Tal como se venía
anunciando en los días previos, Macri removió a Pedro Biscay de su cargo en el
directorio de Banco Central, “por mediar mala conducta e incumplimiento de los deberes de
funcionario público ”; mediante el Decreto 571 fecha ayer,
pero publicado hoy en el Boletín Oficial (completo, acá)
Acaso como una
revancha en caliente por el fracaso de la expulsión de De Vido, Macri decidió
eliminar al último sobreviviente del gobierno anterior en el Central; que tenía
mandato vigente por acuerdo del Senado hasta el 2020.
Los fundamentos de la medida son -como
mínimo- curiosos, y se basan en el dictamen de la mayoría de la Comisión del
Congreso que está prevista a esos fines en la Carta Orgánica del Banco. No
podemos saber que dijo el dictamen de minoría, o si algunos de sus miembros (de
la oposición) ensayaron alguna defensa de Biscay.
Según el decreto, a
Biscay lo rajan por “...diversas manifestaciones realizadas... respecto de medidas
adoptadas...” por el Banco Central; en contra del rumbo que le viene
imprimiendo la desastrosa gestión de Federico Sturzenegger. Según se señala en
la norma, “...que el Banco Central de la República Argentina como órgano
descentralizado que integra la Administración Pública Nacional se encuentra
bajo una superintendencia esencial por parte del Poder Ejecutivo Nacional...como
último responsable de la designación y remoción de los integrantes de su órgano
de gobierno...” (las negritas son nuestras).
Desde acá no
podemos sino celebrar que el gobierno haya decidido terminar con el cuento de
la “autonomía del Banco Central”; una paparruchada del neoliberalismo expandida
por todo el mundo, a través de la cual los bancos y operadores del sistema
financiero se aseguran una “zona liberada” dentro del Estado no solo para sus
negocios, sino para manejar desde allí la política económica, o lisa y
llanamente sabotearla cuando no responde a sus intereses: para más información sobre el tema, ver acá y acá. En fin, un tema menos a discutir con cierta gente que nos corre todo el
tiempo con el cuentito de la “calidad institucional”
Según cuenta el
decreto, las declaraciones de Biscay cuestionando la política del BCRA
afectaron “la
generación de confianza”; para lo cual -agrega- los miembros oficialistas de la
Comisión han considerado que “la Carta Orgánica le otorga a una sola persona,
el Presidente del banco, deberes específicos y exclusivos.”.
O sea, solo importa Sturzenegger, los demás están pintados.También nos cuenta que
intentaron “duranbarizarlo” a Biscay, “asesorándolo” sobre como manejarse
comunicando para afuera, pero el tipo no les dio pelota. Sobre los consejos de
Durán Barba para comunicar, ir a este conocido video.
Por supuesto se ocupan de
aclarar en el decreto que “...no se trata en el caso de su supuesto de afectación
de la libertad de expresión, tal como ha sido compartido por la Comisión, pues
con tal criterio se podría sostener que también deberían violarse los secretos
de estado o publicarse elementos de la vida privada de las personas -protegidos
por las normas constitucionales-....”. Porque si hay algo que
ha caracterizado a éste gobierno, es el respeto por la privacidad de las
personas, como se pudo comprobar ayer mismo en el debate por la expulsión de De
Vido en Diputados.
Profundizando la paranoia
represiva contra todo quien se le oponga o piense distinto, Macri amonesta
gobernadores (ahora les tocó a Manzur, Schiaretti, Insfrán y Verna, mañana puede ser cualquier otro
que se le cruce), quiere expulsar diputados opositores y a Gils Carbó rajarla por DNU, y ahora no tolera
siquiera que exista una vos disidente en el Banco Central. No se puede decir
que sorprenda: solo un salame puede creer que un liberal argentino cree en
serio en los valores del liberalismo político.
Lo que no puede encubrir
Macri en su furia es que “la confianza” (en su gobierno, en su plan económico,
en la gestión de Sturzenegger en el Banco Central) no la afectan las
declaraciones de Biscay, sino las medidas que viene tomando el Central (el
verdadero ministerio de Economía del “mejor equipo de los últimos 50 años”:
aceleración de la fuga de capitales, entronización de la mayor bicicleta
financiera mundial, descontrol del mercado cambiario, tasas de interés por las
nubes, fracaso estrepitoso en la lucha contra la inflación, colosales ganancias
para los bancos y una lápida encima de cualquier perspectiva de reactivación
económica y crecimiento.
Además de una“contabilidad creativa” ensayada para ocultar el creciente
endeudamiento del Central por las LEBAC´s y su quebranto patrimonial. Cualquier
sea el cristal con el que se la mire, la gestión de Sturzenegger es la más
desastrosa de la que se tenga memoria, desde el retorno a la democracia; y
cualquiera sea el mandato que se le asigne al BCRA (único o múltiple), no lo
está cumpliendo, ni de cerca, incluso dentro de los propios cánones del
neoliberalismo.
De allí que no haga falta
esperar “el juicio de la historia” para absolver a Biscay, o para evaluar a
Sturzenegger; y como se dijo más arriba y parafraseando la consigna de campaña
del gobierno, nos han puesto más fácil la cosa para “hacer lo que hay que
hacer” cuando volvamos al gobierno, si es que no lo echan antes porque se le
terminan de caer las naranjas al malabarista con mandato hasta el 2022: rajarlo
de una, con una hermosa patada en el culo.
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