lunes, 21 de marzo de 2016

"LA REVOLUCIÓN DE LA ALEGRÍA" CONSISTIRÍA EN REÍRSE, AUNQUE NO HAYA DE QUÉ


Probablemente a esta altura de los acontecimientos (los famosos y emblemáticos "100 días) ellos mismos esperaban que hubiera alegría de verdad; y que al menos sus votantes desbordaran de entusiasmo y satisfacción por la marcha de su gobierno.

Tanto como es posible que efectivamente esperaran que -solo con asumir Macri- apareciera la confianza y llovieran los dólares y las inversiones. Se dijo acá en su momento: el neoliberalismo termina siendo al final una cuestión de fe. Pero si no hay alegría verdadera (al menos semblanteando a la gente por la calle, mucho no se la nota), no se amilanan: siempre se puede conseguir comprada hecha, o editada.

Hace unos días Zloto escribía en El Cronista esta muy buena columna en sorna sobre un país ideal en el que todo funcionaba exactamente como Macri y su gobierno lo planearon, un modo irónico de decir que las cosas -fundamentalmente en la economía- no están saliendo según lo previsto. Sorprende contrastar el texto -escrito en clave humorística- con la obscenidad de los editoriales y notas de opinión de los medios hegemónicos; que oscilan entre contarnos que todo anda de maravillas (pese a "la pesada herencia recibida"), o no tanto, pero la gente comprende y acompaña al gobierno; pese a las dificultades. 

Lo que haría que -por caso, y ateniéndonos a las últimas encuestas- pese a que bajan los salarios, el empleo, el nivel de actividad, el crédito, las ventas y la recaudación en términos reales, la imagen presidencial y del gobierno subirían al mismo ritmo que los precios y las tarifas de los servicios públicos. O lo que es lo mismo: el macrismo habría descubierto la piedra filosofal que transforma las malas novedades de la economía (la falta de buenas novedades en ese aspecto) en excelentes noticias para su política.

Sin embargo, el hecho de que las primeras planas de los principales diarios estén todos los días dedicadas a videos con gente contando fajos de dólares, citaciones a indagatorias, el caso Nisman y sensacionales revelaciones sobre la corrupción K, dicen bastante más que lo explícito: no abundan las buenas noticias para contar. Por algo hicieron regresar de urgencia a Lanata, impidiéndole disfrutar de su lujoso piso en Miami, ganado con el sudor de su frente; por algo armaron ese penoso reportaje a Macri en la TV pública lleno de centros de un grupo de periodistas "amigazos", y por algo también censuraron a Roberto Navarro.

Cuando nos dicen que a Macri en estos 100 días "le fue mejor en lo político que en lo económico" tienen razón, si refieren al hecho que ha logrado cooptar/dividir/minimizar a buena parte de la oposición política y sindical.

En paralelo con la competencia periodística por ver quien le escribe el mejor "diario de Yrigoyen" al presidente, hay una sobreactuación del grueso de la oposición (excluidos el kirchnerismo duro y la izquierda) por mostrarse "buena onda": comprensivos, tolerantes, "razonables" o -en palabras de Urtubey, aunque queriendo decir otra cosa) "funcionales".

En el debate del acuerdo con los fondos buitres en el Congreso se pudo ver como buena parte del arco político nacional compra el núcleo duro del "relato" oficial: estamos mal pero vamos bien, el rumbo es el correcto, las medidas son dolorosas pero necesarias por la "pesada herencia recibida", el arreglo con los buitres es inevitable y en estas condiciones porque no quedaba otra; pero pasado el trago amargo todo será mejor. Si hay matices en la lectura de los 100 días macristas, no los hay en cambio en la idea de volver al "endeudamiento virtuoso"; coincidencia nodal con el gobierno que torna secundarias y superfluas todas las demás disidencias.

Tanta "atmósfera de optimismo" en la política (que lleva al propio Macri a decir que para él es una frustración "no bajar los niveles de enojo del kirchnerismo") contrasta con otros indicadores y percepciones por fuera de ella: acá vemos en Página 12 como Alfredo Zaiat hace un descarnado análisis de las principales medidas tomadas por Macri desde su asunción, y los efectos que produjerton; y hace unos días veíamos en los distintos medios (por ejemplo acá en Clarín) como YPf advirtió a sus accionistas, a la Bolsa de Nueva York y a la SEC (la CNV norteamericana) que algunas de las medidas del gobierno como la quita de subsidios y alza de tarifas pueden "ser impopulares y generar oposición política y social, o agitación", mientras plantea razonables dudas respecto al arreglo con los buitres: "No hay seguro que la Argentina pueda obtener suficiente capital o cuente con efectivo disponible para fondear los pagos a los tenedores de bonos y otros pagos que pueda tener que realizar en orden de arreglar litigios en curso..", advierten en el informe.

El sábado La Nación daba cuenta en ésta nota de una especie de "Foro de Davos"  local lo más granado del estalishment empresarial vernáculo desbordaba optimismo por la marcha del gobierno, y hasta gastaba a cuenta de la reelección de Macri o su sucesión dentro del PRO. Sin embargo, consultados sobre sus planes de inversión contestaban que por ahora están en espera, para ver como evoluciona el panorama.Vaticinan (que no es lo mismo que "prometer") que las inversiones fuertes -de afuera- "llegarán en el segundo semestre". 

Tampoco hay garantías de que eso suceda, o que los que hoy no invierten lo hagan después, si nos atenemos a los antecedentes. Del empresariado local poco podemos esperar, atenta su atávica avidez rentística y propensión a la fuga de capitales, menos en un contexto en el que el fin del "cepo" levantó todas las barreras que pudieran impedirla.

Y de las multinacionales con sede en el país lo mismo o menos, si se repara en el hecho de que se les han levantado las  restricciones para girar dividendos a sus casas matrices: están más preocupadas por sacar dólares del país,  que por traerlos.

Hay interrogantes económicos, que se reconducen en inquietudes políticas: si caen la demanda agregada y el consumo interno (y el gobierno impulsa la caída para frenar la inflación), los mismo que la inversión pública  (ídem, para alcanzar las metas de equilibrio fiscal), y no hay signos de revitalización de las exportaciones (pese a la devaluación y la eliminación de retenciones) o de un aumento significativo de la inversión privada ¿por dónde y como se crece, se genera empleo y se alcanza la "pobreza cero"?

El recurso del endeudamiento habilitado por el arreglo con los buitres puede servir para superar las restricciones reales de la economía (sobre todo la restricción externa) o para agigantarlas; como ha sido tradicional hasta acá. De las respuestas que dé el gobierno a esos dilemas (hasta acá no hay ningún elemento para ser optimistas en que sea la acertada) dependen la temperatura y el humor sociales, y su futuro político.

A menos que se piense que se puede seguir disociando permanente e indefinidamente política, economía y humor social, y fabricando sonrisas donde no las hay; con una claque de "reídores" que están a diario redefiniendo los límites del "periodismo militante".

3 comentarios:

  1. el hijo de Arrostito21 de marzo de 2016, 11:11

    Viendo las fotitos, me gustó mucho la del Mercosur, porque me hizo acordar cómo la Canciller de Venezuela le hizo callar la boca al Idiota Gerente.

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  2. A los botes!...a los botes!

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