¿Se acuerdan como
se reían de Cristina cuando decía que el mundo se nos había caído encima por la
crisis de las sub prime y Lemahnn Brothers, complicando la economía del país?
Por entonces -y
hasta poco tiempo antes de que terminara el gobierno kirchnerista- los que hoy
son gobierno, los economistas de consulta habitual de los medios y el
periodismo hegemónico se obstinaban en desconocer la magnitud de los cambios
que se estaban dando en el mundo y como repercutían en el país y la región.
Insistían con la
teoría del “viento de cola” al cual atribuían el crecimiento, y despreciaban
las políticas desplegadas por el gobierno para sostenerlo en base al consumo,
la demanda, el salario, el empleo y la inversión pública.
Llegados al
gobierno y cuando las cosas no resultaron ser como habían pensado, descubren de
golpe todos los males juntos: ahora el viento (que es el mismo que viene
soplando desde el 2008) es de frente, el comercio mundial se retrae, Brasil es
un problema, el “mundo” al que pensaban volver se cierra y todo parece
conspirar contra sus propósitos.
Entre las primeras
medidas de su gobierno y en un todo de acuerdo con lo que sostuvo en campaña
Trump anuncia la salida de los EEUU de los TPP y el cierre de su mercado
interno a las importaciones de una amplia gama de productos, entre ellos
nuestros limones y presumiblemente, otras producciones de las economías
regionales, y hasta el biodiésel.
También asoman en
un horizonte no muy lejano la suba de las tasas de interés por la FED para
aspirar dólares de todo el mundo que vayan a financiar el plan de
infraestructura con el que Trump aspira a acelerar el crecimiento de la
economía yanqui, lo cual complica no sólo el nuevo endeudamiento que el
gobierno aspiraba a contraer para financiar el déficit (de todos modos, haber
conseguido una rebaja de menos de medio punto de interés a cambio de destrozar
la economía interna en un año, no parece un gran logro como para exhibir), sino
además el precio de nuestros commodities exportables y el acceso a otras líneas
de financiamiento; como los créditos chinos para obras de infraestructura.
Por esas razones
-entre otras, previsiblemente no verbalizadas- el gobierno recibe “fuego
amigo”: desde el FMI hasta Moody’s moderan el optimismo, y en sus proyecciones
rebajan a la mitad las expectativas de crecimiento para éste año; y al fracaso de la vuelta del país al sistema del SGP de Estados Unidos, se suma la perspectiva de que naufrague el acuerdo de intercambio fiscal con ese país, justo en el tramo final del blanqueo.
Esos son -en
apretada síntesis- los datos duros de la realidad en la que a Macri le toca
gobernar, más las restricciones y dificultades que él mismo y su gobierno se
crearon, sin ayuda de nadie: la apuesta al endeudamiento para superar la
restricción externa mientras se les concede a los exportadores 10 años para que
liquiden las divisas, la absoluta desregulación de los flujos de capitales, la
pésima lectura que hicieron de cómo funciona el mundo real al cual querían
volver (a esta altura el nivel de amateurismo exhibido al respecto no deja de
sorprender) y las gruesas anteojeras ideológicas neoliberales que les impiden
ver la realidad tal cual es, hasta que les estalla en las narices.
En casi 14 meses de
gobierno han destruido el mercado interno, el consumo, el empleo, el salario y
parte del tejido industrial, y no hay signos de reversión a la vista: la obra
pública es una promesa eterna (al punto de que echaron presuntamente por
ineficiente al responsable del área, y no tienen pensado reemplazarlo en lo
inmediato) y el “campo” representa -hoy por hoy, inundaciones mediante- más
demandas que soluciones: a cada restricción objetiva de los mercados mundiales
el gobierno le responde con algún privilegio cedido a los exportadores (como el
aumento de los reintegros a las exportaciones de carne), como si de ese modo
creara mágicamente demanda para nuestros productos.
En ese contexto el
apuro por concretar ciertas reformas (como los cambios por DNU al régimen de la
ART, la insistencia en lograr acuerdos de flexibilidad laboral en diferentes
sectores o en ponerle techo a las paritarias) parecen más el cumplimiento
estricto de un memo interno de una empresa, que una estrategia de crecimiento
económico, o lo que verdaderamente son: un intento de reestructuración a fondo
de las relaciones del trabajo, en exclusivo beneficio del capital.
Así entra el
gobierno de Macri a un año crucial, en el que un proyecto para minorías que ha
ido acentuando ese carácter con el paso del tiempo buscará ser revalidado en
las urnas, resolviendo el dilema de como excluir económica y socialmente, y
captar votos para poder seguir haciéndolo, con mayor velocidad y profundidad.
Acaso las bizarras operaciones contra Cristina de personajes
del calibre de Stiusso, Marijuán y Majul estén marcando que al mago se le están
agotando los conejos de la galera para mantener entretenido al público,
mientras él intenta sus verdaderos trucos y no pocas veces le fallan; y acaso
también el mayor (si no único) activo político del gobierno siga siendo la
fragmentación y desorientación opositora; como decían muchos que pasaba durante
buena parte del kirchnerismo.
Muy bueno: sencillez y claridad. Lo difundo.
ResponderEliminarUn abrazo,
Esther
Y QUE MUCHOS NOS CANSAMOS DE GRITAR NO LO VOTEN Y AHORA GRITAMOS A CADA RATO FUERA ABAJO, PORQUE DEL GOBIERNO QUE SE DESPLOME Y LISTO, MIENTRAS MENOS SE AVIVEN MEJOR.
ResponderEliminar