domingo, 9 de agosto de 2015

MATEMÁTICA PARA SOJEROS


Por A.C.

Mientras algunos voceros que dicen representar al sector plantean a través de los medios una situación muy negativa en cuanto a la rentabilidad del negocio sojero, en la campaña 2014/2015 se produjeron nuevos récords.
Por un lado, el área sembrada, que alcanzó su máximo histórico con 20,1 millones de hectáreas, mientras en 2013/2014 las hectáreas sembradas resultaron 19,7 millones. Es decir que solo de una campaña a otra, se incorporaron 400.000 hectáreas más al negocio de la soja, lo que demuestra que una interesante rentabilidad sigue vigente más allá de las variaciones del precio internacional y del sistema de retenciones.
Si realmente no hubiera rentabilidad, habría que pensar entonces que los productores que amplían año a año el área sembrada lo hacen porque tienen una pulsión inexplicable a perder dinero, ya que ésta ampliación no es solo un fenómeno de éste último período. El incremento del área sembrada con soja  ha sido sistemático: desde el año 2008 (época del rechazo patronal agrario a las retenciones móviles) cuando las hectáreas sojeras representaban 16,6 millones de hectáreas hasta la actualidad, todos los años la superficie sembrada fue en aumento, hasta llegar al récord de éste año.
En consonancia con ese incremento de la superficie, también se alcanzó éste año un nuevo récord de cosecha con 60,8 millones de toneladas de soja, como informara la Bolsa de Cereales, con el agregado que erinde nacional promedio también fue histórico, alcanzando 3.180 kilos por hectárea, es decir un promedio nacional de más de 30 quintales. 
Claro que en la zona núcleo los rindes por hectárea son aún mucho más elevados, lo que aumenta en forma relevante la rentabilidad por hectárea en relación al promedio señalado. Por ejemplo en la zona centro sur de Santa Fe y el sudeste de Córdoba, los rindes llegan al doble, es decir a 60 quintales
Otra demostración incontrastable de la rentabilidad del negocio sojero es el precio de la hectárea. Según una publicación especializada como “Márgenes Agropecuarios”, en la zona núcleo del país el valor de una hectárea en el año 2007 era de 9.167 dólares, alcanzando los 15.000 dólares en el año 2014.
En tan breve lapso, un incremento de más del 60% del precio de la tierra solo se explica por los altos rendimientos que genera la inversión, ya que de otro modo nadie pagaría esos precios, más allá que no resulte fácil conseguir propietarios dispuestos a vender sus campos. Además, se terminaron los vendedores desesperados ahogados por las deudas. El tiempo de los productores perdiendo sus campos en remates, o estancados por no tener financiamiento para desarrollar la actividad, se terminó con la asunción de Néstor Kirchner.
El  agropecuario es hoy -por lejos- el sector que cuenta con mayor disponibilidad de financiamiento, con diferentes líneas de créditos especiales, con tasas de interés promocionales, con posibilidad de pago de insumos y bienes en cuotas sin intereses,entre otras ventajas, y  por esto, sumado a la rentabilidad de la actividad, los niveles de morosidad del sector cayeron a mínimos históricos: por debajo del 2%.  
No pareciera tan errada la política aplicada a partir del año 2003 a juzgar por los resultados que muestran los números de la cosecha y el precio de la tierra.
Y volviendo al tema de la rentabilidad de la soja, los márgenes brutos por hectárea son cifras que pueden verse en publicaciones especializadas como la que se citara anteriormente. Pero para que el hombre común, el trabajador, el pequeño comerciante, dimensione el volumen del negocio y la rentabilidad sojera, vamos a tomar un ejemplo.
En ésta campaña, el alquiler o arrendamiento de cada hectárea en la zona núcleo alcanzaba los 375 dólares. Quienes decidieron no producir, no trabajar su propio campo, por ejemplo un pequeño productor propietario de 200 hectáreas  que optó por arrendar, tuvo un producido del arrendamiento de 75.000 dólares (u$s 375 x 200), es decir casi $700.000 calculado sobre un dólar de $9,20. Quedándose en su casa, sin sobresalto alguno, sin trabajar, el alquiler del campo le significó más de $55.000 mensuales, suma que contrasta frente a los ingresos mensuales de la enorme mayoría de la población.

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