Por Raúl Degrossi
Es evidente que el modo como se fueron acomodando las piezas en el tablero electoral desorienta a más de uno, que no puede resistir la compulsión de intentar acomodar la realidad a sus propios deseos; y desde éstos presentar como análisis objetivo lo que es expectativa personal indisimulada.
Es ni más ni menos que lo que le pasa a Pagni, que en su columna de La Nación de ayer no para de desplegar magia avizorando el futuro, y saca un conejo tras otro de la galera: nos cuenta de un Macri convertido en gran reformador político que manda a estudiar como funciona "lo del referéndum", para compensar sus dificultades en el Congreso (si fuera presidente) acorralando a los legisladores con "la opinión pública", una idea que perfectamente podria atribuírsele a Durán Barba como veíamos acá.
También imagina Pagni la posibilidad de Cristina sentada en la Corte y presidiéndola, en el marco de un acuerdo con al menos una parte de la oposición para ampliar su número de miembros; o a los legisladores de la Cámpora promoviendo una eventual moción de censura sobre el eventual jefe de gabinete de Scioli, en una especie de ensayo de gobierno parlamentario. Esta gente tiene que dejar de consumir su propio paco ideológico, si no quieren que les termine afectando su capacidad de análisis, algo ya ostensible y que los ha llevado a pifiarla, una y otra vez.
Las hipótesis de maniobras golpistas contra una eventual presidencia de Scioli que agita Pagni en la nota no son alentadas por Cristina designando a Zannini para acompañarlo en la fórmula, sino más bien lo contrario: el segundo término del binomio (que representa al kirchnerismo más duro) pudo ser impuesto sin mayores inconvenientes desde la Rosada hacia el conjunto del dispositivo político del oficialismo, porque refleja con realismo el mapa del poder hacia su interior: un liderazgo político y social excluyente, sin posibilidad de reelegir ni de imponer un sucesor "propio" con potencial electoral (Cristina), un candidato más "instalado" en las encuestas y en el peronismo territorial (Scioli), que advierten que les resulta más conveniente ir juntos, que separados.
Y esa conclusión compartida compromete a ambos por igual con el rumbo y el futuro de un eventual gobierno; a menos que se quieran enfrentar tensiones. Con más razón a Scioli, para el cual los gobiernos de Néstor y Cristina marcan la vara con la que será medido (en términos de direccionalidad de la gestión) por el grueso de sus votantes.
El obsesivo intento de Pagni (y de buena parte de lo plumíferos de la derecha) por separar peronismo de kirchnerismo como si se tratase de dos sustancias de naturaleza absolutamente incompatible, y forzosamente llamadas a chocar más tarde o más temprano, revela la astucia de Cristina de saldar la cuestión de la fórmula del modo en el que lo hizo (suprimiendo la interna al tornarla inviable); para evitar correr el riesgo de que un triunfo de Scioli se leyera como una derrota suya.
Pero los pases mágicos de Pagni no son inocentes, y tienden a instalar la verosimilitud de una hipótesis que es de por sí, absurda: la gobernabilidad futura estaría mejor garantizada por un gobierno de Macri que por uno de Scioli; porque una derrota electoral del FPV abriría una crisis política al interior del peronismo, donde el PJ le pasaría facturas a Cristina "por conducirlo a la derrota"; y eso alentaría la posibilidad de garrochazos masivos hacia el PRO, o por lo menos le facilitaría a Macri encontrar interlocutores dispuestos a colaborar con su gestión desde el Congreso.
Por el contrario aun ganando Scioli, tendría la manos atadas para gobernar (con perdón por la metáfora) por el cerco parlamentario que le tendería el kirchnerismo desde el Congreso; y eso dejaría al país a las puertas de una nueva crisis de gobernabilidad. Una especie de espejo de la Alianza, donde Scioli sería De la Rúa, Zannini el "Chacho" Alvarez, el PJ la UCR y el kirchnerismo el Frepaso.
Sobrevuela todo el texto (desde el alegórico título, con la sutileza para el Máximo construido por los medios jugando a la play) la famosa cuestión del "doble comando", que ya se se agitara -sucesivamente- como demérito contra Néstor primero ("es el Chirolita de Duhalde" ¿recuerdan?), y contra Cristina después; que pasó de manejarlo a Néstor cuando era presidente, a ser manejada por él cuando la que se calzó la banda fue ella.
Del mismo modo que esas lecturas fueron erradas porque nunca dieron cuenta de la verdadera naturaleza de la sociedad política que los dos conformaron (con roles perfectamente diferenciados y complementarios), insistir en ese camino para analizar el panorama que se abre en el país a partir del 10 de diciembre puede inducir al error; incluso desde el campo propio: presentar a Sciol como un simple "Chirolita de Cristina" no sólo no daría cuenta plena de la realidad, sino que constituiría un error de táctica electoral, en una elección presidencial.
Por lo demás, este asunto del "pase de facturas" del peronismo a Cristina por una eventual derrota en octubre no es -ni más ni menos- que una vuelta de tuerca sobre la misma hipótesis del "garrochazo masivo" desmentida por la realidad tras el triunfo de Massa en la provincia de Buenos Aires en el 2013, y cuyo fracaso está en la base del derrumbe del Frente Renovador.
En el afán de operar para construir preferencias electorales entre su público, Pagni -al igual que el grueso de los analistas de la derecha- omiten decir que la permanencia del peronismo "realmente existente" (gobernadores, intendentes del conurbano) con los pies dentro del plato del proyecto iniciado el 25 de mayo del 2003, obedece a muy concretas razones, y es por ende de racionalidad instrumental pura y estricta; sin detenerse en consideraciones o discusiones sobre mayor o menor afinidad ideológica.
En el contexto de un Estado activo y dispuesto a ampliar sus roles, con un modelo económico centrado en el mercado interno, creció la recaudación (tanto coparticipable como de recursos propios) y por ende la solvencia de caja de los gobiernos para transitar sin problemas (¿cuánto hace que no se ven conflictos en las provincias por falta de pago de sueldos, por ejemplo?), y hasta incrementar los niveles de obra pública; aspecto donde el fondo sojero se reveló otra decisión estratégica de Cristina, para descomprimir tensiones políticas y quitarle apoyos políticos al reclamo -muy fuerte en algunas provincias- de las patronales agrarias por las retenciones.
Si a esto se le suma la ampliación del piso de protección social -fondeado por el Estado nacional, pero usufructuado en términos de paz social por las provincias-, la disminución del desempleo y el sostenimiento del salario con instrumentos nacionales (como las paritarias o el aumento del SMVM) pero que impactan en cada una de los distritos, se entenderá por qué en las elecciones locales la regla son los triunfos oficialistas; y sólo pierden o están a punto de hacerlo aquéllos que sobresalen por su mediocridad para gestionar, más allá de sus alineamientos en la disputa nacional: allí están los casos de Mendoza, Tierra del Fuego y Santa Fe para comprobarlo.
De allí que la hipótesis central de Pagni (si triunfa Scioli estará más condicionado que Macri por el "doble comando" y la "parlamentarización" del gobierno inducida por el kirchnerismo) da por sentado que el gobernador de Buenos Aires tiene ya decidido en su fuero íntimo dar un brusco golpe de timón respecto a las políticas troncales del kirchnerismo en caso de ser presidente; lo que aun en el caso de ser cierto no es sólo cuestión de querer, sino de poder.
La hipótesis primaria de Pagni es tan absurda como la secundaria que deja implícita, según la cual la alianza urdida entre Macri, Carrió y Sanz garantizaría mejor la gobernabilidad que el armado político del Frente Para la Victoria, y la distribución de roles hacia su interior que quedó expresada en el cierre de listas.
La hipótesis primaria de Pagni es tan absurda como la secundaria que deja implícita, según la cual la alianza urdida entre Macri, Carrió y Sanz garantizaría mejor la gobernabilidad que el armado político del Frente Para la Victoria, y la distribución de roles hacia su interior que quedó expresada en el cierre de listas.
Pagni pretende que olvidemos que él mismo se entusiasmó hace poco más de un año con el lanzamiento del FAUNEN y la construcción de un polo pan-radical, y desde allí fustigaba con dureza al PRO de Macri como un "proyecto biológico", sin capacidad de articularse eficazmente en términos políticos y territoriales.
Y metiendo ruido hacia el interior del armado oficialista con especulaciones sobre lo que podría pasar en el futuro, quiere además que pasemos de largo la vista sobre un presente donde es el propio Sanz el que revela los alcances reales para la UCR de lo resuelto en Gualeguaychú; al decir que no sabe si la alianza "Cambiemos" sobrevivirá más allá de diciembre, en caso de una derrota en la elección presidencial (ver al respecto acá).
Más allá de los deseos del pelado espía, este cambiemos llega hasta el 9 de agosto,... si llega... y en CABA... el candidato con rulos va a tener que pasar por la Federal a tocar el pianito, gracias a sus socios radicales corruptos y ladrones en la UBA que le financian la campaña.
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