De movida el plan de Macri estaba más o menos claro: levantamiento de todas las restricciones al movimiento de divisas y capitales, "liberación de las fuerzas productivas" (léase eliminación o rebaja de retenciones para "sacarle el freno de mano al campo"), arreglo con los fondos buitres "para retornar a los mercados de capital".
La idea subyacente era que esos serían los motores del despegue: aprovechando el bajo nivel de endeudamiento que dejó el kirchnerismo (la parte de la "pesada herencia" de la que nunca hablan), rápidamente reconectarían al país con los canales del mercado financiero internacional, supuestamente para "financiar infraestructura para el desarrollo".
En ésta última premisa estaban de acuerdo muchos, aun en la oposición, comenzando por los gobernadores de las provincias que saldrían a pasar la gorra por "los mercados" aprovechando la ventana de oportunidad supuestamente existente.
Entre los más entusiastas se anotaban desde Urtubey (que dijo ya en la campaña que había que arreglar con los fondos buitres con ese fin) hasta Lifschitz: dijimos varias veces acá que el socialismo tiene una adicción compulsiva por tomar deuda, ya desde el anterior festival de endeudamiento en los 90'.
Por eso a muchos no les molestó demasiado ponerse a pensar que en realidad "el mundo" ofrecía más peligros y acechanzas que oportunidades, y que por esa razón era poco prudente pulverizar el mercado interno auto-generando una recesión machaza con caída del consumo y el salario; mientras se emprendía una alocada carrera por re-endeudarse: las colocaciones de deuda de las provincias se pisotean con las de las empresas, por el espacio abierto por el gigantesco endeudamiento que -en unos pocos meses- contrajo el gobierno nacional.
Pero ahora los que planteaban que la solución consistía casi exclusivamente en "volver al mundo" se sorprenden por las probables consecuencias del "Brexit", como si hasta ahora todo viniera viento en popa y el voto de los ingleses para irse de la UE fuera un piedrazo en un estanque calmo.
Entre otras consecuencias probablemente perjudiciales para nosotros, descubren que crecerá el costo del financiamiento para los mercados emergentes (como la Argentina) en general, y para las provincias en particular.
Ante esta "novedad" parecen no tener un "plan B" a la mano, a punto tal que el ministro de Economía de Lifschitz (que hasta ayer nomás trataba de convencer a los senadores del PJ que le autoricen un endeudamiento por 1000 millones de dólares), dice que por el momento no es oportuno emitir deuda (hasta hace dos días parecía que sí, y se enojaban con los senadores), pero que igual van a insistir con el pedido.
Daría la sensación de que les quemaron los papeles, y no guardaron copias de respaldo.
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