoy después de leer la columna de Verbitzky preciso también que encierra un profundo análisis de coyuntura.

    A.C. lo dijo a su manera; hoy el perro así:

    Cualquiera sea la coyuntura Cristina conserva una adhesión inconmovible entre los sectores más vulnerados y le responde un núcleo militante como no generó ninguna otra figura política una vez terminado su mandato, salvo Juan Perón.

    ..., una muchedumbre compacta acompañó a Cristina en su último 25 de mayo como presidente, luego de dos días de festejos en el microcentro. Durante su discurso, más racional que emotivo, no volaba una mosca. “

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