viernes, 21 de agosto de 2015

DE NÉSTOR A DE LA RÚA, EN CUESTIÓN DE MESES


Acaso sea aventurado avizorar por estas horas como decantará la crisis política en Grecia, y hasta es posible que Tsipras termine revalidando su mandato en las elecciones que se abren con su renuncia.

Lo que parece claro -sin embargo- es el signo general del proceso, que incluye la crisis abierta en la coalición Syriza que llegó al gobierno en enero, de la cual ya se están escindiendo sectores descontentos con el giro pro troika del primer ministro.

Como también está claro que en Grecia la política (una vez más en Europa, para variar) ha perdido en toda la línea frente al poder económico concentrado; del cual los miembros de la "troika" (el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el FMI) no son sino los voceros y lobbistas institucionales.

Para alguien que despertara en su momento tantas esperanzas como Tsipras, el final -que llegará más tarde o más temprano- no puede ser peor: con dos victorias electorales a cuestas (la de enero que lo llevó al poder, y la del referéndum convocado hace poco sobre las exigencias de la troika), el líder de Syriza dilapidó de forma lamentable su capital político en pocos meses, para terminar claudicando y aplicar un plan de ajuste mucho peor que el que resistió con firmeza en sus orígenes; lo que le valió justamente haber ganado las elecciones. 

Plan que incluyó por ejemplo -pocas horas antes de haber renunciado Tsipras- aprobar la privatización de los 14 aeropuertos del país, que pasarán a manos de una empresa alemana. Apenas se conoció la noticia, el Bundestag (el parlamento alemán) aprobó por amplísima mayoría el tercer "rescate" a Grecia, que no es sino el rescate de los propios bancos; tanto griegos como alemanes.

Favor con favor se paga dicen, y en éste caso aplica como pocos: sería interesante ver que opinan sobre estos casos de verdadera "corrupción estructural" (que van mucho más allá de la "puerta giratoria" entre uno que otro funcionario que pasa al sector privado que antes regulaba) ciertas ONG's y almas bellas de nuestro continente, que sacuden a los gobiernos populares de la región con el sambenito de la corrupción.

Un verdadero "capitalismo de amigos" de escala colosal y "reglamentado": toda la institucionalidad creada por el proceso de integración europea de más de 60 años, desembozadamente puesta al servicio de crear y facilitar negocios para los intereses privados, fundamentalmente del capital financiero.

Y allí está expuesto también en toda su crudeza el fracaso rotundo de las alternativas políticas que aparecieron -frente a la crisis de los partidos tradicionales- en algunos países de la Unión Europea, como es el caso de Syriza en Grecia; o por lo menos sus límites concretos para introducir cambios reales en este cuadro de situación.

Más allá de los desequilibrios productivos de los países más atrasados de la eurozona (lo que es particularmente aplicable al caso de Grecia), que generan restricciones reales al margen de maniobra para escapar al "cepo" de las tradicionales políticas de ajuste, no poder cortar el nudo gordiano del endeudamiento crónico es lo que se ha llevado puestas las mejores intenciones de Tsipras y Syriza.

La inflexible dureza de Angela Merkel y la "troika" (que fueron imponiendo condiciones cada vez más gravosas al gobierno griego) tuvieron por objetivo político "hacer tronar el escarmiento", y disuadir a futuro a cualquiera que tuviese en mente plantear alternativas que pasaran por reestructurar, renegociar o defaultear la deuda con los bancos europeos; fundamentalmente alemanes.

Cierto es que hubo reestructuraciones con quita de deuda incluso en el propio proceso griego, pero siempre condicionadas a la implementación de durísimas medidas de ajuste (las famosas "condicionalidades" de triste memoria entre nosotros, en los tiempos de acuerdos con el FMI), que no hacen sino agravar los problemas; y permiten acceder a "rescates" financieros que terminan en las manos de los acreedores externos: un círculo vicioso difícil de romper.

Lo que visto con ojos argentinos, resalta aun más la importancia de las medidas estructurales tomadas en su momento por Néstor Kirchner, tanto al reestructurar la deuda en default con sustancial quita del capital y reprogramación de los vencimientos, como al cancelar anticipadamente la deuda con el FMI.

Lo primero posibilitó liberar recursos para financiar el crecimiento económico del país con progresiva inclusión y movilidad social sin el condicionante de la deuda; y lo segundo sacarse de encima un "tutor" de las políticas económicas, que es además lobbista calificado de intereses empresariales bien concretos; como el caso griego lo acaba de demostrar, una vez más.

Tsipras amenazó por un momento con encarar con decisión ese nudo gordiano de la deuda, y pareció un Kirchner helénico, para terminar validando un mega-ajuste en contra del voto popular, al estilo del "blindaje" y el "megacanje" de los tiempos de De La Rúa.

En un sentido amplio se podría decir también que el caso griego -puesto en los términos que aquí se lo describe- vuelve a poner en el tape las fragilidades de ciertos sistemas políticos como los parlamentarismos y su capacidad para encarar estos dilemas.

Sistemas que -eso sí- están lejos de cuestiones que aquí se señalan como riesgos, tales como el populismo o las tentaciones hegemónicas.

Vaya entonces la reflexión para los que desde acá saludaron con esperanza la aparición de Syriza y su llega al poder, porque representaba una experiencia europea, y como tal, "depurada" de "degradaciones" propias de los países bananeros.

Si la cuestión fundamental de la política (en un sentido teórico y agonal) sigue siendo el poder, y como se lo obtiene, conserva, disputa o utiliza, el caso griego confirma que lo verdaderamente novedoso en términos políticos -como lo han reconocido incluso muchos teóricos europeos- sigue pasando por América Latina; y los procesos abiertos en el continente con el despertar del siglo.

3 comentarios:

  1. Una jugada de manual la que hicieron en Grecia: en vez de traer a un Cavallo para que haga el ajuste, los alemanes trajeron a una "Cristina Kirchner". Quién mejor que ella para explicarle a los griegos lo "inevitable que era el ajuste" y garantizar que era lo mejor que se podía alcanzar. Si lo explicaba Cavallo no le hubieran creído. Ahora Tzipras se puede retirar tranquilo, tiene garantizado un sueldo de por vida en la empresa que más le guste de Alemania

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  2. Cavallo un poroto, aparte de privatizar los 14 aeropuertos, rebajó sueldos y pensiones, aumentó el IVA y aumentó la deuda griega en 88.000 millones de Euros con el rescate. Arruinó mucho peor Grecia que sus antecesores del PASOK y ND

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  3. Para no terminar como Grecia, yo le voto al Frente para la Victoria.

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