EL FIN DEL KIRCHNERISMO: ¿UNA DE LAS 3 O 4 COSAS EN LA QUE TENEMOS QUE ESTAR TODOS DE ACUERDO

Prácticamente ya casi todos lo aseguraron, contundentes: Macri, Alperovich, Manzur, Urtubey, Lifschitz, buena parte del periodismo y hasta Ottavis. Ninguno quiso privarse de sumarse a la lista de los que nos extendieron el certificado de defunción.

Lo repiten tanto que es como si el asunto fuera más que una obsesión, casi como si fuera un conjuro para exorcizarnos, y como si hasta el minuto antes de que apareciera López con los bolsos, tuvieran miedo de que volviéramos.

Ponéle que sí, y que esta vez es, sin importar cuantas veces desde Escribano para acá no hayan sido, porque al fin y al cabo, todo llega en la vida. Discutir -ahora y siempre- en el presente sobre el acierto de predicciones del futuro es bastante absurdo, una pérdida de tiempo.

El asunto es como sigue la cosa, porque parece que algunos olvidan que el kirchnerismo se habrá terminado, pero los kirchneristas no, y votan (votamos); y desde el gobierno para abajo pasando por todas las "oposiciones", no se están esforzando mucho por "seducirnos".

Si hasta Alsogaray era más criterioso en su época, cuando se cuidaba de decir que él no tenía nada personal contra "el ciudadano peronista", sino contra "el régimen". Hoy -por el contrario- nos tratan a todos los que adherimos al kirchnerismo como si fuéramos López, y anduviéramos traficando con bolsos con dólares de un lado para el otro.

Por más esfuerzo que pongan en hacer pasar todo el debate político nacional por el prisma de la corrupción (con una autoridad moral de la que carecen), la realidad más temprano que tarde se abre paso, y las visiones contrapuestas sobre como debe ser el país siguen ahí, en la sociedad, buscando quien las exprese políticamente. 

Como estaban en el 2003 cuando Néstor empezó el recorrido, y todavía resonaban los ecos del "que se vayan todos", esos ecos que algunos parecen empeñados en hacer volver. Porque la identificación entre política y corrupción como una sola y misma cosa conduce a eso, no hay otra posibilidad. 

Por aquél entonces el peronismo (aunque formalmente en el gobierno con Duhalde) estaba a la deriva entre diferentes cacicazgos provinciales (como ahora), y aunque ahora muchos prefieran no recordarlo, Néstor asumió el desafío que otros esquivaron, y lo salvó de que la crisis se lo tragara como se tragó a la UCR el gobierno de De La Rúa.

Por entonces sobraba crisis, y faltaban aspirantes a manejarla y Néstor cubrió el vacío, dándole al peronismo un liderazgo, y al país un rumbo, que los argentinos acompañaron. 

Hoy -que está empezando a sobrar crisis donde no la había, por obra y gracia de las políticas de Macri- sobran los aspirantes a protagonizar la "nueva gobernabilidad" de la que el kirchnerismo está explícitamente excluido; pero en el peronismo sobreabundan los miradores de ombligos comarcales, y algunos que tienen más visión en términos de país, mejor que no estuvieran anotados, como Urtubey o Massa; excelentes prospectos de continuidad para Macri y su proyecto.

Pero en política no solo es cuestión de querer sino de poder, y no solo de como sino - fundamentalmente- de para qué; y hasta acá esto último nos lo estarían debiendo: saquemos de carrera si quieren a Cristina y a todos los que fueron dirigentes de primera línea del kirchnerismo desde el 2003 para acá, u ocuparon cargos en el gobierno o fueron en sus listas, prohibamos la letra k, y eliminemos el nombre de Néstor de todos lados donde lo hayan puesto.

Aun así quedará pendiente un hecho irrefutable: el kirchnerismo corporizó un proyecto de país y un conjunto de ideas, que siguen vigentes en la sociedad argentina. Y seis meses de gobierno de Macri mediante, diríamos que incluso más que antes.

Hacia el futuro se puede (y se deben) discutir los hombres, la construcción política, las alianzas, los instrumentos y las herramientas de ejecución, pero lo importante es el rumbo, y quien lo asume. Porque hasta acá los que firman el certificado de defunción lo único que vienen haciendo es de comparsa de Macri.