Con la impresionante marcha de ayer los
docentes volvieron a darle una lección a más de uno, dentro y fuera del
gobierno.
Al gobierno, que
insiste en serrucharse todo el tiempo su propia base social de apoyos (¿o acaso
alguien duda que muchos de los que marcharon votaron a Macri?), y aislarse del
pulso de la sociedad; tildando de desestabilizador a todo el que protesta, se
moviliza y reclama.
Con un presidente y
su ministro/gerente de recursos humanos (como él mismo se definió ante los
empresarios) estigmatizando a la escuela pública, y pretendiendo cargar
exclusivamente sobre las espaldas de los docentes los indicadores del fracaso
escolar.
Con una torpeza
propia de carniceros presentaron los resultados de las pruebas absolutamente
fuera de todo contexto y situación, y sin acertar a explicar como se hicieron,
o que indican; mientras el presidente culminaba el derrape con el exabrupto ya
conocido de “la caída” en la escuela pública, en una puesta en escena que
permite deslegitimar desde ese lugar los justos reclamos salariales: la
“productividad” introducida por otros medios.
Una burrada que no
hizo sino transformar lo que era un reclamo salarial en una defensa de la
escuela pública agredida por el discurso “meritocrático” del gobierno, que
emblocó junto a los docentes en su reclamo, a vastos sectores de la sociedad.
Como con la carpa
blanca del 88’ y la marcha federal del 97’, los docentes supieron intuir de que
va la cosa, y que es lo que está en juego; que es bastante más que unos puntos
más o menos de aumento salarial en la paritaria.
Y sin embargo en
ese aspecto específico también dieron cátedra: comprendieron antes que nadie
que en la obstinación de Macri por no convocar a la paritaria nacional está el
deseo de usarlos como caso testigo para escarmentar al resto de los
trabajadores y sus organizaciones, y disciplinar a la fuerza de trabajo detrás
de las “metas de inflación” dibujadas en el presupuesto.
A ese dique lo
están derribando los maestros con su lucha, de allí que todos los gremios
-tanto estatales como privados- que logren en sus paritarias aumentos por
encima de ese 17 % en el que ya ni Sturzenegger cree, le deben cada punto extra
a la dignidad de los docentes, y a su coherencia en la pelea.
Docentes que
también le enseñaron a la oposición política que a Macri, su gobierno y sus
políticas se lo combate con discursos claros, sin eufemismos ni medias tintas,
llamando a las cosas por su nombre y defendiendo con firmeza los avances
logrados en la década pasa; como la ley de financiamiento, la estructura
nacional del sistema educativo, los niveles de inversión pública en él y los
programas compensatorios de las desigualdades regionales y sectoriales.
Avances que -como
dijeron los dirigentes que hablaron ayer en la marcha- no fueron concesiones graciosas
de un gobierno, sino resultado de la lucha de los maestros y sus
organizaciones, y de la visión en todo caso de un poder político que entendió
entonces que les asistía la razón, y que en la mejora de su situación
sectorial, se aportaba a la construcción de un futuro mejor para el país.
Crecer, pero con la gente adentro, como se suele decir.
Y finalmente lo
docentes le dieron una formidable lección a la balbuceante conducción de la
CGT, que tras un montón de cabildeos y la desautorización de sus propias bases
terminó definiendo a desgano un paro que ya queda tan lejos como el polo,
conforme a la dinámica de la protesta social que tendrá seguramente un nuevo
mojón contundente en los actos del viernes por el Día de la Memoria.
Frente a un paro
cegetista “vergonzante” (“contra nadie”, “para hacer catarsis”, como dijeron
los triunviros) y sin movilización, los docentes coparon las calles y la plaza
histórica, contra Macri, su gobierno y sus políticas.
Los persiguieron,
los amenazaron, les mandaron la policía a las escuelas a relevar los listados
de adherentes a los paros, les descontaron los días de huelga, los quisieron
reemplazar por “voluntarios”, les ofrecieron “premios” a los carneros, y
buscaron dividirlos con el eje de la educación pública versus la privada.
Se sobrepusieron a
todo eso con unidad (privilegiando lo que tienen en común para defender y
conseguir por sobre toda otra consideración), solidaridad (en defensa de sus
compañeros de las provincias más pobres, que dependen de la paritaria nacional
para alcanzar un piso mínimo de dignidad) y organización, apelando al conjunto
de la comunidad educativa para que escuchara y apoyara sus reclamos,
interpelando al mismo tiempo al Estado y al conjunto del sistema político.
ResponderEliminarSI ESTA NO ES LA REVOLUCIÓN DE LA EDUCACIÓN Y LOS INTERESES DEL PUEBLO.
ENTONCES DONDE ESTA EN LA CATERVA DE FUNCIONARIOS AJUSTADORES Y SAQUEADORES CEOS JPEMORGANS!!!!!
CUANTA BELLEZA SIN DUDA ESTA ES LA DEMOCRATICA REVOLUCION DE LAS TIZAS Y LAS FLORES!!!!!
Se les cayo a las maestras las vendas que les habien puesto por años
ResponderEliminarlas maestras ya saben lo que es la mafia de la oligarquia y los neoliberles.
Ya no se pueden esconder como cultos y progresistas
cuando en realidad quieren todo para ellos y marginan a todo el mundo!!!!
EL DESPERTAR DE LAS MAESTRAS Y ENTENDER BIEN LA MAFIA ECONOMICA
SERA EL DESPERTAR DE TODOS LOS ARGENTINOS
LAS MAESTRAS SE CONVERTIRAN EN UN ORGULLOSO MOTOR DE PROGRESO SOCIAL!!!!
Extraordinaria la movilización de los docentes y la claridad del mensaje contra politicas propias del siglo 19.
ResponderEliminarMovilización masiva y dirigentes a la altura del reclamo.Le van a torcer el brazo al saqueador de Macri y a la promotora de carneros, la frígida gobernadora de Bs. As.
Pero muchos docentes, en la próxima elección, tienen que fijarse a quien votan.
El Colo.