Parece demasiado prematuro suponer que los fracasos que
sufrió el gobierno esta semana en el Congreso marcan un cambio de tendencia en
los alineamientos políticos, en especial de parte de la “oposición responsable”
que encarnan algunos sectores como el massismo, o el bloque de Diego Bossio.
Primero es preciso establecer claramente como se
sucedieron los hechos, para luego hacer las valoraciones del caso. Vamos por
partes.
El proyecto de ley que poda las facultades del ministerio
público para forzar la salida de Gils Carbó se terminó cayendo -en primer
lugar- por la embestida de Carrió; que más por coherencia política actuó movida
por su necesidad de no dejar de ser la interlocutora privilegiada de Macri en
los temas “institucionales. Es decir la misma lógica con la cual embistió en su
momento contra Angelicci y sus operaciones judiciales.
Además de eso, no debemos perder de vista que el trazo
grueso del proyecto (un auténtico bochorno jurídico por donde se lo mirar)
correspondió a Sergio Massa y Graciela Camaño, que aspiraban a quedarse con el
control del manejo de los fiscales a cambio de sus votos. Pero tenían un guiño
de Pichetto para que luego el proyecto avanzara en el Senado, aunque luego todo
terminará como sabemos.
Tampoco hay que menospreciar las reacciones que el
proyecto generó en los propios operadores judiciales, comenzando por la
influyente Asociación de Magistrados: cuando se conocieron los detalles del
proyecto hubo más reacciones afuera del Congreso que adentro, dejando a salvo
la oposición del kirchnerismo y la izquierda.
Otro tanto pasó con el régimen de “asociación
público-privada” que en su momento analizamos en detalle en ésta entrada: hasta que se pudrió todo con la ley para rajar a Gils Carbó (porque
eso es en esencia la reforma del ministerio público), venía con media sanción
del Senado (lo que supone el apoyo de los senadores comandados por Pichetto y
Abal Medina) sin mayores cambios, y todo parecía indicar que al gobierno le
daban los números para aprobarla con el apoyo de Massa y Bossio.
La referencia de Graciela Camaño (la frustrada “jefa
efectiva” de los fiscales a través de la bicameral del ministerio público) a
venganzas y platos fríos al irse del recinto el deja a las claras que hubo
bastante de devolución de gentilezas, más que objeciones de fondo al engendro
que privatiza, extranjeriza y concentra la contratación pública.
Lo que no supone desconocer que el proyecto despertó
fuertes resistencias al interior de los bloques del Frente Renovador y el
Justicialista, en especial por parte de los diputados de extracción sindical.
Justamente Massa y Bossio (en especial el tigrense) se
esforzaron en presentar el retorno del proyecto a comisiones como un “vuelto”
por el fracaso de la reforma al ministerio público; cuando es tan ral como eso
el hecho de que en la votación nominal para decidir que se hacía con él se
partieron los dos bloques, y el propio Bossio había votado por aprobarlo tal
como estaba, y convertirlo en ley.
Si se relojea el Senado, se advertirá que Pichetto por
ejemplo votó sin cuestionamientos la “asociación pública privada”, y estaba
dispuesto a hacer lo mismo con la reforma al ministerio público, hasta que
apareció Carrió; de modo que empezar a hablar de un reacomodamiento opositor es
como mínimo prematuro.
Lo sí queda claro es la
fragilidad de la coalición oficialista, que cruje en cada tema a discutir por
la sencilla razón de que una cosa es el gobierno (donde prima decididamente el
PRO, los radicales decoran y Carrió no participa con cargos de gestión), y otra
el Congreso, donde no todos los miembros del interbloque de “Cambiemos” se
sienten cómodos con la agenda y los tiempos que trata de imponer Maacri.
¿Significa acaso eso que el
oficialismo legislativo se partirá, dificultándole aun más a Macri la gobernabilidad?
También sería prematuro concluir en eso, sobre todo cuando en las líneas
maestras del programa de gobierno todos los socios de “Cambiemos” coinciden,
aunque los minoritarios (la UCR y la Coalición Cívica) con astucia traten de
que sea el PRO el que cargue con los costos políticos de defender lo
indefendible.
En todo caso ambos temas (de una
densidad e importancia relevantes) dejan en claro que la estrategia de “cambio
de figuritas” que hasta acá vienen llevando adelante tanto Massa como Bossio
está bastante cerca de encontrar sus límites, porque a cada concesión que le
hagan al gobierno para que sus iniciativas avancen en el Congreso, no
necesariamente le corresponderá otra de Macri, con el mismo peso sustantivo. Y
los proyectos del gobierno no vienen livianitos últimamente, como lo demuestran
los dos de los que estamos hablando.
La conformación del Congreso se
presta para la fragmentación, el filibusterismo, los microemprendimientos
legislativos y las groseras contradicciones. Ver si no el ejemplo del
“progresismo” encarnado por Stolbizer, que se abstuvo en un caso (el de la
asociación público-privada), y en el otro (ministerio público) salió a criticar
duramente un proyecto cuyo dictamen había firmado.
La próxima “prueba de fuego” será
el presupuesto, en el que hasta acá Massa y Pichetto vienen cocinando todo en
la lógica del “cambio de figuritas”; partiendo del hecho incontrastable de que
todo gobierno tiene derecho a contar con su presupuesto (algo que muchos de los
hoy oficialistas le negaron al kirchnerismo cuando armaron el “Grupo A” en el
2009).
A cambio de supuestas concesiones
de Macri a los gobernadores, se aprestan a convalidar el ajuste, la suba de
tarifas, el reendeudamiento y las podas en áreas críticas, salvo alguna
sorpresa de último momento.
Que podría darse por ejemplo si
se siguen agudizando las contradicciones hacia el interior de las distintas
“oposiciones responsables”, donde ya se alzan voces críticas (sobre todo en el
massismo) porque la estrategia elegida los lleva a un “no lugar”: sin terminar
de decidirse a ser opositores, y sin participar de los beneficios de gobernar,
sino simplemente de coparticipar en los costos.
¿Nosotros? Tranqui, siempre del mismo lado, desde el principio: del de enfrente de estos impresentables que nos gobiernan.
Patear el tablero, no aprobar el endeudamiento a nivel nacional y aprobar el endeudamiento a nivel provincial y que el gobierno nacional, se deje de endeudarnos que gobierne o se vaya.
ResponderEliminarQue exelente documento el de un traje a medida , me canse de buscarlo no le recordaba el titulo ni el blog donde lo habia leido.
ResponderEliminarresumiendo:
ResponderEliminarcarrio quiere ser jefe de fiscales y por eso impulsa la via juicio politico contra gils carbo. su lucha es contra camaño, que se fortalece por la via ley del congreso.
los radicales estan calientes por macri negocia con massa y los ningunea. se la hiceron pagar boicoteando la ley. para negociar con mayor fuerza en la reunion relanzamiento de cambiemos.
massa y camaño se calentaron con cambiemos por el autoboicot de la ley. y se la pagan mandando atras el presupuesto.
moraleja: macri negocia con todos pero no tiene tanto para ofrecer. se dieron cuenta que les promete lo mismo a varios y se le empieza a caer el debil sistema de alianzas y pactos.
A teofilo es cierto y en la economia le pasa lo mismo, esta lleno de gente con intereces encontrados y que persiguen la suya.
ResponderEliminarEn otro comentario me referi que era un gobierno bastante inviable, no ha negociado con Dios y el Diablo sino con 200 arcangeles y 200 demonios algo totalmente inviable.
y gente pesada el fondo, los chinos, grandes multinacionales, colectivos que lo apoyaron y estan en la quiebra.
Saludos.