Al momento de subir éste post y como muestra la imagen de apertura, los números del escrutinio subieron hasta el 88,81 % de las mesas de todo el país, de modo que la tendencia ya resulta definitiva.
Tal como es habitual en estos casos, con sólo echar un vistazo a los diarios se puede comprobar como se multiplican las interpretaciones de los resultados; porque en la etapa que se abre la lucha es en esencia por eso: por imponer la lectura que mejor se acomode a las intenciones, los deseos y los intereses de cada quien.
Sin embargo, no se pueden obviar los datos duros: tras 12 años en el gobierno -con el desgaste que eso implica, y recibiendo a diario misiles de todo calibre- el FPV ratificó una vez más su indiscutida condición de primera fuerza política del país; ganando en toda la geografía nacional para presidente con excepción de la Capital, Córdoba, San Luis y Mendoza; y logrando sumar distritos que le eran hostiles, como Santa Fe y Corrientes.
Si antes de abrir las urnas se pensaba que Scioli no era (electoralmente hablando, y en muchos sentidos) Cristina y las cifras del 2011 eran irrepetibles (así lo marcaban las encuestas, y sobre todo el contexto político y económico), los números lo terminaron comprobando: casi rozando el 38 %, la fórmula presidencial capitalizó en esta etapa los votos del núcleo duro kirchnerista, con escasa penetración en el electorado "independiente".
Lo que comprueba algo que muchos sosteníamos antes: los votos del FPV son del espacio político, y hubieran sido capitalizados por cualquier candidato; comprobación que no debe entenderse como una crítica a Scioli, que supo trabajar para instalarse como "el candidato natural" elegido por el dispositivo institucional peronista que es la columna vertebral del oficialismo, y forzar la definición de Cristina en su favor.
Una definición -la de sortear la interna para seleccionar el binomio presidencial- que se reveló acertada si se considera lo que pasó en el crucial distrito bonaerense; y el modo en el que allí se realizó la disputa interna, poniendo en riesgo el resultado final.
Pero si de contextos hablamos, no podemos omitir señalar que la victoria de ayer se logró en condiciones adversas, con el dispositivo mediático opositor y buena parte del "poder real" poniendo -como decíamos acá- toda la carne en el asador en nuestra contra en un conjunto de operaciones cruzadas que no bastaron para cambiar las cosas, pero marcarán el tono general de la campaña, de acá hasta octubre.
Claro que las cosas pueden mejorar, y el triunfo en primera vuelta está al alcance de la mano, considerando una serie de factores tales como el incremento de la participación, el "efecto ganador" que tiende a sumarle votos al más votos obtuvo en las PASO (ya lo experimentó Cristina en el 2011), el porcentaje de votos en blanco que tiende a disminuir, y la muy probable migración de votos, en especial de otros candidatos peronistas: con sólo sumar algo menos de uno de cada tres votos de los que obtuvo ayer De La Sota, Scioli podría ser elegido presidente en primera vuelta.
Porque si nos atenemos además a las reglas constitucionales que rigen la elección, Macri debería estar bastante preocupado: con los votos de "Cambiemos" en el filo del umbral del 30 %, no tiene margen de error en el objetivo de retener los votos de Sanz y de Carrió. Con una porción mínima que se le escape, se le irá el sueño de llegar al balotaje por la canaleta de las urnas.
Uno podría preguntarse -más allá del fuerte componente anti-peronista que hay allí- que pasará en octubre con el voto radical, ante la decepción que los números arrojan para la estrategia elegida por la dirigencia del partido: el espectáculo de anoche de Sanz fungiendo de actor de reparto de un módico festejo del PRO hirió la sensibilidad de muchos boinas blancas.
Aunque pueda haber mejorado sus números en el tramo final de la campaña respecto a lo que venían marcando las encuestas, no se entiende el triunfalismo que trasuntaba el discurso de Massa: si se miran los datos fríos y duros, él personalmente retuvo el porcentaje que alcanzó en las legislativas del 2013 (cuando amenazaba con comerse la cancha en las presidenciales), compensando su notoria merma en la provincia de Buenos Aires, con algunos votos carancheados en otras provincias.
En rigor, el crecimiento de UNA debe atribuirse casi en exclusividad al aporte de De la Sota, cuyo 6,78 % no deja de ser meritorio, a menos que uno lo analice desde las expectativas personales del propio gobernador cordobés; a quien sin embargo le fue bastante mejor que otros candidatos "instalados" mediáticamente hace mucho tiempo como Carrió, Sanz, Stolbizer o Rodríguez Saá.
Haber atraído al "gallego" a disputar una interna de la que todos huían (como huían del espacio, en un "garrochazo" masivo) se reveló entonces el único acierto estratégico de Massa, en una campaña plagada de desaciertos; acierto que -sin embargo- no lo habilita para pretender erigirse -como hizo anoche- en el convocante a la unidad opositora de cara a octubre.
El llamado de Massa (tercero cómodo, a 11 puntos de Macri y más de 24 de Scioli, a título individual) a unir fuerzas ante un eventual balotaje que no está asegurado ni mucho menos, y del que es dudosísimo que pudiera participar, lució poco menos que ridículo.
Por no mencionar que el tiempo para construir esa unidad con efecto concreto en la elección, ya pasó, aunque él se sienta con derecho a pasarle facturas a Macri, por haber seguido a pie juntillas la estrategia de "descontaminación" sugerida por Durán Barba.
Dicho lo grueso respecto de lo más relevante de las elecciones de ayer, quedan por analizar las cuestiones menores; como el estruendoso fracaso del "progresismo" representado por Stolbizer en todo el país, y en especial en Santa Fe; que por tazones obvias será objeto de otro post.
Sólo diremos por ahora que el dilema "progresismo versus derecha neoliberal" con el que el oficialismo provincial encaró las elecciones santafesinas a gobernador se rebeló -una vez más- falso: tienen electores conservadores, que votan candidatos conservadores, y cuando gobiernan, generan gobiernos conservadores
La izquierda demostró una vez más su infalible capacidad de pegarse un tiro en el dedo gordo del pie: el "espectacular crecimiento" del que hablaban (a caballo de "protagonizar las luchas sociales y asumir la representación de los trabajadores") se redujo a un módico 0,85 % más que las cifras de Altamira cuando logró su "milagro en el 2011; y las candidaturas de Bodart y Castañeira aportaron un módico 0,91 % en conjunto, dejando al conjunto del espacio de izquierda bastante por debajo del 5 % en todo el país.
Hablando de Altamira: el triunfo de Del Caño (que desde acá módicamente celebramos) demostró que su "candidatura natural" invariablemente repetida cada cuatro años no resistía el más mínimo ejercicio democrático, como una interna por ejemplo.
Y no queremos terminar éstas líneas sin mencionar el previsible -pero no menos digno de destacarse- papelonazo de De Genaro, el "Lula" argentino; que finalmente concretó su tantas veces pospuesta candidatura, para orillar el 0,50 %, y superar por el canto de una uña a Yattah, el candidato que cerró su campaña en soledad.
Al parecer, ayer le llegó a más de uno el turno de darse su baño de humildad.
El triunfo del FPV en Primera vuelta es irreversible, teniendo en cuenta que se suman solo votos positivos y que ni Macri ni Massa retendran todos los votos de sus aliados en las PASO.
ResponderEliminarAltamira(José Saúl Wermus), viejo gorila y reaccionario,que la va de zurdo y actuó siempre como patrón de estancia, como capanga,y que nunca representó a nadie. Siempre funcional a Clarin,la Sociedad Rural y a la derecha golpista.
ResponderEliminarSalió a competir 20 años después de candidaturas "consensuadas" a fuerza de aprietres y de la guita que Clarin ponía a través de su hermano el "periodista" Ismael Bermudez (Natalio Wermus).
Se comió el personaje,se la creyó, salió a competir y le pusieron un CAÑO en la estancia.
Junto con Binner, otro jubilado sin aportes proveniente de la misma actividad: los funcionales a Clarin, a la Sociedad Rural y a la derecha golpista.
El Colo.