Del mismo modo en que se intentaron desacreditar las advertencias de campaña sobre lo que iba a hacer Macri en el gobierno bajo el rótulo de "campaña del miedo", se buscó disimular el año pasado el evidente aire de familia del proyecto político que gobierna la Argentina con las políticas de la dictadura y el menemismo.
Durantes los 13 meses que lleva Macri como presidente nos quisieron vender la falsa opción al interior de su gobierno entre el "gradualismo" y las políticas de shock: si algo parecido al gradualismo existió (cosa que los números desmienten), se fue con Prat Gay y ahora en "Cambiemos" se han sacado los guantes y -sobre todo- la mordaza, y dicen cada vez con mayor franqueza lo que piensan hacer, y están haciendo.
En menos de 10 días transcurridos desde el inicio del año y con cambios en el gabinete incluidos, eliminaron los encajes a los capitales que vienen del exterior para que puedan irse al día siguiente de venir si lo desean, anularon la devolución del IVA en las compras con tarjeta de débito, suprimieron las retenciones a las exportaciones de petróleo, recortaron la cobertura de medicamentos del PAMI y autorizaron aumentos en todos los precios de la economía sujetos a la decisión o aprobación del gobierno: naftas, prepagas, servicios de transporte, luz, agua y gas.
Pero no se quedaron allí: anunciaron que pondrán un techo a las paritarias e instalaron la discusión por la reforma previsional (con aumento de la edad, disminución del haber base inicial y rebaja de aportes patronales) y por la flexibilización laboral: el programa de la dictadura y los 90' en base a las tradicionales recetas del FMI, en bloque; y expuesto en público.
Para develar la naturaleza íntima del gobierno de los CEOS bastaría con enumerar las empresas y sectores económicos y sociales que en estos 13 meses de gobierno de Macri pasaron a pagar menos impuestos, dejaron de pagarlos o incrementaron exponencialmente sus ganancias: el campo, los bancos, las petroleras y mineras, los grandes conglomerados industriales con posición dominante que orientan sus ventas al mercado exterior.
Con el anzuelo de los cambios en Ganancias tentaron a la CGT para que acepte la flexibilización laboral, el techo a las paritarias y la negociación por productividad; previo ajuste de los números del desempleo y caída del salario real frente a la inflación para disciplinar todo intento de protesta, y colocar al sindicalismo a la defensiva a la hora de negociar.
El convenio de las petroleras en Vaca Muerta tan aplaudido por Macri -y no es para menos- es un globo de ensayo de la flexibilidad laboral en todos los sectores (ya se habla de replicarlo en la construcción) pasando por encima de la CGT si fuera necesario, y agarrando a los gremios de a uno como las hormigas con la pava del agua caliente, a la salida del hormiguero.
El régimen de "asociación público-privada" que votó el Congreso hace unos meses con la complicidad (para variar) del massismo lleva en sí el caballo de Troya de acuerdos laborales flexibilizadores como garantía para los potenciales inversores; del mismo cuño que el negociado por las petroleras para Vaca Muerta.
Mientras tanto el sindicalismo nucleado en la CGT ensayó la mueca de una tibia protesta por los desapidos y el bono que en algunos sectores no se paga, o hace esfuerzos dialécticos dignos de mejor causa para distinguir halcones de palomas en el gobierno; sin comprender que en el esfuerzo de abaratarle al capital el costo de la fuerza de trabajo (incrementando así sus ganancias) no hay fisuras: están todos de acuerdo.
Al mismo tiempo el ominoso silencio de Massa ante estos brutales avances de la restauración neoliberal no hace sino confirmar que es la segunda marca del establishment; la alternativa electoral pensada para seguir haciendo lo mismo, si Macri fracasa. Alternativa pensada además para ocluir todo intento de generación de un polo político opositor a estas políticas, captando parte del voto peronista.
Los sindicalistas de la CGT que hasta acá miraban de costado los impactos de las políticas del gobierno de Macri contra otros blancos (Milagro Sala, el kirchnerismo, los trabajadores estatales despedidos, los científicos con sus carreras recortadas, los usuarios de servicios públicos con facturas que treparon a las nubes) ven que las balas ya no es que les pican cerca, sino que los están penetrando por mas duro que sea su cuero: paritarias a la baja el año pasado y con techo (o sea, perdiendo de nuevo poder adquisitivo) éste, despidos en alza y sin coto estatal o legal, flexibilización laboral y degradación de las condiciones de trabajo.
La solución -como siempre- es política: si algo deja en claro la brutalidad de las políticas de Macri es el fin del sueño vandorista de conseguir un lugar cómodo a la sombra del poder, disfrutando de la plata de las obras sociales y sin ser molestados.
Ni siquiera eso parecen dispuestos a concederles el gobierno, al menos en cuanto a los derechos de sus representados se refiere: precarizar, rebajar salarios, incrementar la tasa de explotación para que aumente la de rentabilidad del capital no son "efectos colaterales" de las políticas que encarna Macri: son el núcleo duro de su proyecto, la razón de ser de "Cambiemos".
Así puestas las cosas, el sindicalismo cegetista deberá decidir más temprano que tarde si asume su rol de estricta defensa de los intereses de sus representados (que supone hoy decididamente contribuir a consolidar una alternativa política real al gobierno), o si se contenta con el papel de mayordomos mas o menos jerarquizados de los dueños del país, que ahora lo son también del gobierno.
PELOTON DE ESCRACHAMIENTO
ResponderEliminarMEDIA VUELTA!!
APUNTEN CON EL DEDO!!!
DISPAREN!!!!
INSULTOS CON LA VOZ
MASCRI
GATO
TRES VECES
RECARGUEN INSULTOS