El papelón protagonizado por Macri y su
gobierno en torno a la cuestión Malvinas puede ser analizado desde varios
puntos de vista, el primero y el más obvio es el tratado acá, a partir del comunicado conjunto de ambos gobiernos luego de la
reunión entre Malcorra y el número dos del Foreign Office.
Como se dijo
entonces, la “hoja de ruta” trazada por las partes en los temas que hacen a las
relaciones bilaterales es preocupante, porque consulta prioritariamente los
intereses de los ingleses y casi ninguno nuestro, en especial en lo referente a
Malvinas: resucitando la fórmula del “paraguas” del menemismo para poner a un
costado el reclamo por la soberanía de las islas, Malcorra comprometió de un
modo más o menos explícito concesiones al Reino Unido, sin obtener nada a
cambio; ni en el avance del proceso de negociación al que viene convocando la
ONU desde 1965, ni en la desmilitarización de las islas. Por el contrario, el
acuerdo también involucra “la cooperación entre ambas Fuerzas Armadas”, y en la
Antártida.
Concesiones
indudablemente pensadas para sortear el veto británico en el Consejo de
Seguridad de la ONU a la candidatura de Malcorra a la Secretaría General del
organismo, porque no hay ningún interés nacional (ni siquiera la soberanía de
las islas, que los ingleses siguen negándose a discutir) que las justifique.
Pensar que esta gente suele anatemizar como “clientelismo” la entrega de
colchones o bolsones de comida en las elecciones, a cambio de un voto.
Como decíamos
también antes, de ese modo y por esas razones, Malcorra (con la venia de Macri,
obviamente) se pasó a nado la cláusula transitoria primera de nuestra
Constitución Nacional incorporada en la reforma del 94’, y asumió un
semi-compromiso por escrito de propiciar la derogación de la Ley 26.659 (2011) que
penaliza todas las actividades de explotación de la plataforma continental
marítima en torno a las islas, y disponer el levantamiento de las sanciones dictadas en
su consecuencia a las empresas que operan concesiones o ejecutan contratos
otorgados por los kélpers.
Cuando en plena euforia del “Mini Davos” comenzaron
a filtrarse los detalles del acuerdo firmado por Malcorra y generaron
reacciones incluso hacia el interior de “Cambiemos”, el gobierno decidió huir
hacia delante: el presidente fue a la ONU y tras un anodino discurso en la Asamblea General,
anunció que los ingleses aceptaban por primera vez en más de 50 años sentarse a
discutir sobre la soberanía, nada menos; porque así se lo había dicho la primer ministra británica.
Solo suponer que
malinterpretó su charla de café con la premier May porque fue en inglés no
justifica el papelón, sino que lo agiganta: demostraría que estamos en
presencia de alguien cuya superficialidad innata le impide penetrar en lo
profundo de las cosas, y comprender realmente lo que está en juego en
determinadas circunstancias, o con quien está tratando en cada caso.
Desde allí
asistimos al récord mundial de un presidente desmentido por su propio canciller
primero, y por el Foreign Office después; y que no obstante eso seguía insistiendo en
su versión de los hechos; cuando lo aconsejable por la magnitud del patinazo
era callarse la boca, y pasar a otro tema. Malcorra (ausente en la reunión
“informal” de Macri con May, seguro que por andar rosqueando de cara a la
elección en la ONU) lo volvió a desmentir.
¿Tendrá claro ésta
gente lo que supone la investidura presidencial, o en las empresas de las que
vienen estarán habituados a enmendarles la plana a los CEOS, o si lo son a que sus empleados los contradigan?
El presidente
seguro que no, porque se comporta en las reuniones internacionales
como si fuera un encuentro entre amigos en el country; y aun pasando por alto si
Putin tiene o no tiene sentido del humor, en los países que ellos no dudarían
en llamar “serios” sí toman en serio estas cuestiones, y en el fondo al que no lo toman
en serio es a Macri; pero no por eso dejarán pasar la oportunidad de aprovechar sus
papelones, y utilizarlos en su beneficio.
Desde la estricta óptica de los intereses
nacionales, es muy posible que la bochornosa actuación de Macri tanto como el
ñoquismo de Malcorra (concentrada más en sus aspiraciones personales que en su
función como parte del gobierno) les den a los ingleses la excusa perfecta para
seguir dilatando sine die la discusión por la soberanía de Malvinas, cuando la
posición del país era mejor para comenzar a presionar en ese sentido: habiendo
sacado del medio la excusa de los hold outs por el arreglo leonino firmado por
el gobierno (contradiciendo por cierto los principios aprobados por la ONU a
pedido nuestro), en pleno “regreso al mundo”
y salida al mercado de capitales y apertura a la inversión extranjera sin
restricciones ni condicionamientos.
Y con Londres en pleno proceso del Brexit,
con la posibilidad concreta de que las islas fueran excluidas de la cartografía
de la Unión Europea, y los ingleses perdieran aliados continentales por esa
razón. Ni hablar del hecho de que éste mismo año la ONU validó nuestras
pretensiones sobre la plataforma continental, logro opacado ahora en sus proyecciones por las concesiones
de Malcorra.
Desesperados por
tirarle una soga desde acá al imitador de Freddie Mércury, los medios
nacionales (con la visible incomodidad de La Nación, dividida entre dos amores
por estar la rubia Albión en el medio) activaron el blindaje mediático que si
bien es eficaz en el país, se revela insuficiente a escala internacional; y
cuando al personaje se le suelta la mano afuera y no hay titular sobre “la ruta
del dinero K” que lo salve, su pequeñez es indisimulable: pasó con el MERCOSUR
y el pedido de aplicar la cláusula democrática a Venezuela, volvió a ocurrir
con el cuestionamiento a las inversiones chinas en el país para luego terminarpidiendo la escupidera en el G20, vuelve a suceder ahora con Malvinas, la ONU y
el Reino Unido. Intentar disimularlo es como remar en dulce de leche: algo muy trabajoso.
La oligarquía
argentina y su difuso sentido de lo nacional, borroneado por años de
colonialismo y entrega cipaya, vuelve hoy reciclada en éste presidente banana
que cree que toda salida al exterior es un foro de inversores, y que siempre
está hablando entre empresarios. Como claro representante de esa clase que es,
desdeña los conceptos de soberanía y patriotismo por arcaicos, y opuestos al
espíritu globalizador de la época; aunque en su caso es probable que lo haga
porque simplemente tienen una densidad inaccesible para mentes como la suya,
acostumbradas a la simpleza de balances y análisis de
costo-oportunidad-beneficio.
Y sin embargo esas
nociones están muy presentes en los países “serios” del llamado “Primer mundo”,
aunque disimuladas bajo la espesa costra de subordinación de los gobiernos a
las lógicas de los mercados: la primacía mundial del capitalismo globalizado se
sustenta no solo en sus virtudes económicas, sino en el poder de disuasión que
supone la fuerza militar pura y dura, monopolizada por los Estados.
Si uno fuera macrista, diría que la torpeza
presidencial malogra hasta sus propios “logros”, pero la cosa es peor aun: es
como si al salir a la escena mundial Macri quedase bajo la mirada de una lupa
aun más grande que la del país, y se notara más claramente aun que no da la
talla; y que los azares electorales (mezcla de virtudes propias y defectos
ajenos) lo colocaron en un lugar que le queda muy pero muy
grande, y no lo puede disimular.
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