A falta de luz al
final del túnel y reactivación económica, parece que el segundo semestre se
viene con una discusión intensa sobre el rol de la oposición, en especial el
“ancho mundo peronista”, y dentro de él, el kirchnerismo: a éste posteo de Gerardo se sumó Abel Fernández en su blog, y hasta Mempo Giardinelli en su columna de ayer en Página 12.
Transcurridos seis
meses del gobierno de Macri (es decir con exceso los famosos “100 días” de
Perotti) nadie puede llamarse a engaño a esta altura sobre la verdadera
naturaleza del proyecto político de “Cambiemos”, y la dirección en la que
apunta. Sin embargo, de esa constatación no debería derivarse necesariamente
que haya pasado el tiempo de describir más o menos concienzudamente la
perversidad y los efectos de la políticas que despliega, para pasar a
preguntarnos que tenemos nosotros para ofrecer en contrapartida.
Así planteada la
cuestión (como una disyuntiva) sería falsa, porque como consecuencia de la
derrota electoral no somos gobierno, y en consecuencia no estamos en
condiciones -al menos por ahora- de marcar la agenda; y el mismo voto que puso
a Macri en la Rosada nos depositó a nosotros en el rol de oposición, con la
obligación de hacerle frente y tratar de expresar políticamente el descontento social
–ya palpable en algunos sectores- contra su gobierno, y sus medidas.
Y en éste lugar en
el que estamos colocados, el primer punto posible de acumulación política a
futuro (quizás el único disponible a la mano, acá y ahora) es ejercer ese rol
-el de opositores- con inteligencia y eficacia, pero sin concesiones: es el
propio gobierno el que avanza achicando el espacio para que las hagamos, todos
los días.
A siete meses de la
derrota en el balotaje, sigue sobrevolando en los análisis hacia el interior
del kirchnerismo la cuestión de la autocrítica, siempre necesaria y bienvenida
pero en la medida que sirva para adelante, para no volver a repetir los mismos
errores. No como una excusa para “dedicarnos a otro tema” y cambiar de pantalla
mirándonos el ombligo, mientras Macri se lleva puesto a diario lo que hicimos
bien, sin mejorar nada de lo que hicimos mal, o dejamos de hacer cuando nos
tocó gobernar.
Con esa salvedad, acordamos en que evaluemos y nos
auto-critiquemos todo: los errores de construcción política y de conducción (ahora
que todas las precariedades que arrastrábamos en ese plano asoman con toda
crudeza, y queda claro que no estábamos ni unidos, ni organizados), de gestión
de gobierno, de comunicación, de prácticas militantes; porque los hubo de todo
y de todos. Con diferentes niveles y responsabilidades, y en consecuencia con
diferente incidencia en los resultados.
Esquivando los
debates falsos, no porque no sean válidos en el plano teórico, sino porque son
inconducentes en la tarea política que se viene por delante de inmediato, hoy
mismo: carece de sentido determinar si el kirchnerismo fue y ya es parte del
pasado, o si se reconfigura como una línea interna del peronismo, o como parte
de un dispositivo mayor; y en tal caso en que rol.
Y lo mismo vale
para el rol de Cristina, y todas las disputas sobre el liderazgo y la
conducción: que si el “frente ciudadano” o la participación activa en la
interna del PJ, o si ambas cosas son o no compatibles. Cualquiera sea el
resultado de esas discusiones la tarea política pendiente es la misma, si se
acuerda en el punto central: debemos encarnar la principal oposición (por
volumen político y peso electoral, porque así lo decidieron los argentinos el 22
de noviembre pasado) al proyecto político de Macri, y ser capaces de despertar
interés incluso en los que no nos votaron (empezando por los "arrepentidos"), para constituirnos en alternativa.
Alternativa
dijimos, no una versión “mejorada” de “Cambiemos”, con menos tecnocracia
gerencial de CEO’S y más sensibilidad social. Si acordamos eso (que es en
nuestra opinión lo principal), lo demás viene por añadidura, y con el paso del
tiempo y como diría Perón, andando el carro se acomodarán los melones: los
límites de la construcción política, los modos de organización, los liderazgos
y representatividades electorales. Lo contrario es colocar el carro delante de
los caballos.
De lo contrario
corremos el riesgo de convertirnos en un amontonamiento similar al de la
conducción nacional del PJ, en la que -parafraseando a Duhalde- conviven los
que lo quieren a Macri como Urtubey (que dijo que si fuera presidente él
también hubiera vetado la ley anti-despidos), y los que no lo quieren o lo quieren menos; e impulsaron esa misma ley.
Se lee en muchos lados que a los que tienen que
cumplir roles institucionales (gobernadores, intendentes) se les complica
ejercer una oposición frontal al gobierno, porque tienen cuestiones diarias
acuciantes que atender, como pagar sueldos y hacer obras. Por otro lado
sindicalistas y movimientos sociales esgrimen argumentos parecidos para “desensillar
hasta que aclare”, o sin decirlo, obrar en consecuencia: unos porque tienen que
defender la plata de las obras sociales, los otros por la continuidad de los
planes, las cooperativas de trabajo o los comedores comunitarios.
Todas razones
atendibles -con diferente peso, por supuesto-, pero estructurales: nada hace
suponer que esas cosas vayan a cambiar en lo inmediato, por lo cual la
estrategia política a futuro (si es que los contiene, y ciertamente debería
hacerlo para tener volumen) debe incluir el debate interior sobre como resolver
esas situaciones, sin desdibujar el rol de opositores.
Veamos si no lo que
ocurre en el Congreso: es muy posible que el blanqueo y el proyecto de pago a
los jubilados repitan el mismo escenario que se vio cuando la discusión del
acuerdo con los fondos buitres; lo que ya marcaría una clara tendencia: el
núcleo duro de las políticas de Macri o sus iniciativas mas emblemáticas tienen
respaldo del grueso de la dirigencia política, a un lado y otro de la grieta.
Con lo que algunos
(que por momentos parecen más oficialistas que los legisladores y funcionarios
de “Cambiemos”) terminan dándoles la razón a los que dicen que, si ganaba
Scioli, hubiera hecho lo mismo; validando así “la inevitabilidad del ajuste”.
Pensemos si no en el lamentable rol de la mayoría de los gobernadores del PJ con los
tarifazos, que terminaron bancando (explícita o implícitamente) la idea de que
un 2000 % de aumento está mal, pero un 500 % es tolerable.
Y de ese modo se
cagaron en la gente que se puso al hombro el tramo final de la campaña para
intentar evitar una derrota que parecía inevitable (derrota que traería aparejada lo que trajo: el ajuste feroz, y de allí la movilización espontánea), así como antes se habían cagado en ella promoviendo una campaña de afiliación masiva al PJ, para terminar
cerrando una rosca con todos adentros, para evitar la interna.
Lo real y lo
concreto es que aunque se tomaran por válidas todas las críticas que “desde
adentro” se le han hecho al kirchnerismo y a Cristina (de hecho, muchas lo
son), hasta acá tampoco abundan del otro lado las autocríticas; y el “peronismo
competitivo y funcional” parece más ocupado en sepultar al kirchnerismo y jubilar
políticamente a Cristina, que en pensar como convertirse en una oposición
eficaz para Macri.
Todo eso a un año o poco más de las próximas PASO, y con un desbarajuste post derrota electoral donde se
generan reacomodamientos a partir de la supuesta “electorabilidad” de algunos
(otros ni esa carta pueden jugar, como Pichetto), que está por verse: no sea
cosa que cuando el calendario electoral apremie la salgan a buscar a Cristina
con encuestas en la mano, porque sigue siendo la que tiene los votos.
Como estará de
difícil la cosa, que Francisco como Papa y con Macri, viene cumpliendo el sueño
de Bergoglio como cardenal, con Kirchner: ser el líder de la oposición al
gobierno.
Los dato duros marcan a diario que lo que se quiso
descalificar como “campaña del miedo” se quedó corto porque la realidad es aun
peor, y nada indica que vaya a mejorar en los meses venideros; cosa que ya
hasta desde el propio gobierno están admitiendo. La pregunta entonces es que
pensamos hacer al respecto, porque en esto no existen los automatismos: el que suponga que cruzados de brazos y sentados a esperar capitalizaremos como maná llovido del cielo el descontento ciudadano contra Macri, está cometiendo un grosero error.
Por lo menos nosotros desde acá lejos estamos de presumir de tener
todas las respuestas. Por el contrario, somos todo oídos y escuchamos
sugerencias.
Gran post!
ResponderEliminarSIMPLIFICANDO SI LO DE LLAMOSAS DA RESULTADO APLIQUEMOS LLAMOSISMO Y LISTO!!!!
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