viernes, 19 de mayo de 2017

BRASIL, LA CRISIS NÁO TEM FIM


Viendo lo que está pasando en Brasil, no se sabe que sorprende más: si la enorme fragilidad del sistema político de un país tan grande y con tanto peso internacional, o la brutalidad del establishment brasileño en intentar imponer a como diera lugar un programa económico y social profundamente impopular, a través de un gobierno tan débil y condicionado desde su mismo origen.

Los medios dominantes y el poder económico concentrado (que en Brasil tanto como acá son lo mismo) que envalentonaron a Temer para ser parte principal de la maniobra para destituir a Dilma le soltaron la mano; y volvieron en su contra el discurso “honestista” esgrimido para socavar al gobierno del PT: otra lección sobre los límites de hacer política fincándose solamente en las denuncias de corrupción; mas cuando no se puede garantizar que el propio culo esté limpio.

Tampoco no por reiterado deja de sorprender como logran zafar en estos casos los grandes empresarios, que son los que están siempre del otro lado del mostrador ofreciendo las coimas, o aceptando pagarlas. O sí se entiende: con el indispensable apoyo de los medios, logran instalar la idea de que la corrupción es un problema que atañe exclusivamente a la política.

Párrafo aparte para la canciller Malcorra y la política exterior del gobierno de Macri: si como consecuencia del escándalo Temer es finalmente eyectado del gobierno, sumarán otro papelón más a la larga lista de los que vienen protagonizando desde que asumieron; no solo porque fueron el primer gobierno en reconocerlo (validando así de inmediato el golpe parlamentario contra Dilma), sino que además una vez instalado el vice como presidente lo comprometieron en un pacto de impunidad recíproca; para fondear todo pedido de cooperación judicial entre los dos países (que debe tramitarse por ambas cancillerías) en todo lo que tuviera que ver con la investigación de los Panamá paper´s y las andanzas de los Macri por Brasil, o las coimas de Odebrecht.

Sin embargo, todo parece indicar que el verdadero acelerador de la crisis (además de la prolongada recesión económica, que paradojalmente parecía estar llegando a su fin) fue el sostenimiento de Lula (por encima incluso del PT como estructura) como la única alternativa política real para salir de la crisis: pese a la impresionante ofensiva judicial y mediática en su contra, hoy el único modo razonable de zanjar el entuerto en Brasil es llamar a elecciones anticipadas, y si hay elecciones, gana Lula y vuelve, como él mismo pronostica.

Lo que supone que los populismos con sus precariedades programáticas y organizativas a cuestas, y con las tentaciones siempre presentes por detener los impulsos transformadores y buscar formas de conciliación con el neoliberalismo apenas asoman las primera dificultades (una decisión que está en la raíz de la crisis que debilitó al PT y provocó la caída de Dilma), con todo eso en su contra, siguen expresando políticamente a las mayorías populares en América Latina.

Acaso la derecha brasileña haya decidido que Temer ya no tenía nada que ofrecerles luego de inmolarse en defensa del programa que ellos le impusieron (ajuste fiscal, recort de derechos laborales y previsionales, privatizaciones) y piensa en un candidato propio; legitimado por el voto: el alcalde de San Pablo, un empresario exitoso y millonario, que parece ser el único con mínimas chances de enfrentar a Lula.

Por las dimensiones colosales de Brasil el nuevo episodio de una crisis que ya parece endémica sirve para que se vean más claras las tensiones constantes entre neoliberalismo y democracia, como tantas veces se ha dicho.

Insistir en profundizar esas tensiones forzando la decantación de los procesos hacia la ejecución de programas social y políticamente inviables pero invariablemente presentados como los únicos racionales, aunque sean ampliamente repudiados por las vastas mayorías sociales porque lesionan sus intereses, es la madre de todas las tensiones, y el origen de todas las grietas, crispaciones y zozobras.

Así expuestas las cosas, si alguno quiere ver en el caso brasileño más de una similitud con el argentino, no estará muy desatinado en el análisis.

1 comentario:

  1. El problema del populismo es que es popular.
    El alcalde de San Pablo es un empresario millonario?? La teoria de que los millonarios no roban a full.

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