Que el gobierno de Macri iba a terminar aprobando la fusión entre Cablevisión y Telecom era un secreto a voces, pero que lo terminara concretando en medio de las masivas protestas contra el ajuste y la represión indiscriminada que las enfrentó, no deja de ser todo un mensaje: para los que siguen prefiriendo creer que Clarín es solo un diario, y basta con no comprarlo o no leerlo por Internet, el emporio conducido por Héctor Magnetto se esfuerza por dejar claro que son bastante más que eso.
Tanto que por momentos parecen un Estado dentro del propio Estado, regido por sus propias leyes y al cual las que rigen para el conjunto no se aplican: habría que remontarse al caso de la United Fruit Co. en los países bananeros de América Central en los años 50' para encontrar un caso tan palpable de influencia determinante de una corporación privada sobre un gobierno, como el del Grupo sobre el de Macri hoy en día.
Cierto es que desde el mismo lanzamiento del diario en agosto de 1945, Clarín obtuvo beneficios de todos los gobiernos civiles y militares habidos desde entonces, excepto los dos de Cristina entre 2007 y 2015; lo que explicaría su odio inextinguible contra el kirchnerismo que osó desafiarlo. El mismo odio que padecieron todos los que en algún momento se pararon frente a los deseos del grupo.
La fusión consolidará una empresa con valor de capitalización bursátil de más de 11.000 millones de dólares que, si no es la más grande del país, le pifia por poco. De allí que le asista razón a Martín Becerra -que entiende del tema bastante más que nosotros- cuando dice que Clarín está viviendo el mejor momento de su historia.
Y además le garantizará reforzar su posición dominante en el mercado, justo cuando en los Estados Unidos la regulación estatal derrumba el principio de neutralidad de las redes, que acá en la Argentina consagró el artículo 1 de la Ley 27.078 (2014). ¿Derrumbarlo será tal vez ése el próximo "favor" que el Grupo le pedirá a Macri? (Al respecto, más información acá.
Y además le garantizará reforzar su posición dominante en el mercado, justo cuando en los Estados Unidos la regulación estatal derrumba el principio de neutralidad de las redes, que acá en la Argentina consagró el artículo 1 de la Ley 27.078 (2014). ¿Derrumbarlo será tal vez ése el próximo "favor" que el Grupo le pedirá a Macri? (Al respecto, más información acá.
La operación de fusión fue aprobada por el Enacom sin que mediara la previa intervención de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, en el marco de la Ley 25.156; y sin que el gobierno de Macri hubiera cumplido con su promesa de enviar al Congreso una ley que regulara el proceso de convergencia de los servicios de radiodifusión, provisión de Internet, telefonía móvil y fija y transmisión de datos. Peor aun: todo indica que el régimen finalmente verá la luz por un DNU presidencial, lo que hace suponer que sus pautas no resistirían un debate abierto en el Congreso.
El proceso que concluyó en la fusión tiene a su vez demasiadas oscuridades, por las participaciones recíprocas y cruzadas entre diferentes sociedades constituídas en el país y en el extranjero, en paraísos fiscales. Hasta acá, no se ha sabido cual ha sido el resultado de los análisis que al respecto le correspondía hacer a la Inspección General de Justicia, y a la Comisión Nacional de Valores, en virtud de que ambas sociedades fusionadas (Cablevisión y Telecom) cotizan en bolsa sus acciones.
Tampoco se sabe que postura adoptó respecto a la fusión y sus implicancias el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES, que tiene el 25 % de las acciones de Telecom, y el 9 % de las de Cablevisión. Si bien el gobierno no consiguió todavía modificar la Ley 26.831 que regula los mercados de capitales para eliminar su artículo 20 a pedido del Grupo Clarín (el que tutela los derechos e intereses de los accionistas minoritarios), es evidente que se comporta como si la norma no existiera.
Además de la obvia posición dominante en el mercado de las comunicaciones que la fusión le permitirá consolidar al grupo, es una clara demostración de fuerza hacia el interior del propio empresariado: las voces altisonantes que surgieron en la AEA en estos días como Grobocopatel o Martino el del HSBC, están sin dudas inspiradas en el ejemplo de Magnetto sobre como deben ser tratados la política, los políticos, los gobiernos, los partidos y las demás instituciones de la democracia, por el poder verdadero del país, es decir el poder económico. Lo mismo cabe para la impudicia con que los medios (por ejemplo La Nación) blanquearon las operaciones de Jorge Rendo (el "director de operaciones externas" del Grupo) apretando gobernadores para que aportaran votos en el Congreso para sancionar la reforma previsional.
Pero el mensaje también es rotundo y claro hacia la corporación política: muchos dicen (y lo compartimos) que para el gobierno de Macri ya han comenzado los dos años finales del teorema de Magnetto; y que al aprobar la fusión Macri ha firmado su propia sentencia de muerte, porque ya no tendría nada más que entregarles a cambio de su blindaje mediático.
Sin embargo, o precisamente por eso, la advertencia del Grupo a la política lo trasciende: les está diciendo a los que vengan ojo con querer repetir en el futuro el ejemplo del kirchnerismo y desafiarlos, porque lo que les espera es el periodismo de guerra sin cuartel cuando estén en el gobierno, y la persecución incansable a base de carpetazos judiciales después; sea porque se les cruzaron en medio del intento de quedarse con Ciccone como Boudou, o porque los pusieron en evidencia en su estafa a los jubilados con las AFJP como Arbizu, o porque los quisieron desarmar con la ley de medios y encanarlos por Papel Prensa, como Cristina.
Que la fusión haya sido aprobada por unanimidad en el directorio del Enacom (o sea, los 5 miembros por "Cambiemos", el jujeño Jenefes en representación del PJ y el representante del massismo) habla a las claras de que el mensaje fue recibido, e interpretado correctamente.
La pulsión de odio irrefrenable de Clarín hacia quienes considera sus enemigos que deben ser escarmentados es muy visible en la obsesión por poner presa a Cristina, mas allá incluso de las propias necesidades políticas del gobierno de Macri de apelar al "mani pulitte" contra la presunta corrupción kirchnerista, para tapar el ajuste económico, las medidas impopulares y la desastrosa gestión de gobierno.
Que la fusión haya sido aprobada por unanimidad en el directorio del Enacom (o sea, los 5 miembros por "Cambiemos", el jujeño Jenefes en representación del PJ y el representante del massismo) habla a las claras de que el mensaje fue recibido, e interpretado correctamente.
La pulsión de odio irrefrenable de Clarín hacia quienes considera sus enemigos que deben ser escarmentados es muy visible en la obsesión por poner presa a Cristina, mas allá incluso de las propias necesidades políticas del gobierno de Macri de apelar al "mani pulitte" contra la presunta corrupción kirchnerista, para tapar el ajuste económico, las medidas impopulares y la desastrosa gestión de gobierno.
El hecho de que en el momento en el que Magnetto y su hólding debieran estar brindando por su éxito absoluto en la guerra que emprendieron estén dedicando buena parte de sus energías a las operaciones de exterminio del enemigo (el kirchnerismo en este caso), azuzando odios y el fantasma de la violencia para justificar el latrocinio y el saqueo de los derechos de la mayoría del pueblo argentino, dice bastante sobre la naturaleza íntima de lo que en su momento Luis D'Elía (hoy preso político también por eso) denunció en un rasgo de lucidez como "una pistola puesta en la cabeza de la democracia argentina".
Muy interesante e informativo, gracias compañero.
ResponderEliminarNunca menos y abrazos