La voz de aura la había dado la tribuna de doctrina en ésta editorial del 9 de julio: "El cisne negro del que nos ocupamos aquí es una situación de pérdida de control de la conducción económica que produzca una reacción social caótica. Es, por ejemplo, el caso de una corrida cambiaria con su consecuente corrida bancaria que lleve a imponer un corralito de depósitos y a acentuar el cepo cambiario. ¿Por qué podría suceder esto? Porque se dan simultáneamente grandes distorsiones acumuladas que hacen evidente una corrección traumática de un modelo económico que ya no es sostenible....
El déficit fiscal se ha convertido mes a mes en una imparable diarrea. Los costos internos aumentan al ritmo de la inflación, que ha encontrado un piso y que, a pesar de la situación recesiva y el ancla cambiaria, retomará inevitablemente una tendencia alcista. El Gobierno no tiene forma de absorber la emisión monetaria porque se enfrenta un alto gasto cuasi fiscal por efecto de los intereses que paga por el stock de letras del Banco Central. También tiene un límite en la colocación de bonos, por los que debe pagar también altísimos intereses....
Un cuadro como éste termina indefectiblemente en una fuerte devaluación. Ésta será tanto más incontrolable cuanto menor sea la confianza que despierte el gobierno que surja de las próximas elecciones. El extremo de la caída de confianza ocurriría si quien venga pretendiera seguir con el "modelo". Pero hay un hecho objetivo: cualquiera sea el pronóstico electoral, habrá devaluación....
Entre hoy y el 10 de noviembre veremos una creciente tendencia a desprenderse de los pesos para transformarlos en bienes o en dólares. Esto presionará sobre los precios y sobre la brecha cambiaria. La gente y las empresas querrán desprenderse más rápidamente de la moneda argentina, aumentando su velocidad de circulación. El efecto será equivalente al de mayor emisión, redoblando el impacto inflacionario.Éste es el cisne negro que revolotea sobre nosotros.".
Mezcla de búsqueda de la profecía autocumplida y operación desestabilizadora (como se percibe desde el gobierno según cuenta acá Ambito), las movidas del blue buscan empiojar el tramo final de la campaña de cara a las PASO; en perfecto tándem con los teóricos del "ajuste inevitable": acá en Infobae el estudio Ferreres y acá en La Nación el propio "Speedy" exponen con toda crudeza el que llaman "único plan sensato y racional": tarifazo, ajuste del gasto público y endeudamiento, por un equivalente al 15 % del PBI, para "corregir los desequilibrios estructurales".
Es decir la misma receta de siempre, que parece inmune a los contextos y las situaciones, y valdría para todos los casos: escasa la originalidad de los muchachos.
El "cisne negro" anunciado (y añorado) por La Nación en su editorial -como bien lo remarcaba acá Edgardo Mocca- no es tal porque no es ni oculto, ni inesperado, ni negro, sino más bien verde. Verde dólar para ser más precisos.
Sobre la base de la objetiva reaparición de la restricción externa de divisas, se está montando la enésima operación desestabilizadora ensayada contra el gobierno de Cristina, que reconoce antecedentes ya en el 2007 en ocasión de su primera nominación para competir por la presidencia.
Sin descartar los objetivos económicos (forzar a una devaluación que les permita embolsar ganancias siderales, a costa de los ingresos de los sectores populares), la operación es de neto corte político: ante la creciente impotencia electoral de la derecha y sus alternativas (patentizada más aun con el giro discursivo "kirchnerista" de Macri) están tratando de amedrentar al futuro gobierno del FPV; incluso antes de que las urnas lo designen y asuma sus funciones.
Tratan de mostrarle los dientes a Scioli, disciplinarlo y marcarle -por las malas- el sendero que inexorablemente deberá tomar, cualquiera se el mandato que reciba de las urnas.
De allí que haya que prestarle preferente atención a éste tema, cosa que el gobierno está haciendo con todos los intrumentos y herramientas legales y de política económica que tiene a su alcance.
Hacer menos sería un error, porque significaría no tener en cuenta que es lo que está verdaderamente en juego, más allá de un puñado de vivos que buscan hacer subir el billete verde.
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