martes, 23 de agosto de 2016

CGT: ¿MASSA DE LO MISMO?


En los meses previos al congreso normalizador de la CGT de ayer los principales dirigentes de la central diferían todo pronunciamiento concreto sobre un plan de lucha para enfrentar al gobierno de Macri y sus políticas, al resultado del congreso.

Un argumento "formalista" para invisibilizar cuanto se pudiera el debate que se daba hacia el interior de la central sindical, por las diferentes posturas al respecto: el proyecto de alcanzar la unidad "con todos adentro" incluía el intento de contener al sindicalismo macrista en sus versiones "ultra" (el "Momo" Venegas) y "light" o fluctuante de acuerdo a las circunstancias (Barrionuevo), y eso esterilizaba a priori cualquier posibilidad de articular un sendero de protesta.

Aunque al final la unidad no fue tal ni logró el propósito de meter a todos adentro (por razones distintas, varias fracciones se automarginaron de la nueva conducción), el resultado fue el mismo: el congreso no fue más allá de elegir la nueva conducción de la CGT, y a pesar de algún que otro discurso "combativo", no hubo definiciones sobre paros o planes de lucha, y todo indica que no las habrá en lo inmediato. 

No parece tampoco que Pereyra (petroleros privados) inste un pronunciamiento contra el tarifazo o propicie una participación activa en las audiencias públicas para cuestionar el precio del gas en boca de pozo, o que Piumato (confirmado como secretario de Derechos Humanos) salga a reclamar la libertad de Milagro Sala.

A los dirigentes sindicales -hasta hace poco sensibles a la palabra presidencial- ni siquiera los acicateó para eso el exabrupto de Macri en simultáneo al congreso, acusando a los trabajadores de ser los que les ponen palos en las ruedas a los empresarios y al país, por ejercer sus derechos. 

Lo que lleva a preguntarse sobre qué bases reales se construyó la unidad, o en todo caso conjeturar una respuesta a tono con los que quedaron afuera, y con las definiciones que no se tomaron: ¿estamos acaso en presencia de un armado sindical que se apresta a fungir como la pata sindical del Frente Renovador de Massa, convencidos los dirigentes de que éste expresa la mejor alternativa al peronismo "post kirchnerista"?

Desde la presencia de dirigentes ligados al tigrense como Facundo Moyano, Daer o Pereyra en lugares expectantes del nuevo secretariado hasta la obsesión por perfilarse como un "sindicalismo responsable" (en espejo con el rol de "oposición responsable" que se adjudica Massa), autoriza a suponer que la conjetura no estaría errada; aunque resta correr mucha agua bajo el puente aún. 

Y mucho por evaluar, porque la prudencia de la nueva conducción de la CGT ante el gobierno de Macri también espeja la de la conducción oficial del PJ, y del peronismo "territorial" de gobernadores, intendentes y buena parte de los senadores nacionales. ¿Acaso porque también desde allí se le hacen guiños a Massa para tentarlo a volver al redil pejotista? 

Afuera del acuerdo quedaron muchos, claro que por razones distintas: desde el lumpenaje del "Momo" Venegas (que con su impugnación al congreso le da al gobierno un as en la manga para cuestionar la legitimidad de la nueva conducción si se tornara "combativa") hasta el MASA de Viviani y los sindicalistas que reportan al bloque de "Sanguichito" Bossio, pasando por las fracciones más combativas representadas por Palazzo de la Bancaria y la Corriente Federal de los Trabajadores, cuyos integrantes se reunieron hace poco con Cristina; y algunos "sueltos" como Sasia de la Unión Ferroviaria. 

En el caso de Bossio, la decisión de los gremios que tributan al Bloque Justicialista (como SMATA) de no formar parte del nuevo secretariado de la CGT no sería ajena a una lectura coincidente con la que antes expusimos: la ven como un armado funcional al massismo.

Cargando con su déficit histórico de no haber construido una pata sindical "propia" dentro del gremialismo tradicional, el kirchnerismo vio el congreso de la CGT desde afuera, y no puede pensarse que la postura de la Corriente Federal haya respondido a instrucciones de Cristina, ni nada que se le parezca.

Lo que sí es cierto es que la actitud  del sindicalismo combativo (incluyendo en él a Palazzo de la Bancaria) de no formar parte de la nueva conducción de la CGT tiene bastante similitud con la del kirchnerismo de no haber formado parte del Consejo Nacional del PJ en el recambio de autoridades, y por razones parecidas: la discrepancia con el hecho de que no se definiera -en ambos casos- una clara línea de oposición al macrismo y sus políticas.

Incluso la disidencia de ese sector va más allá de plantear posiciones más duras en lo inmediato respecto del gobierno: están planteando una ampliación de la agenda de reclamos de la CGT (generalmente centrada en Ganancias y los fondos de las obras sociales), y en su universo de representación, para incluir a los trabajadores informales, precarizados y desempleados, en concordancia con lo que han sido los planteos tradicionales de las CTA.

Por supuesto que ni la política ni el sindicalismo toleran los vacíos y los espacios que unos resignan, los otros los ocupan; pero no es menos cierto que si la dinámica política y social marcan una conflictividad en alza -como todo parece indicarlo- las estructuras que no la acompañen con una propuesta acorde corren el riesgo cierto de quedar vacías de representatividad real. 

El PJ nacional (más empeñado en volver al pre-kirchnerismo que en construir el post-kirchnerismo) es justamente un buen ejemplo de ello; y en el caso de la CGT las posiciones que manifestaron en el congreso normalizador Palazzo o la Corriente Federal tienen plena sintonía con las que expresan en muchas delegaciones regionales del interior algunos de los gremios cuyas organizaciones nacionales son parte de la nueva conducción cegetista, como es el caso de la UOM.

1 comentario:

  1. "El PJ nacional (más empeñado en volver al pre-kirchnerismo que en construir el post-kirchnerismo)". Decilo claro, je, el PJ ES MENEMISMO RESIDUAL.

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