(*)
Lo que el presidente Mauricio
Macri tiene en la cabeza en este momento es una mezcla rara de satisfacción y
decepción. (¿esperaba más del sexo oral?) Está satisfecho porque cree
que la inflación, al fin, comenzó a bajar y supone que el proceso será irreversible.
(guarda que lo mismo pensábamos nosotros de muchas conquistas de la década
pasada, y las están haciendo mierda) Y está decepcionado porque esperaba
que, a esta altura, las inversiones fueran contantes y sonantes (claaa, nada
de plata en paraísos fiscales, o sociedades que no facturan. Ah, no, pará...) y
ayudaran al crecimiento de la economía y a la generación de trabajo genuino. (pero
cómo ¿no diluviaron inversiones cuando arrancó el segundo semestre?) O
producir un "contagio virtuoso" que llegara, incluso, a "zonas
tan sensibles" como las de la educación o la inseguridad. (satisfacción,
decepción, zonas sensibles. ¿Es una nota de Alessandra Rampolla esto?)
No
está preocupado por las elecciones del año que viene: (lo mismo pensaba De
La Rúa en el 2001, semanas antes del helicóptero) cree que Cambiemos ganará
en la provincia de Buenos Aires y también en la ciudad. (bueno sería que
perdieran ahí, tienen que cerrar todo e irse) Que "el cambio" se
terminará de consolidar en el resto del país. Macri desarrolla con toda
naturalidad la teoría de los tres tercios: un fotograma sobre cómo piensan y
cómo sienten los argentinos hoy. (¿fotograma?) Afirma, ante su mesa
chica, que un tercio de los argentinos apoya a esta administración y que ese
"núcleo duro a favor" lo va a seguir haciendo porque está convencido
de que el país empezó a cambiar. (y porque fueron decapitados
intelectualmente) El nivel de credibilidad de Macri, en este grupo, según
las encuestas que maneja el Gobierno, supera el 90%. (o sea que hay un 10 %
que no le cree pero igual lo vota. Debe ser el famoso “electorado inteligente”)
En el otro extremo hay un tercio compuesto por los seguidores de la ex
presidenta Cristina Kirchner y la izquierda dura. (¿la blanda cuál es,
Stolbizer?) Del total de este 33%, más de un 20 correspondería a los
incondicionales del Frente para la Victoria y cerca de un 10, a la izquierda. (¿arreglaste
pauta con Altamira? Si llegan al 10 % brindan con champagne) Ese segmento,
según los analistas del Gobierno, no cree ni acepta nada de lo que haga y lo
que diga el Presidente. (los que no le creen nada son más, incluso algunos
que igual lo votarían, lo dijiste en el párrafo anterior) Ni siquiera le
importa mucho lo que decida o lo que verbalice. (de hecho sí le importa
Majul, es a partir de eso que lo putean: sino decíle que pruebe nacionalizando
el comercio exterior o la banca, y contáme como le iría con ese grupo) Lo
desprecia. Lo asocia con su padre, (por favor, como si compartieran 19
sociedades off shores juntos, a quien se le ocurre) con la derecha (menos
todavía, si estamos a minutos de la reforma agraria y la socialización de los
medios de producción) o con la dictadura. (otro absurdo, ni que la
familia Macri tuviera algo que ver con eso, por favor, como se fabula) El
nivel de credibilidad de Macri dentro de este tercio no alcanza al 10 %. (¿hay
un 10 % que no le importa lo que haga o diga, pero le cree?) Por supuesto,
no lo votó. Y todo parece indicar que no lo votará jamás. (tremendas
revelaciones. ¿En esto consisten las famosas “encuestas cualitativas"?)
El
otro 33%, el más volátil, es la franja sobre la que se propone trabajar el
equipo de Macri, que ya piensa en las legislativas del año que viene. (¿en
algún momento piensan en gobernar?) De esta última porción, el 55% lo terminó
eligiendo porque primó, en su decisión, el profundo deseo de cambio. (¿cómo
lo saben, les marcaron los votos, los espían?) Y porque se terminó hartando
del autoritarismo, de la mentira y de la corrupción del kirchnerismo. (obvio,
por eso eligió todo eso mismo, pero administrado por “Cambiemos”) La
fantasía de que Cambiemos representaría un cambio no sólo en los modos sino
también en las cuestiones de fondo, como la reacción del Presidente y sus
ministros ante los casos de corrupción, (¿cuál reacción, decir que tener
sociedades off shore no es delito, armar “fideicomisos ciegos”, impulsar un
blanqueo, ésa reacción Luis, o es otra?) es lo que terminó de inclinar la
balanza. (¿o sea que la gente votó el año pasado por lo que el gobierno está
haciendo éste año Luis? no se entiende o son todos mentalistas, como Carrió) Por
eso el martes, cuando el Presidente se enteró de que a la diputada Elisa Carrió
se le había tapado una arteria coronaria, se preocupó enseguida por averiguar,
por sus propios canales de información, cuán grave había sido su dolencia. (¿qué
tienen que ver las razones por las que la gente votó a Macri con la operación
de Carrió?) Suspiró aliviado cuando le dijeron que la intervención había
sido exitosa. Tuvo un momento para reflexionar sobre el estrés del poder. (un
momento, pero enseguida se le pasó el estrés y volvió a lo de siempre: todo le
chupa un huevo) Y sobre su propio estrés. Y cómo lo combate.(viajando,
boludeando en las redes sociales, levantándose al mediodía, andando en bicicleta
por el Central Park, viajando en colectivo trucho)
El
Presidente se encuentra con su psicoanalista una vez por semana. (dato
clave: el tratamiento no estaría teniendo resultado) Además, desde que
empezó la rehabilitación después de la operación de su menisco, se entrena
todos los días. (otro dato fundamental, decí que está vos Luis, sino jamás
tendríamos acceso a información esencial) De lunes a domingo. (y sí,
todos los días dijiste. Trabajar en cambio, no) Incluso los fines de
semana, (“todos los días” son “todos los días”, Majul, se entendió) antes
de meterse en la cancha de paddle. Se ejercita con el mismo personal trainer
que hace transpirar al ex jefe de la SI Gustavo Arribas. (¿cómo “ex”, lo
rajaron? igual, más lo hace transpirar Stiuso) Si está de buen humor, Macri
empieza las conversaciones hablando de lo bien que está jugando al fútbol. (claro,
cuando está de buen humor, hace chistes) Dice a sus íntimos que ahora
"no lo ven venir". (es como la lluvia de inversiones, entonces) Los
que lo conocen afirman que eso mismo le pasa haciendo política. (¿no lo ven,
no viene?) Por eso cuida a Carrió como si fuera su mejor amiga. (¿para
esconderse atrás de ella y que no le vean venir? explicá un poco mejor las
conexiones Luis, no se entiende un pomo) No ignora que su incorporación a
Cambiemos, junto con el acuerdo con Ernesto Sanz, fue un factor determinante
para ganarle a Daniel Scioli. (cosa que se nota por el modo en el que les
pagó con abundantes cargo en el gobierno. Ah, no, pará...) Que la mayoría
de aquel tercio más volátil, ante la duda, acabará eligiendo a los candidatos
de Cambiemos por "empatía vinculada con la honestidad". (¿no era
que lo elegían igual haga lo que haga? ponéte de acuerdo, Majul)
Carrió,
la gobernadora María Eugenia Vidal, Margarita Stolbizer, Gabriela Michetti y
Graciela Ocaña, dicen las encuestas que maneja el Gobierno, representan eso en
el imaginario colectivo: la imagen de que son más honestas y cercanas que la
mayoría de la dirigencia política. (No sé si lo advertiste Luis, pero metiste
a dos opositoras adentro. Tratá de que no se note tanto. Igual, capaz que el
“imaginario colectivo” sea un poco más complejo, eh) "No entiendo por
qué Margarita está con Massa", suele decir. (Ella tampoco, quedáte
tranquilo. Debe ser porque todavía del gobierno no le ofrecieron una embajada,
o no le compraron el libro para repartirlo en las escuelas, andá a saber) Cree
que ella tiene mucho más que ver con Cambiemos que con el Frente Renovador. (Bueno,
tampoco es que son taaaan distintos)
Del
mismo modo en que Macri se muestra muy optimista de cara el futuro inmediato, (que
ya no sería el segundo semestre, a juzgar por los datos de la economía. Habría
que precisar un poco cuan “inmediato” es ese mejor futuro) sigue recibiendo
duras lecciones prácticas en la asignatura que todavía tiene pendiente: la
educación presidencial. (¿tantos años de Cardenal Newman y Universidad
Católica y no los educan para ser presidentes? Cuanta plata tirada al pedo) De
su viaje a Washington se llevó una que no olvidará jamás. Ahora sabe que el
periodismo nacional y también internacional no tiene un solo off the record,
sino dos. (a veerr como es eso che) Uno es el clásico: lo que se habla
no se publica o se publica con reserva de la fuente. (eso sería educación
para periodistas, no para presidentes) El otro es relativamente
"moderno": consiste en que un presidente no puede hablar en broma o
de manera informal y pretender que el periodista o el medio aclare que no se
trata de una declaración "oficial". Eso fue lo que le sucedió cuando
se encontró con un grupo de colegas que le preguntaron si había tenido una
conversación directa con la primera ministra británica, Theresa May. (¡pará,
pará, pará!: ¿vos decís entonces que todo fue una joda de Mau, que el
presidente jode con algo que lleva 200 años y costó una guerra y muertos, Luis,
posta? Es un terrible pelotudazo entonces, a eso no hay “educación presidencial”
que lo resuelva che) La energía que le tuvo que dedicar a aclarar que no le
reclamó directa y formalmente que se incluyera en el diálogo, de inmediato, el
tema de la soberanía, lo terminó agotando. (le suele pasar seguido, eso de
agotarse. Que se tome un descanso decíle, hasta el 2019, ponéle) Es verdad
que sus asesores le recomiendan que no abandone nunca "la
espontaneidad" (“pelotudez banana”) porque genera
"cercanía". (claro, porque los boludos andan en bandada y tienden
a identificarse con otros boludos) Pero a veces la
"espontaneidad" le termina ocasionando dolores de cabeza.
"Frescura", "ingenuidad", falta de "viveza criolla"
o "excesiva inocencia" es también lo que le endilgan al jefe del
Estado los dirigentes más conspicuos de la oposición (claro, seguro, por eso
tiene cuentas afuera, sociedades off shore y armó con el padre un imperio
económico chupándole la teta a todos los gobiernos: por ingenuo e inocente.
Contános más, Luis) y también algunos de su propio partido. Quizá no sepan
diferenciar entre un político clásico y otro que hace política de una manera no
tradicional. (O entre un ingenuo y un hijo de puta)
Un hombre que conoce a Macri como nadie (¿Niky
Caputo?) suele recordar cómo algunos de sus deseos más inesperados poco a
poco se van transformando en realidad. (¿logró tocarle las tetas a Violeta?)
El hombre se pregunta, con cara de inocente: "¿Vos te imaginabas, hace
un año, un país donde un sindicalista como «Caballo» Suárez estuviera preso? (no,
hace un año apenas había 5,9 % de desempleo y la mitad de inflación que ahora,
pero nos faltaba eso) ¿Hubieras apostado a que Lázaro Báez estuviera
detenido y la ex presidenta tan complicada desde el punto de vista
judicial?". (no, pero la pregunta es ¿los detuvo el gobierno o Macri,
que dice que no va a interferir en la tarea de los jueces?) A quien le
pregunta si a su gobierno le conviene que Cristina vaya presa, el Presidente
responde: "No es mi tema". (“te la debo”) Sólo espera que la
Justicia cumpla con todos los procedimientos de rigor. (¿escuchas
incluidas?) Lo desea tanto como la "normalización paulatina" del
fútbol. ¿La empujará? "Tampoco es mi tema", (es verdad: eso lo
maneja Angelicci) repite, pero está enterado de todo lo que pasa dentro y
fuera de la AFA. (¿cómo llegamos de la corrupción, las Malvinas y la
decepción porque no llegan las inversiones al fóbal, Luis?) Y parece
convencido de hacia dónde quiere ir. Y con quiénes. (Angelicci, Armando
Pérez, una constelación de astros ¿no era que “no es su tema”?, ponéte de
acuerdo Luis, hoy estás más confuso que nunca) Gente que asuma el fútbol
como una herramienta para la inclusión social (pregúntale al Rafa Di Zeo si
no) y no como un atajo para su enriquecimiento personal. (pfff ja, ja,
ja, ja, perdón) En la cabeza de Macri también hay espacio para el deporte
más popular del mundo. (hay quienes dicen que es lo único que hay adentro)
(*) Las negritas son nuestras, el original acá.
No sabía que era peluquero, pero en esa profesión estaría mejor ubicado que en la que pretende y no alcanza.
ResponderEliminarNunca menos y abrazos
A raíz del Caso Niembro, la periodista de 678 Cynthia García denuncio que el periodista Luis Majul había sido beneficiado con facturas millonarias por servicios inexistentes cobrados a la Subsecretaría de Transporte, que manejaba Guillermo Dietrich. La Cornisa realizó durante 2013 tareas de reparto de volantes para esa subsecretaría, por montos que varían según cada factura y que completan un total de 932 mil pesos.
ResponderEliminarNO ES PELUQUERO REPARTE VOLANTES.
Pobre enano mental! Es tan patético, que no sabés si reírte o despreciarlo. Ya lo veo en el fondo del pozo dentro de 3 años, entregando hasta la madre por unos pesitos de pauta publicitaria.
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