Los vas a ver siempre preocupados y sensibilizados por todo lo que pasa en el país; activos con comentarios en las redes sociales, presentes en los medios.
Poniendo el rostro en cuanta rueda de prensa o reunión con cobertura de medios haya, desde el reclamo por un nuevo sistema electoral, hasta las campañas para prohibir el fracking en Neuquén, o paralizar la explotación minera en San Juan o La Rioja.
Si hay un reclamo de tierras de los qom en Formosa, ahí estarán ellos sacándose la foto con Félix Díaz y pidiendo por los derechos de los pueblos originarios.
Cuando mataron al pibe en Jujuy en plena campaña electoral, no hablaban de otra cosa; y por supuesto fueron a Buenos Aires a participar de la correspondiente marcha allá, para que rebotara en los medios porteños.
Al estallar el escándalo de las elecciones en Tucumán, se alinearon de inmediato con los reclamos de Cano y condenaron la quema de urnas, incluso antes de saberse quien las había quemado.
Ni que decir cuando se produjo la incalificable represión de la policía tucumana a los manifestantes que protestaban por el presunto fraude: ahí se les exacerbó tanto la sensibilidad, que se olvidaron del contexto en el que se fueron del gobierno en diciembre del 2001; o que acaban de anunciar (los radicales en público, los socialistas bajo cuerda) que van a votar a Macri, que cagó a palazos a medio mundo en el Borda.
Dispensan tanta sensibilidad con las causas justas a lo largo y a lo ancho de todo el país, que no les queda nada para hacerlo acá, en la provincia donde gobiernan.
Donde por ejemplo el padre de una víctima de desaparición de persona que está reclamando saber que pasó con su hija (Paula Perassi) tiene que andar por la calle con chaleco antibalas y custodios porque está amenazado; y el juez que entiende en la causa -en lugar de ponerse del lado de los familiares de la víctima, dándoles contención- lo ha querellado por criticarlo.
O donde se cayó por enésima vez el debate por las reformas a la ley de fitosanitarios cediendo a la presión de los lobbies del modelo de agronegocios; para lo cual fue crucial el proyecto que la diputada Inés Bertero del socialismo le cruzó a otro (de José María Tessa), para que en realidad no salga ninguno y las cosas queden como están.
O donde se produce una marcha multitudinaria en Rosario (ver imagen de apertura) reclamando justicia en el caso Escobar, en el que existen serias sospechas de que se trató de un homicidio, con la probable participación en las torturas previas inflingidas a la víctima por un agente de la policía de la provincia, que estaba trabajando como seguridad privada en un boliche; actividad regulada en Santa Fe pero respecto de la cual el Estado provincial no garantiza ningún control.
Por el contrario, y como si el caso no guardara ya una escalofriante similitud con el de Franco Casco (ver acá) -el Luciano Arruga santafesino- la respuesta de los funcionarios del Ministerio de Seguridad y de los fiscales (el brazo judicial del FPCyS) fue exactamente la misma: negar que se tratara de un homicidio primero, e intentar desvincular toda participación de la policía provincial, después.
Ni hablemos del penoso sainete de las conmutaciones de penas a los autores del doble crimen de la familia Mattioli, donde lo único que les preocupó fue la repercusión mediática.
Todo esto pasó y pasa en nuestra provincia, y en el caso de los hechos seleccionados para el racconto del post, apenas en un puñado de días.
Los mismos días en los que los funcionarios provinciales y municipales y la dirigencia radical y socialista del FPCyS se fue de excursión (mental, física, discursiva) por todo el país para -en teoría- solidarizarse con un montón de causas, pero -en realidad- para fugarse de lo que son sus responsabilidades concretas, acá y ahora.
Con la necesaria -imprescindible a esta altura- complicidad de la mayor parte de los medios provinciales, abundantes beneficiarios de la pauta provincial y municipal (en Santa Fe y Rosario); que también eligen contarnos todo el tiempo a los santafesinos lo que pasa en todos lados, menos acá.
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