El triunvirato de la CGT (a esta altura más desprestigiado que el de Chiclana, Sarratea y Passo) resignó toda chance de discutir la reapertura de las paritarias, pese a que sus propios números confirman que la inflación está lejos de ceder, y que por ejemplo en alimentos y bebidas (o sea la "inflación núcleo" de Sturzenegger) está cómodamente instalada por arriba del 2 % mensual.
Ellos mismos se ocupan de recalcar (ver al respecto acá) que esa característica del proceso inflacionario hace que golpee más duramente a los sectores de menos ingresos (hablando de los trabajadores formalizados, ni digamos ya los informales), que son -por ejemplo- los que no alcanzan a pagar Ganancias.
No obstante eso, y pese a haberse acercado a los movimientos sociales, todo indica que van a desarmar el paro "latente" a cambio de un bono de 1000 pesos para los jubilados que cobran la mínima, y los beneficiarios de la AUH, lo que el propio hijo de Moyano calificaba hasta ayer de "migajas". Y la exención de Ganancias sobre el aguinaldo, lo que en tiempos de Cristina también les parecía "migajas".
Y queda el compromiso de "sentarse a una mesa" con los empresarios para evaluar si les pueden dar un bono o no para fin de año, de cuanto y en cuantas cuotas. La COPAL (la cámara de las empresas de la alimentación, que lideran los aumentos de precios que impactan en el bolsillo de los trabajadores) lidera también la negativa a otorgar el bono: quieren la chancha, los veinta y la máquina de hacer chorizos, aunque en realidad ya tienen todo eso.
Desde la CGT dicen que ellos no se pueden meter en las negociaciones de las paritarias porque eso es privativo de cada gremio, con lo que cabe preguntarse para que carajo estaría la central obrera. Para plantear una estrategia de confrontación con el modelo de ajuste, destrucción de empleo y salarios y endeudamiento para la fuga de capitales que ejecuta Macri, evidentemente no. Al menos por ahora. Habría que ver para cuando, y si llega ese momento.
El gobierno respondió de una a los reclamos con la mirada puesta en las cuentas fiscales, a punto tal que hasta donde se sabe, no habría bono para los trabajadores estatales; y muestra los 1000 pesos a los jubilados de la mínima y beneficiarios de la AUH como una "muestra de su sensibilidad social"; y si más no dan, es para "no comprometer las cuentas fiscales".
Antes han sido más generosos, con otros sectores: a 1000 pesitos por pera, y 7 millones de beneficiarios potenciales, el bono costaría 7000 millones de pesos. O sea menos de la séptima parte de lo que el Estado dejó de percibir éste año como consecuencia de haber eliminado las retenciones a las exportaciones de la minería, la industria (incluyendo las alimenticias de la COPAL, y otras como las automotrices, Techint o Aluar) y la casi totalidad de la producción agropecuaria, con la excepción de la soja a la que le rebajaron cinco puntos.
Acá lo pueden ver en la página del Ministerio de Hacienda y Finanzas, al día de ayer (serían unos 49.328 millones menos):
O sea que tenían de donde sacar plata para repartir.
Pero no vayan a pensar que gobiernan para los ricos, no señor, ¿a quién se le puede ocurrir semejante cosa?
Capaz que a los empresarios (donde dice "costo de la producción" léase "salario medido en dólares"):
Para el presidente de Toyota, el Gobierno logró "bajar el costo de la producción argentina" https://t.co/851E6s08sR pic.twitter.com/T3wDWgRtOu— Agencia Télam (@AgenciaTelam) 12 de octubre de 2016
Aunque para ser justos, Mauricio considera mejores aliados suyos a los sindicalistas, por algo será:
Jubilados:
ResponderEliminarCon los $1.000, aprovechen para entrar al blanqueo.
El Colo.
Que orgullo,como dirigente obrero, que te elogie Macri.
ResponderEliminarEn breve ¿los Cabezones decapitados?