La crónica histórica argentina de estos días
se ha convertido en la lista de los deseos de Mauricio Macri: todo pasa por lo
que piensa y desea el presidente, y lo que parece estar dispuesto a hacer con
tal de conseguirlo; que no es poco, porque los que nos acusaban a nosotros de
“ir por todo” están haciendo efectivamente eso: ir por todo, sin ningún tipo de
tapujos.
Ayer mientras Macri
se aprestaba a dar su discurso en el CCK anunciando el plan de reformas que
impulsará, se conoció la noticia de la renuncia a su cargo de la Procuradora
General de la Nación Alejandra Gils Carbó; quien señala en su carta que lo hace para evitar que su permanencia en el cargo derive en que los
proyectos que impulsa el gobierno para desplazarla terminen vaciando de contenido
a la Procuración, un órgano -vale recordarles a los republicanos- que tiene
rango constitucional.
Reiteradas veces
hemos elogiado acá la enorme dignidad de Gils Carbó, que resistió los embates
autoritarios del gobierno desde incluso antes de que Macri asumiera, y con
mucha más entereza y coraje que unos cuantos, empezando por los gordos de la
CGT. Pero es evidente que con su renuncia pone de relieve que los proyectos del
gobierno para desguazar la Procuración y facilitar su remoción (rebajando la mayoría
exigida para el juicio político) contaban con la anuencia de buena parte de la
oposición, en especial el agonizante massismo y el peronismo “dador voluntario
de gobernabilidad” que conduce Pichetto.
La Argentina
visible y audible se dio cita ayer en el CCK para dar su presente en la
convocatoria: un amplio consenso post electoral que se venía gestando de antes,
y que le concede a Macri una concentración de poder que no reconoce
antecedentes en los tiempos democráticos, desde el 83’ para acá, e incluso más
allá; si se repara en que hoy en la Argentina coinciden los ejes del poder
político y económico, en una misma dirección y sin confrontar entre sí.
El discurso presidencial no merece ni siquiera un comentario irónico: un compendio de lugares comunes, falacias descomunales (Macri preocupado por la evasión impositiva, los que viven de ventajitas del Estado y la calidad institucional, por ejemplo) y repeticiones del discurso anacrónico de la misma derecha de siempre, que ya era viejo en 1930. Prueben si no comparar el discurso de ayer con cualquiera de Krieger Vasena, Alzogaray, Martínez de Hoz, Cavallo o López Murphy, y no encontrarán diferencias.
Y una clara delineación de lo que él y su clase entienden son los principales problemas del país, y por ende, los principales blancos del ajuste que se viene: demasiados jubilados, con demasiados aumentos, demasiados empleados públicos, demasiados trabajadores con demasiadas licencias, demasiadas universidades que significan demasiados gastos, demasiados, sindicatos, demasiadas obras sociales: al final, todo indica que el famoso cohete a la Luna tendría mucho más que 562 pasajeros, y ayer empezamos a conocer la lista completa.
Un Macri emborrachado de triunfo electoral les lanzó en la cara a todos los que se codeaban entre sí por asistir al CCK (dirigentes opositores, gobernadores, sindicalistas, jueces) que ellos son parte del problema; y que irá por ellos sin remilgos. Gran acierto del bloque conducido por Héctor Recalde de no haberse prestado a tamaña payasada.
A los gobernadores les pidió que echen empleados públicos, resignen impuestos provinciales y reduzcan jubilaciones, y a los sindicalistas que convenzan a sus afiliados de ceder derechos: licencias, paritarias, convenios, salarios, indemnizaciones. Roma no paga traidores.
Los anuncios que se
fueron conociendo en cuentagotas antes del discurso presidencial de ayer
guardan entre sí una profunda coherencia de sentido: van en contra de los
intereses populares y de los derechos de las grandes mayorías nacionales, y
consagran un grave retroceso en nuestra calidad de vida, y en los estándares
democráticos
Modificaciones al
régimen de movilidad de las jubilaciones y asignaciones que implicará en los
hechos una poda a su poder adquisitivo, desfinanciación de la seguridad social
para justificar su posterior privatización aun parcial u optativa, reducción de
las indemnizaciones laborales por despido y restricción de los reclamos
laborales, flexibilización sectorial con serios retrocesos para los derechos de
los trabajadores, aumento de la presión fiscal sobre productos de consumo
masivo (cigarrillos, gaseosas, bebidas alcohólicas), rebaja o licuación de
impuestos directos que afectan a las grandes empresas, fortunas personales y
grupos económicos (como Ganancias y Bienes Personales, con el “revalúo”).
Todo junto con una nueva devaluación disfrazada con el “gravamen a la renta financiera” para comenzar a
descomprimir la bomba de las LEBACS; un señuelo que operará como la "reparación histórica a los jubilados" en relación al blanqueo: el anzuelo para que parte de la oposición vote lo invotable en el Congreso, en materia fiscal, laboral y previsional.
La intensidad y la
velocidad del ajuste que se viene comenzará a competir contra la de los desbordes autoritarios del
gobierno, que ya desde el lunes posterior a la elección esbozó por boca del
propio Macri su hoja de ruta, despejando toda posible duda sobre la verdadera
naturaleza del proyecto político que encarna. No hay engaños, no hay misterios,
no hay defraudación electoral: es lo que votaron millones de argentinos, lo
sepan o no; estén dispuestos o no a aceptarlo.
Tal parece que
además de conceder generosos subsidios (como la baja o eliminación de aportes
patronales), beneficios y privilegios al capital nacional y extranjero, Macri
está dispuesto a demostrarle por todos los medios que tiene todo el poder, y
está dispuesto a usarlo sin frenos ni limitaciones; que controla firmemente las
riendas del proceso.
Claro que la
reacción de buena parte de la dirigencia opositora le facilita enormemente la
tarea: lejos de toda posible autocrítica por los pésimos resultados electorales
que les deparó haber apostado a la “gobernabilidad”, los ¿opositores? como
Urtubey, Massa, Schiaretti o Pichetto insisten en el mismo rumbo; y hasta han llegado a
decir (como el gobernador de Salta) que los pone contentos “que al gobierno le
vaya bien, porque de ese modo le irá bien al país”; lo que habla ya no de una
postura acomodaticia o tacticista, sino de una profunda convicción ideológica:
comparten el modelo de país que representan y ejecutan Macri y su gobierno.
Que decir de la
claudicante dirigencia sindical de la CGT, resignada a poner la cabeza de los
trabajadores en el patíbulo de las reformas flexibilizadoras, a cambio de
mantener el manejo de las obras sociales (con el acceso potencial a nuevos
negocios a través de la “cobertura universal de salud”) y el modelo sindical,
algo sobre lo que abundaremos en otra entrada.
A riesgo de parece
demasiado pesimistas, se avizora un futuro en el que las reformas que impulsa
Macri crearán bolsones de conflictividad social protagonizados por los
afectados directos, pero que no parecen tener hoy un canal de transmisión del
descontento hacia otros sectores más amplios, para organizar una resistencia
efectiva al modelo.
Todo indica que el
gobierno no solo ampliará su representación propia en el Congreso, sino que
contará -otra vez, como en estos dos años- con el apoyo de buena parte de la
oposición; y que además ha sabido comprar paz social con el sindicalismo
tradicional, sea cooptándolo, sea amenazándolo con los carpetazos judiciales.
Queda por delante entonces construir
la representación política de lo que queda afuera de esta Moncloa de la
vergüenza y el ajuste que Macri lanzó ayer. El gobierno habló y dijo lo suyo, la pelota está en el campo de los que serán las víctimas de sus políticas.
Macri los ahogo en un tsunami seminal
ResponderEliminarSe me ocurre que Roma en tiempos de Cómodo sí pagaba traidores.
ResponderEliminarCuidado!!!
Primero: Gils Carbó debería denunciar que se va por los aprietes del gobierno mafioso y no para preservar el rol institucional del cargo que abandona y bla bla. Claro que si abre la boca, no le aceptan la renuncia y le hacen juicio político con las consecuencias que ello le acarrearía. Pero mejor hubiera sido que no aclarara nada, porque terminó oscureciendo.
ResponderEliminarSegundo: quién hubiera pensado hace dos años que el que todos creíamos que era un nabo, un vago y un inútil, hoy está poniendo la pata encima a casi todo el arco político y sindical? Lo dejaron crecer demasiado, amparado por los poderes fácticos y hoy es un monstruo que se terminará morfando -junto con su círculo rojo-, a todo el ¨pueblo¨ argentino. Ni hablar de políticos y sindicalistas genuflexos que con tal de seguir enganchados al poder, se dejan bastardear asquerosamente. Pero cuidado, los autoritarismos comienzan cooptando y cuando adquieren la totalidad del poder, se fagocitan todo y empiezan las purgas: nadie ni nada les resulta suficientemente confiable y leal y lo eliminan.