Anoche volvió el show de Lanata, dejando claro que si en algún momento se lo pensó desde las usinas mediáticas opositoras al gobierno como "la bala de plata" que liquidaría por fin al kirchnerismo, volvió con la pólvora mojada.
Lanata volvió sin el menor registro de lo que pasó mientras él no estuvo en pantalla; urnazo del Chaco (blanco predilecto de sus brulotes, junto con Capitanich) y "papelonización" del héroe Nisman, incluidos.
Y volvió apelando a las mismas -y gastadas- recetas de siempre; lo que deja claro también que no cambió él (en todo caso empeoró, en términos de calidad del producto juzgada estrictamente en términos televisivos), sino que cambió el contexto en el que despliega su show.
Un contexto político, social y -como no- económico mucho menos permeable a la cantinela de la más pura y dura antipolítica que repica incesante la estrella del 13; la herramienta a la cual apelaron para demoler simbólica y realmente al kirchnerismo, que les ganó a Lanata y a sus impulsores con el viejo y olvidado recurso de la política; con todo y sus defectos.
Este Lanata que gira en el mismo vacío de siempre (en términos discursivos y conceptuales) deja claro que justamente ésa (la política, con todas sus complejidades) es una dimensión de la realidad que no terminan de entender, como nunca terminaron tampoco de entender todo lo que implica el kirchnerismo.
Lanata no es más que el más notorio (por su grado de exposición mediática) representante de quienes creen que pueden seguir interpretando la realidad argentina solamente munidos de un guión de Enrique Pinti, pero de inferior calidad porque lo escribe Nik.
Herramientas que a lo mejor en los años 90' (justamente, en otro contexto) alcanzaban para "interpretar" la realidad, aunque lejos estaban de generar condiciones para transformarla; de allí que en el fondo este tipo de periodismo -lejos de incomodar al menemismo- le fuera perfectamente funcional; operando como un cazabobos distractivo que obturaba la generación de alternativas políticas con chances reales de transformación, como se comprobaría trágicamente con la fallida experiencia de la Alianza.
Esas mismas herramientas, trasladadas a la actual coyuntura y al proceso político abierto en el país a partir del 2003 ya se revelan harto insuficientes, porque no permiten dar cuenta de todas las complejidades de ese proceso, y de los "telones" que el kirchnerismo fue corriendo para exponer partes hasta entonces ocultas de la tramoya de la realidad: el conflicto del campo o la disputa por la ley de medios quizás sean los episodios más sonados en ese sentido, pero no los únicos.
La perplejidad de Lanata (que actuó ayer como si la realidad hubiese estado en stand by en su ausencia) se refleja asimismo en sus declaraciones de hace unos días cuando "prometía" no investigar al próximo gobierno, "si hay consenso" entre las diferentes fuerzas políticas: sin considerar siquiera las implicancias éticas del caso, ¿puede existir mayor despiste respecto a la propia valía, o el peso e incidencia que tiene un periodista en el tablero político?
Ni siquiera le dio el cuero ayer a Lanata para pedirle a su audiencia -lisa y llanamente, sin ambigüedades- el voto a Macri; como en aquéllos tiempos en los que alardeaba de que iba a "hacer lo posible para que "esta gente que nos gobierna no lo haga más": ¿acaso ha empezado a metabolizar de idea de su fracaso, y el hecho de que "esta gente" nos seguirá gobernando otros cuatro años?
En el camino del declive lanatiano fueron quedando también todos los que se prestaron -desde la política- a fungir de extras en su show, troscos incluidos: allá ellos si creyeron que cumplir tan triste papel era un modo válido de acumular políticamente.
Instalado en su rol de gurú espiritual de las patrullas perdidas del cacerolismo, Lanata viene con su show semanal a confirmarlas en sus previas certezas sobre la podredumbre moral del país (de la que se declaran exentos), que se reflejaría en el voto: un modo de anticiparse al veredicto de las urnas, en un refrito de "la legitimidad segmentada" de Carrió; o el "voto de baja calidad" de Pino Solanas.
En fin, como en el show de Lanata: nada nuevo bajo el sol.
Lo que a mi me irrita es la suficiencia, esos aires de sabérselas todas, con que se maneja esta triste marioneta de Magnetto.
ResponderEliminarSe lo veía con desánimo al gordo basura, como sin convicción en las porquerías que tenía que desarrollar. El trompa Magnetto le va a pegar un patadón por el culaso.
ResponderEliminarDejenló al gordito mercenario, pobre. Se va a radicar a Miami. Está muy enojado porque la realidad no coincide con sus deseos.
ResponderEliminarlo que pasa es que no quiere ser como walsh, quien, como diri luisito el impune, barrionueve, se caagó muriendo...
ResponderEliminarni tampoco como este que hoy recuerda P|12
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-273941-2015-06-01.html
https://www.youtube.com/watch?v=y9LlnLTH87U
ResponderEliminarle faltaría ser flaco?