Leés así como al pasar que el coloquio de IDEA cerró con una profunda autocrítica empresaria, y pensás que pudo ser por su complicidad con la pasada dictadura; pero enseguida te acordás que hace poco fueron saliendo a uno (la conducción de la UIA primero, la AEA y el Foro de Convergencia Empresarial después) con los tapones de punta contra la iniciativa que discute el Congreso para crear una comisión bicameral que investigue justamente eso, y lo descartás.
Suponés que entonces que la autocrítica pudo haber sido por haber bancado explícitamente durante la dictadura y el menemismo políticas económicas que destruyeron el aparato productivo, quebraron industrias y fundieron empresas, favoreciendo además la concentración y la extranjerización, pero también lo descartás; porque leíste en estos mismos días del coloquio de IDEA que lo volverían a hacer: de hecho, el conjunto de medidas que le están "sugiriendo" al nuevo gobierno (ver por ejemplo acá) no son sino la exacta repetición de esas mismas políticas; una y otra vez aplicadas, con los mismos -y nefastos- resultados.
Y con toda seguridad la "autocrítica" empresarial tampoco es por haber reincidido en su ya endémica y estructural tendencia a la fuga de capitales del país; porque hace poco salieron también en bloque a oponerse al desplazamiento de la cúpula del HSBC por el Banco Central; por haber montado la plataforma financiera para que se fugaran capitales del país a través de cuentas secretas en la filial suiza del banco.
Descartado todo eso, vemos en ésta lisérgica nota de La Nación que -luego de una sesión de espiritismo con la ex senadora Estenssoro- la "autocrítica" fue por haber permanecido en silencio" durante los años kirchneristas, ante los atropellos contra el sector empresarial; de allí la exaltación de Aranguren (el ex CEO de Shell, candidato de Macri a conducir YPF) por sus célebres enfrentamientos con Guillermo "Polémico" Moreno.
Ahora bien, un simple repaso por los balances anuales de las principales empresas nucleadas en IDEA y todos estos sellos de goma del establishment marcan a las claras que -parafraseando a Alsonfín- a estos "gorditos" no les fue nada mal en todos estos años: por el contrario, la levantaron con pala; aun cuando está claro que sus deseos íntimos eran hacerlo con retroexcavadora, y de allí su tirria con el kirchnerismo, al que claramente detestan.
Tanto que su programa explícito -ése que están pretendiendo imponer a quien gane las elecciones- es ni más ni menos que el desmontaje prolijo y puntual de las principales medidas que se tomaron desde el 2003 para acá: acá los amigazos del Foro de Convergencia Empresarial lo ponían blanco sobre negro hace unos meses.
Suponés que entonces que la autocrítica pudo haber sido por haber bancado explícitamente durante la dictadura y el menemismo políticas económicas que destruyeron el aparato productivo, quebraron industrias y fundieron empresas, favoreciendo además la concentración y la extranjerización, pero también lo descartás; porque leíste en estos mismos días del coloquio de IDEA que lo volverían a hacer: de hecho, el conjunto de medidas que le están "sugiriendo" al nuevo gobierno (ver por ejemplo acá) no son sino la exacta repetición de esas mismas políticas; una y otra vez aplicadas, con los mismos -y nefastos- resultados.
Y con toda seguridad la "autocrítica" empresarial tampoco es por haber reincidido en su ya endémica y estructural tendencia a la fuga de capitales del país; porque hace poco salieron también en bloque a oponerse al desplazamiento de la cúpula del HSBC por el Banco Central; por haber montado la plataforma financiera para que se fugaran capitales del país a través de cuentas secretas en la filial suiza del banco.
Descartado todo eso, vemos en ésta lisérgica nota de La Nación que -luego de una sesión de espiritismo con la ex senadora Estenssoro- la "autocrítica" fue por haber permanecido en silencio" durante los años kirchneristas, ante los atropellos contra el sector empresarial; de allí la exaltación de Aranguren (el ex CEO de Shell, candidato de Macri a conducir YPF) por sus célebres enfrentamientos con Guillermo "Polémico" Moreno.
Ahora bien, un simple repaso por los balances anuales de las principales empresas nucleadas en IDEA y todos estos sellos de goma del establishment marcan a las claras que -parafraseando a Alsonfín- a estos "gorditos" no les fue nada mal en todos estos años: por el contrario, la levantaron con pala; aun cuando está claro que sus deseos íntimos eran hacerlo con retroexcavadora, y de allí su tirria con el kirchnerismo, al que claramente detestan.
Tanto que su programa explícito -ése que están pretendiendo imponer a quien gane las elecciones- es ni más ni menos que el desmontaje prolijo y puntual de las principales medidas que se tomaron desde el 2003 para acá: acá los amigazos del Foro de Convergencia Empresarial lo ponían blanco sobre negro hace unos meses.
Lo paradójico del caso es que en estos años de presunto "silencio ante el atropello" lo más granado de la cúpula empresarial argentina siguió haciendo lo de siempre: fugar capitales al exterior, promover no menos de 15 corridas cambiarias desde el 2007 para acá para forzar una devaluación y -como olvidarlo- cortar rutas por meses, desabastecer ciudades e intentar un golpe explícito desde el corazón mismo de la institucionalidad democrático; luego del "voto no positivo".
El establishment argentino que hoy se "autocritica" por haber sido blando y complaciente con el kirchnerismo en realidad se está lamentando porque en estos años -en los que reiteramos, la levantó con pala- no lo vio venir, o lo subestimó; y se vio sorprendido luego porque vio limitado su poder de lobby para imponerle la agenda.
Por el contrario, los conflictos tuvieron su origen justamente en la obstinación del kirchnerismo en no dejársela imponer: empezando por el sostenido con el Grupo Clarín por la ley de medios, podemos sumar el señalado del campo, o el del Techint por los directores de la ANSES en Tenaris-Siderar, o los cruces por la ley de abastecimiento, la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central o la regulación de los mercados de capitales; y podríamos seguir.
De la crisis del 2001 el establishment argento salió -como de costumbre- transfiriendo sus pérdidas al conjunto social; en éste caso a través de la mega-devaluación, la pesificación asimétrica que licuó sus pasivos en dólares y la ley de bienes culturales, tal como había salido de la dictadura con la estatización de deudas; antecedente del que por cierto tampoco ha hecho "autocrítica".
Y supuso entonces que -tal como había sido siempre- ese nuevo "sopt and go" del modelo de acumulación les posibilitaría acceder a nuevos niveles de rentabilidad extraordinaria. Cuando esa pretensión chocó contra los intentos del kirchnerismo por apropiarse de parte de esas rentas, o imponerle regulaciones públicas a las lógicas del mercado, estallaron los planetas: el conflicto con las patronales agrarias por las retenciones móviles es el ejemplo más sonado, pero no el único.
El establishment argentino que hoy se "autocritica" por haber sido blando y complaciente con el kirchnerismo en realidad se está lamentando porque en estos años -en los que reiteramos, la levantó con pala- no lo vio venir, o lo subestimó; y se vio sorprendido luego porque vio limitado su poder de lobby para imponerle la agenda.
Por el contrario, los conflictos tuvieron su origen justamente en la obstinación del kirchnerismo en no dejársela imponer: empezando por el sostenido con el Grupo Clarín por la ley de medios, podemos sumar el señalado del campo, o el del Techint por los directores de la ANSES en Tenaris-Siderar, o los cruces por la ley de abastecimiento, la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central o la regulación de los mercados de capitales; y podríamos seguir.
De la crisis del 2001 el establishment argento salió -como de costumbre- transfiriendo sus pérdidas al conjunto social; en éste caso a través de la mega-devaluación, la pesificación asimétrica que licuó sus pasivos en dólares y la ley de bienes culturales, tal como había salido de la dictadura con la estatización de deudas; antecedente del que por cierto tampoco ha hecho "autocrítica".
Y supuso entonces que -tal como había sido siempre- ese nuevo "sopt and go" del modelo de acumulación les posibilitaría acceder a nuevos niveles de rentabilidad extraordinaria. Cuando esa pretensión chocó contra los intentos del kirchnerismo por apropiarse de parte de esas rentas, o imponerle regulaciones públicas a las lógicas del mercado, estallaron los planetas: el conflicto con las patronales agrarias por las retenciones móviles es el ejemplo más sonado, pero no el único.
Los términos de la "autocrítica" empresarial en el coloquio de IDEA son ciertamente reveladores de su aficción por cierto onanismo conceptual, a través del cual se disfraza como debate lo que no es sino una eterna recapitulación sobre las mismas ideas; que además pretenden -reiterando lo dicho acá- que sean las únicas racionales para aplicar en el país, gobierne quien gobierne.
El "círculo rojo" empresarial argentino está incapacitado para el debate real, tanto que no lo practica siquiera en serio hacia el interior de sus propias organizaciones; y está "autocrítica" es simplemente su implícita confesión de incapacidad e impotencia política; porque en estos años fracasó su lobby sobre el kirchnerismo, al menos en los términos que ellos mismos lo plantearon.
Y también porque la misma suerte corrieron sus múltiples intentos por vertebrar una alternativa electoral competitiva para hacerle frente y desplazarlo del centro de la escena política, lugar en que -como todo parece indicar- quedará confirmado por los resultados de las elecciones del domingo próximo.
Aburguesados por décadas de resolver el dilema echando mano al actor militar hoy indisponible, y por practicar el entrismo a las fuerzas democráticas (amedrentándolas con la amenaza siempre latente del golpe de mercado), no vieron venir al kirchnerismo como salida inesperada de la mega-crisis de la implosión de la convertibilidad; y desde entonces nunca acertaron a articular una estrategia adecuada para condicionarlo por completo.
Y también porque la misma suerte corrieron sus múltiples intentos por vertebrar una alternativa electoral competitiva para hacerle frente y desplazarlo del centro de la escena política, lugar en que -como todo parece indicar- quedará confirmado por los resultados de las elecciones del domingo próximo.
Aburguesados por décadas de resolver el dilema echando mano al actor militar hoy indisponible, y por practicar el entrismo a las fuerzas democráticas (amedrentándolas con la amenaza siempre latente del golpe de mercado), no vieron venir al kirchnerismo como salida inesperada de la mega-crisis de la implosión de la convertibilidad; y desde entonces nunca acertaron a articular una estrategia adecuada para condicionarlo por completo.
Esta lacrimógena "autocrítica" que ensayaron en IDEA no es sino una puesta en escena para reclamar (como presuntas víctimas de un atropello de la política) al gobierno que viene que atienda sus demandas; para ser "compensados" por los "sufrimientos".
Pero además la autocrítica se saltea el hecho de que no permanecieron callados. En absoluto. Hablaron, y hablaron bien fuerte y claro. Exigieron todo a cambio de nada.
ResponderEliminarEl problema es que del otro lado, por primera vez en muchas décadas, había gente que sabía que podía responder "no". Que seguramente también sabía que aún si respondían "no", esta gente iba a seguir invirtiendo, justamente porque están ganando guita a carradas. Querían y quieren ganar todavía más, pero es mentira que ganen menos que en otros lados; por eso siguen acá.
En todo caso, todo fue una gran puesta en escena: ni perdieron guita, ni callaron, ni hubo ninguna autocrítica. Una fantochada.
La autocrítica esta equivale a cuando las minitas de moda dicen "mi peor defecto es ser demasiado humilde". Y uno se las imagina poniendo cara de María Eugenia...