La imagen -una tapa de Página 12 de enero
del 2010, de un reportaje que le hiciera Horacio Verbitsky- empezó a circular en las redes sociales tras las elecciones del
domingo, acaso recordando la visión profética de Néstor Kirchner, que nos dejó
hace hoy 7 años: los errores, las miserias y las mezquindades del campo popular
llevaban en sí el riesgo de favorecer una restauración oligárquica.
Cosa que terminó pasando en las elecciones
del 2015, como todos sabemos y muchos lamentamos. Pero también es posible darle
a la sentencia de Néstor un sentido a futuro, para no volver a cometer los
mismos errores, y ser responsables de la consolidación a largo plazo del
régimen de oprobio que nos gobierna.
De ese modo el recuerdo del flaco Néstor
tendrá un sentido positivo y no auto-flagelatorio, para no caer en las deformaciones
del “nestorismo”: utilizarlo a él solo para cuestionar a Cristina, como cuando
se utilizaba a Evita para pegarle subliminalmente -y no tanto- a Perón.
Debe ser por eso que el "nestorismo" del que hablamos abundó en las filas de los que enfrentaron a Cristina en la provincia de Buenos Aires, siendo funcionales a Macri: Alberto Fernández, Abal Medina, Randazzo, el Chino Navarro, Pérsico.
Néstor también fue y vino, avanzó y
retrocedió, construyó con lo que tenía a mano -que no siempre era lo mejor, ni
lo que muchos hubiéramos elegido-, acertó y se equivocó.
A él también le tocó perder una elección en
la provincia de Buenos Aires con un candidato ignoto e impresentable, habiendo
sido apenas dos años antes el presidente que había dejado su cargo con el más
alto nivel de popularidad desde la restauración democrática: así de frágil es
el consenso social hacia la política y los políticos, tanto como la memoria.
También en ese momento se habló del final
del kirchnerismo, y se barajaban nombres de posibles presidenciales, a la luz
de un resultado electoral. Aquel candidato hoy vende lencería fina para damas,
y muchos presidenciables “fija” del 2009 hoy vegetan en la intrascendencia, como
Cobos o Reutemann.
Así de impiadosa suele ser la política, lo
es con los que tienen estatura histórica (aquella elección bonaerense perdida
fue la última que Néstor disputaría en vida), mucho más con los personajes
minúsculos, que carecen de lo que hace falta para las grandes empresas.
Ese tipo al que casi nadie registraba en la
gran escena de la política nacional en el 2002, terminaría colándose por la
ventana de un balotaje fallido a la presidencia, apoyado en el PJ bonaerense y
los siempre denostados “barones del conurbano”, para asir por la mano a la
oportunidad que le tendía la historia, y construir su propio destino; y en
buena medida el de todos nosotros.
Y fue él mismo el que se cansó de señalar
-cada vez que pudo- las dotes y las condiciones de Cristina, así como también
tendió todos los puentes que pudo cada vez que pudo, para construir una mayoría
lo más amplia posible que tomara en sus manos la responsabilidad de construir
“un país normal, en serio”, como le gustaba decir.
Con ideología pero sin ideologismos, con
pragmatismo pero sin renunciar a los principios, ni dejar las convicciones en
la puerta de la Casa Rosada como también le gustaba decir.
Escuchando el pulso y los reclamos de la
sociedad, pero haciendo al mismo tiempo aquello que debía hacerse, aunque solo
unos pocos lo reclamaran (testimonio de eso fueron las políticas de memoria,
verdad y justicia), o aunque muchos estuvieran en franco desacuerdo, como
tolerar la protesta social sin reprimirla.
Si de algo nos sirve el recuerdo de
Néstor hoy, en esta coyuntura tan
crítica y difícil para el movimiento nacional, para el campo popular y más
grave aun, para millones de argentinos, es para rescatarlo en su totalidad, en
sus múltiples dimensiones y con el valor de incorporar su figura y su paso por
la política nacional (breve, fulgurante, inolvidable) a la mochila de
experiencias y conocimientos con que salir a dar la pelea.
Y poder suplir de ese modo su ausencia
sentida -porque el flaco, dolorosamente, no está- con la construcción de ese
héroe colectivo al cual también le gustaba referirse con frecuencia; cuando se
bajaba el precio a sí mismo diciendo que era un hombre común, con
responsabilidades importantes.
https://www.pagina12.com.ar/diario/principal/index-2010-01-10.html
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