jueves, 5 de octubre de 2017

¿VOTAREMOS A CIEGAS?


En reiteradas oportunidades nos hemos referido acá al argumento de la supuesta “estafa electoral” con la que Macri logró imponerse en el balotaje, a fuerza de mentir explícitamente sobre lo que no haría en el caso de llegar al gobierno: nos remitimos a lo dicho por ejemplo en su momento en ésta entrada.

También dijimos que “Cambiemos” supo manejar con habilidad y eficacia los significantes vacíos de ofrecerse como la alternativa para “mantener lo bueno y mejorar lo malo” del kirchnerismo; dejando que fueran los electores lo que mentalmente colocaran lo que consideraban de uno u otro modo, en cada canasta.

Sin embargo y cualquiera sea la postura que se adopte al respecto, ambas cuestiones deben ser reexaminadas hoy, a días de las elecciones, tras 22 meses de gobierno de Macri y teniendo a la vista los resultados de las PASO; que marcan que el gobierno logró sostener su núcleo de apoyos de la primera vuelta de la elección presidencial, y podría incluso aumentarlos.

Los primeros meses del gobierno de Macri marcaron que la derecha triunfante en las urnas leyó el apretado resultado del balotaje como un cheque en blanco, que reemplazaba el contexto de la crisis que no fue en el final del gobierno de Cristina; y en ese contexto avanzó con una política de blitzkrieg luego moderada por imperio de las circunstancias (más que nada, las resistencias puntuales de los sectores afectados), que hoy aparecen claramente diferentes: todo indica que el gobierno pisaría sobre un terreno más blando para avanzar en reformas estructurales, en especial si las urnas se lo permiten.          

De allí que no sorprenda que, a escasos días de las elecciones, se hagan anuncios de cosas claramente “antipáticas” que sucederán después de que se cuenten los votos: el aumento de las naftas, otra ronda de tarifazos en los servicios públicos, la vuelta del fútbol pago por TV, un previsible recalentamiento de la inflación. En un esquema de blindaje mediático cada vez más grueso para Macri y su gobierno, es como si nada de eso pudiera cambiar el humor social ni las decisiones electorales; tanto que se dan el lujo de empezar a privatizar Vialidad Nacional el día antes al "Día del Camino".

Y tanto es así que se anuncian también cambios estructurales que tienen directamente que ver con las condiciones de vida de la mayoría de los argentinos, como las reformas laboral, previsional y tributaria; pero que solo aparecen “titulados”: es tan cierto que no se explica en detalle en que consistirían, como que no parece haber demasiada gente preocupada por averiguarlo; y aun hay quienes parecen entenderlos como necesario, o inevitables.

Otro tanto sucede con los cambios que ya están en marcha (como la “cobertura universal de salud”, o la virtual privatización del PAMI), lo que nos lleva a preguntarnos por las condiciones del debate político en la Argentina, o no tanto que es lo que se juega en las elecciones (que tampoco está tan claro para mucha gente, para ser francos), como cuáles son las razones últimas del voto, para entender los posibles resultados.

Sin perder de vista un dato fundamental: cualesquiera sean las razones por las que la gente vota como vota, su voto será leído por el sistema político como legitimación o rechazo de los proyectos políticos que están en danza; y en el caso del gobierno, como la legitimación social del ajuste.

En esto no pueden caber dudas, porque dejando de lado si puede seguir hablándose de “engaño” o “estafa electoral”, una buena elección de “Cambiemos” significará un respaldo social para profundizar las políticas de ajuste, sea que se trate de un consenso activo o pasivo. Y tampoco servirá preguntarse si ese respaldo es cabalmente conciente de lo que está en juego, o no.

Con astucia, el gobierno y el sistema de medios que forman parte inescindible de su dispositivo político saltan por encima de las tensiones entre las exigencias del capitalismo y los límites que impone la pluralidad democrática sustrayéndole a la disputa democrática la dimensión del debate; no en el sentido de la farsa televisiva auspiciada por ciertas ONG’s, sino como discusión y explicitación públicas de las diferentes visiones de la sociedad y el Estado que confrontan en las urnas.

Trabajan para eso en un terreno propicio, en el que ganaron terreno otras formas de politización diferentes a las tradicionales, que no se basan ni en lo discursivo ni en lo ideológico (entendido esto en el sentido explícito, porque implícitamente en toda toma de posición política subyace la ideología), sino en la apelación a valores abstractos que no pueden ser discutidos: la honestidad, el trabajo, el esfuerzo personal.

Pero detrás del cotillón de las frases de autoayuda, aparece el viejo capitalismo de siempre y la misma derecha de siempre (ni moderna, ni mucho menos democrática), en versión neoliberal: brutales transferencias de ingresos, valorización financiera, endeudamiento y fuga, recorte de derechos, destrucción de tejido social y productivo y apelación a los medios represivos para resolver los conflictos.

Tal parece que muchos “votarán a ciegas”, eligiendo implícitamente (por acción u omisión) por cosas que saben que sucederán y los terminarán afectando de algún modo, como cambios profundos en las relaciones laborales, el sistema de salud o la seguridad social; pero acaso concientes: una democracia delegativa, de ciudadanos individuales que eligen confiar en un gobierno que ofrece encargarse de los problemas (“haciendo lo que hay que hacer”); sin reparar en que es parte central y principalísima de la discusión democrática establecer cuáles son esos problemas, que grado de importancia relativa tiene y -sobre todo- como se resuelven, y con que distribución social de los costos de hacerlo.

Un panorama que en un contexto de estigmatización cultural y hasta criminalización de toda forma de organización colectiva, supone una enorme dificultad para el campo nacional y popular: asumir las claves del nuevo tiempo y el desafío de representar los mismos intereses de siempre -que es posible se presenten bajo formas distintas- junto con otros que los cambios en la sociedad diversifican; en un clima de fragmentación social refractario a las formas tradicionales de la política en la metodología y en el discurso.

Y sin esperar sentados a que las tensiones que crea un modelo excluyente e inviable se acumulen hasta estallar, y la necesidad de representación política de los que se cayeron por el camino vuelva, pero por malos modos y en medio de una crisis.

5 comentarios:

  1. Un panorama deprimente. Si con todo lo que han hecho y anunciaron hacer, ganan, entonces estamos fritos.
    Lo cierto es que el jugador mas importante del gobierno son los medios y el despido de navarro y venta de C5N lo demuestra.
    Se ve que en algun momento del 2015 hubo una reunion importante entre medios y politicos PRO para superar sus "egos" personales y trabajar en conjunto para gobernar hasta la eternidad, a sabiendas de que uno sin el otro no son nada.

    Creo que si CFK quiere ganar en 2019 debera hacer un analisis minucioso del poder del gobierno y tener en cuenta todas las barajas. Desde mi postura ,un tanto apolitica, creo que se deberia CONSIDERAR un frente que reuna a las fuerzas de izquierda, parece descabellado pero no hay nada que perder (solo la patria y el futuro de los argentinos). Con respecto a esto, un tipo que parece lucido es Santoro que se le para en los debates a los zurdos pero siempre PROPONIENDO UN "ACERCAMIENTO".

    Esto que sucede ahora para una maquinaria perfecta pocas veces vista en la historia y para ganar habra que dejar de encerrarse en el peronismo (cuya unidad es imposible excepto para hacer cumplir lo que dijo CFK en una de sus ultimas entrevistas) y ver otros horizontes.

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  2. Hay que tener en cuenta que el peronismo en sus vertientes política y sindical, siempre ha sido -EN PARTE- funcional al poder de turno. Como ejemplo clarísimo: las roscas de Pichetto, Bossio, Abal Medina y sus adláteres en el Congreso y Daer + cía en la CGT. Y por afuera de lo institucionalizado, personajes como Randazzo que juegan también para el oficialismo.
    Si no se descarta todo eso, el peronismo está en serios problemas.
    Yendo a otro punto, los argentinos siempre han sido muy sensibles al bolsillo. Gran parte de la sociedad, -ya que no se puede generalizar-, ha reaccionado mal a la exacción estatal. Es un fenómeno atípico lo que está sucediendo: pareciera que ,para una considerable parte de la sociedad, ahora están por encima de la guita, los pseudovalores que el gobierno fogonea: el esfuerzo individual, el sí se puede, el ¨combate a las mafias y la corrupción¨, etc. Algo pasó ideológica y culturalmente hablando que no pudimos ver, que se gestó en las sombras y emergió con demasiada fuerza.De repente surgió una moralina cínica que ha dejado ciego a más de uno. Incomprensible fenómeno....

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  3. Si mantiene los votos d primera vuelta 2015 esta manteniendo el porcentaje x el q fue derrotado x Scioli. No veo cual es el motivo d satisfaccion PRO a no ser el d imponer un relato.

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