(*)
Si las elecciones fueran hoy, Cristina Fernández ganaría las PASO por uno, dos o tres puntos. (Claro, para el domingo podría ser por 10, si Bullrich cada vez que aparece mete la pata, y siguen llegando las facturas de luz y gas) Pero como falta una semana, los jefes de campaña de Cambiemos creen que, a la hora de contar los votos, se podría arribar a un empate técnico. ("A la hora de contar los votos". O sea, hacer fraude cuando vean que la mano viene mal) O incluso a una victoria por una cabeza de Esteban Bullrich sobre la expresidenta. (Si la esperanza está puesta en la cabeza de Esteban Bullrich, están fritos) En realidad tienen una versión optimista y una pesimista. La optimista se basa en que hace dos o tres semanas la intención de voto para Unidad Ciudadana no se mueve, (Claro, está estancada en torno a los 40 puntos) y está creciendo, muy poco, pero de manera continua, el voto hacia el oficialismo en la provincia que gobierna María Eugenia Vidal. (Exacto, pasó del 24 al 25, y luego al 26 por ciento. Es como los brotes verdes de Dujovne) La pesimista es que, a pesar de la tendencia de los últimos días, no están seguros de que la nueva ola alcance para superar a la candidata que se esconde (Se esconde en mercaditos, centros de jubilados, comedores comunitarios, fábricas. Así es difícil de encontrarla: cambia de escondite todo el tiempo) y hace hablar a ciudadanos, actrices y actores que aparecen como víctimas del ajuste. (Exacto, como no hay víctimas del ajuste reales, tuvieron que apelar a actores, por lo menos dan trabajo con los bolos, que es más que lo hace el gobierno con personajes imaginarios; como Cacho el de la bochas)
"Va a depender mucho de la cantidad de gente que vaya a votar. A mayor cantidad, más chances tenemos", me dijo uno de los jefes de campaña de Cambiemos en la provincia. (A mayor cantidad que los vayan a votar a ellos, será. Igual, avisále que hasta ahora hicieron campaña diciendo que las PASO están al pedo y hay que suprimirlas, y Vidal dijo que estas elecciones no eran la muerte) Es alguien que recibe encuestas casi todos los días. Le pregunté con qué porcentaje de votantes se sentiría ganador en agosto. Me respondió: "con el 75% del padrón". (Insistimos: tienen que contar votos propios, no concurrentes) Pero hoy, las estadísticas dan cuenta de un desinterés y un desconocimiento de los candidatos que abruman. (¿Vos decís que no lo revirtieron con el innegable carisma de Bullrich y la hormiga Ocaña? Debe haber un error) Le pregunté a otro referente de la campaña en la provincia, muy cercano al Presidente Mauricio Macri, (Marcos, el de los cheques) si ya habían abandonado sus expectativas de ganar en agosto para enfocarse en octubre. Me contestó: "Para nosotros, agosto es octubre". (Así estamos: con funcionarios que ni saben los meses del almanaque) Esta fuente también cree que la tendencia, tarde o temprano, favorecerá a Cambiemos. (No repitas eso, Luis, da la idea de que están armando un fraude colosal)
"Si la campaña hubiese continuado una o dos semanas después del próximo domingo, seguro que ganábamos las elecciones por cuatro o cinco puntos", aventuró. (Pero claro, era cuestión de seguir escondiéndolo a Bullrich una o dos semanas más, y ya nadie se acordaba que era candidato) Es un vaticinio contrafáctico. (¿Algo así como la pobreza cero decís vos?) Hoy, todavía muchos creen que Scioli sería Presidente si a segunda vuelta de noviembre de 2015 hubiese sucedido 15 días después. (Ahí tiene otro color la cosa: el día después de la primera vuelta todos decían que Macri ganaba el balotaje por 20 puntos) Le pregunté entonces si me podía asegurar que, aún perdiendo en agosto, Cambiemos podría ganar en octubre. Explicó: "depende de la eventual diferencia que saque Cristina sobre Esteban. Si es mínima te diría que nuestras chances aumentarán. Si es por más de cuatro o cinco puntos, no me animaría a pronosticar nada". (O sea, cuando es difícil pronosticar porque tendría que decir que son boleta, "no me animo a pronosticar nada". Aunque pensándolo bien, a lo mejor estaba hablando del futuro del gobierno, y no del resultado de las elecciones)
El Presidente Mauricio Macri, el jefe de gabinete, Marcos Peña, y el asesor Jaime Durán Barba parecen, en principio, más optimistas que los hombres de la provincia. El jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, también. (Es que todos ellos viven en Gorilandia, o sea la CABA. Y Durán Barba ni eso, porque va y viene) Quizá porque tienen más campañas acumuladas, o porque confían ciegamente en la estrategia de llegar a lo justo en el momento adecuado. (Una pena que no apliquen esos talentos a la gestión de gobierno, se evitarían tantos "nos equivocamos y corregimos") Es decir: sin aparecer como ganador antes de tiempo, sino casi sobre la elección misma. "Así sucedió en las últimas presidenciales, cuando casi todos los analistas políticos del círculo rojo nos dan por derrotados y al final terminamos ganando. (Falso: todos los daban ganadores, y por paliza. Tanto que al final les entró el miedito) Por poco, pero ganando y frenando a una máquina electoral con más de veinte años de historia", me explicó una fuente cercana a ese círculo. (¿A cuál, al del gobierno o al círculo rojo? Igual, a la misma máquina le había ganado ya De La Rúa, y todos sabemos como terminó la cosa) En algún sentido, tiene razón. Algunos analistas políticos clásicos, que ya metieron la pata y perdieron parte de su credibilidad en diciembre de 2015, (Raro, porque el balotaje fue en noviembre. Si no pudieron acertar el pronóstico conociendo el resultado, es lógico que hayan perdido credibilidad) volvieron a pronosticar esta semana una segura derrota del oficialismo frente a Unidad Ciudadana. (Bueno, los econochantas de la city jamás pegan un pronóstico, y sin embargo los siguen consultando, y hasta los convocan para cubrir cargos en el gobierno)
Fuentes cercanas al jefe de Estado que tuvieron contacto con él en las últimas horas (Con su entrepierna, para ser más precisos) explicaron que no solo está confiado. También se daría el lujo de hacer bromas a quienes, casi todos los días, le preguntan a través de mensajes de texto por las últimas encuestas. (O sea todo le chupa un huevo, como siempre ¿cuál sería la novedad?) Los que más lo conocen pretenden sacarse la duda con la menor cantidad de palabras. "¿Cómo están los números hoy?", se animó a preguntarle un dirigente fuera de la mesa chica. "Mal", habría contestado Macri, sin más. (Para algo tan obvio no hacían falta más palabras) "¿Qué significa eso?", le repreguntó. "En caída", habría precisado enseguida. (¿Querés que te haga un dibujito si no lo entendés?) Entonces su interlocutor usó más caracteres para sacarse la duda que lo atormentaba, (Si, quería que le haga un dibujito) y le preguntó cómo podía ser en caída si la tendencia de las últimas semanas parecía evidenciar lo contrario. Sin embargo el Presidente no le escribió enseguida.(Es que estaba whatsappeando con Johnny Viale y Santiago Del Moro)
Por eso el dirigente se impacientó y le volvió a preguntar "¿Me estás cargando?". Y Macri le devolvió un emoticón con una sonrisa. (O sea, le confirmó que lo estaba boludeando. Pero de resultados, ni hablar. ¿No te da un poquito de vergüencita esconder tus diálogos con Mau detrás de un amigo imaginario y publicar estas paparruchadas, Luis?) Los que parecen haber perdido el humor son los jefes de campaña de Unidad Ciudadana. No responden los llamados de nadie. (Jodénos que Cristina sigue sin responder a tu invitación de ir al programa Luis. Deberías ir pensando en otra cosa, no sé, manejálo) No dan ninguna pista. Y solo se ocupan de llamar a los candidatos y los amigos para que no se salgan del libreto y no cometan errores que podrían hacerles perder la elección. (Ah, más o menos lo mismo que en "Cambiemos", pero sin esconderlos, digamos) Se les prohibió hablar de Venezuela, de Julio De Vido, de las causas contra Cristina y de Amado Boudou así como nombrar a Sergio Massa o María Eugenia Vidal. (Exacto: les pidieron que se concentren en la inflación, los despidos, los tarifazos, los cierres de fábrica y los salarios, y pelotudeces por el estilo) El líder de 1 País cree que muchos se van a llevar una sorpresa el próximo domingo. (El, el primero de todos) Y descuenta que va a obtener mucho más que el 20% de los votos. Lo mismo, pero desde otra perspectiva, sostiene la gente de Florencio Randazzo. "Vamos a hacer una mejor elección de lo que aparecen hoy en las encuestas". Piensan, los de Cumplir, en alcanzar un 10% de electores. (De otra perspectiva y de otra matemática, porque "lo mismo" sería si ellos también piensan llegar al 10 %. Seguimos sumando y la cuenta nos un 150 %, o "Cambiemos" hace sapo peor de lo previsto. Si no, no cierra ni a ganchos la cuenta)
Tanto los votos de Massa como los de Randazzo terminarán de definir las legislativas de octubre. (O sea que las de agosto, que son las del domingo que viene, ya estarían definidas. Perfecto, sigamos) También en este contexto las opiniones están divididas. Unos dicen que los votantes de Massa se irán en banda hacia Cambiemos y los de Randazzo hacia Cristina. Otros afirman que todo depende de la diferencia de votos entre el primero y el segundo, el próximo domingo. (Así como te digo una cosa, te digo la otra) Final abierto. (Paraguas tamaño XXXL) No apto para cardíacos. (Y menos para operadores periodísticos pauta-dependientes)
(*) Las negritas son nuestras, el original acá.
Brillantes, como siempre. No quiero bajarles el precio por contestarle a un pelotudo como Majul, pero brillantes igual.
ResponderEliminarParece mentira apreciar tanta dedicación a este paladín del infra periodismo diferencial, mi teoría es que hay un dejo de envidia en atacar al pobre luisito, porque, seamos serios, el coso cobra millones para excretar estas cosas espantosas, que ni siquiera leen los que se las pagan.... es un paraíso, no te leen, das el mix de asco y pena (literariamente hablando) y te llenás de guita y contratos,.... y ojo, por ái, alguno piensa que escribe mal por si acaso cambia el viento, ahí cambia luisito y se nos hace nac & pop. Hemos visto cosas peores, no?
ResponderEliminar