(*)
El problema de fondo
de Cristina Fernández y sus seguidores no es judicial. Es político. (Claro,
una cosa se deriva de la otra: los persiguen políticamente, con causas
judiciales. Bien por la sinceridad, Luis) Y por qué no, también
psicoanalítico. (Sonamos, ya arrancamos con la copia a Nelson Castro) Se
empezó a gestar el día en que tanto Néstor Kirchner como su viuda se creyeron
eternos y comenzaron a comportarse como semidioses. (¿Y cuando fue
precisamente ese día Luis, y cómo lo advertiste?) Sin importar el contexto,
la realidad ni lo inexorable del paso del tiempo. El ex presidente lo dio por
sentado hasta el mismo instante en que murió. (Esto comprobado de primer
mano por vos mismo, en las habituales charlas que nunca tenían) Y Cristina,
en vez de aprender de semejante experiencia, empezó a creerse inmortal cuando
obtuvo más del 54 por ciento de los votos, y se dispuso a "ir por
todo". (Claro, no mostró la moderación de Macri luego de ganar las
elecciones de medio término, ponéle)
Esto fue lo que pasó.
Se creyeron por encima del bien y del mal. Se autoconvencieron de ser los
portadores únicos de cierta superioridad moral, sin ningún tipo de antecedente
que pudiera justificarlo. (Todo esto andá a chequearlo a consultora “La
concha del mono”) Y generaron a su alrededor servidores y empleados
incapaces de contradecirlos, muy obsecuentes, (Exacto, les hacían falta
tipos como o vos o Sirvén, ponéle, para que les estén recordando todo el tiempo
que son falibles y mortales, como hacen ustedes con Macri) pero, al mismo
tiempo, prepotentes, despreciativos y autoritarios. Quizá el caso más rutilante
sea el de Carlos El Chino Zannini.
Lo sufrí en carne
propia hace muchos años, (Ah, acá arranca el micro de la autoreferencialidad
del periodista perseguido) cuando tanto el "círculo rojo" de
entonces como la mayoría de la sociedad suponía que la dinastía Kirchner iba a
terminar gobernando por decenas de años. (Bueno, si fue “hace muchos años”,
por lo menos una decena pasó, así que muy lejos no anduvieron) Fue en el
café de un hotel de Viena, Austria, donde se alojaba el entonces presidente y
toda su comitiva. (¿Ves? Significa que luego de eso gobernaron por lo menos
ocho años más, los dos mandatos de Cristina) El marco era la cumbre de
países de la Unión Europea, América Latina y el Caribe. Pugnaba por concretar
la nota que Kirchner me había prometido para el documental Yo Presidente (¿Cuánto
duraba, cuatro minutos como el que le hiciste a Lombardi por un palo, o más?
Igual, el título daba olfa digamos) y Alberto Fernández, su jefe de
gabinete de entonces, con cierta culpa, ya que el fondo sabía que Néstor no iba
a cumplir, (Y con culpa porque en realidad el que te había prometido la nota
era él, no Néstor, digamos todo Luis) me invitó a sentarme a la mesa.
Estaban, además de él y Zannini, José Pampuro, en aquel momento senador
nacional y Alberto Ballestrini, entonces presidente de la Cámara de Diputados. (Una
curiosidad Luis: ¿te pagaste los pasajes o viajaste a costilla nuestra?) Estoy
seguro que no fue mi insistencia de periodista, sino los malos modos y los
dichos de Zannini los que generaron un momento tan desagradable. (Una
opinión insospechada de parcialidad, dado que te exculpás a vos mismo) Porque
el entonces secretario Legal y Técnico de la Presidencia, ante mis reclamos por
la promesa de Kirchner de recibir en Viena al equipo de filmación, (Total,
estaban tan al pedo que no tenían otra cosa mejor que hacer, ¿qué les costaba?)
se le ocurrió poner sobre la mesa su teoría sobre el periodismo en general,
y la hizo extensiva a la mayoría de los trabajadores de prensa. (¡A
veeeerrr!)
Zannini afirmó sin
ponerse colorado que 85% de los periodistas argentinos eran casi analfabetos o
corruptos. (Estuvo exagerado, en nuestra opinión no pasan del 84 %) Y
que muchos de ellos se los podía considerar ambas cosas al mismo tiempo. No lo
dijo con ironía ni de manera elegante. Lo hizo con toda la intención de
provocar. (A lo Andahazi, digamos) Además, se vanaglorió de no necesitar
a la prensa para comunicar lo que el gobierno pretendía que los argentinos se
enteraran. "Ni siquiera me siento obligado a incluir mis decisiones en el
Boletín Oficial", (Sobre todo porque como Secretario Legal y Técnico no
firmaba nada que tuviera que ir al Boletín Oficial, pero son detalles, Luis) exageró,
con la intención de bajarle todavía más el precio al oficio periodístico. (Ah,
se confirma entonces que lo que generó la discusión fue cuanto pensabas cobrar
vos por el documental del presidente) Fue tan agresiva y descomedida su
intervención, que Fernández tuvo que salir a aclarar que a él no le constaba
que fuera ni una cosa ni la otra. (Esta es la única parte que se puede
creer: que Carozo se haya desmarcado, en defensa del periodismo mordedor de
pauta oficial) Es cierto: tampoco me quedé callado. Creí necesario
recordarle que también Carlos Menem, en su momento, parecía inmortal e
indestructible. (Buenísimo esto de inventar una historia totalmente
incomprobable en la que le parás el carro a un funcionario influyente, Luis) Y
le anticipé que, en el caso de que llamara a los accionistas del medio para el
que trabajaba y pidiera mi cabeza, no iba a dudar en pararme frente a la Casa
Rosada, con un megáfono, con el objeto de denunciarlo a él y a quien fuera
necesario. (No flasheés, Luis, no lo hiciste y jamás te viste en la
necesidad de hacerlo porque nadie pediría por tu cabeza de rata, y porque
además se te hubiera cagado de risa medio país)
No me voy a olvidar
más de ese día, porque, en efecto, tiempo después, intentaron hacerlo. (“Intentaron”
¿Y, fuiste o no fuiste con el megáfono a la Rosada, Luis, hay video subido a
Youtube?) Conmigo y con decenas de periodistas como Marcelo Longobardi y
Nelson Castro, para nombrar solo a un par. (Sí, a Nelson le negaron un café
en un bar y a Longobarbie le robaron el reloj, tremendo) Y tampoco lo
olvidaré porque jamás dejé de preguntarme de dónde había sacado Zannini esa
idea de que formaba parte de un proyecto de gente por encima de la media, y con
derecho a decir y hacer casi cualquier cosa. (Acá la pregunta sería de donde
sacaste vos la idea Luis, porque que él lo dijo lo decís vos, y no hay otra
fuente más que tu palabra) Para empezar, nunca fue demasiado culto ni
notablemente refinado. (¡Pará, Bioy Casares!) Para seguir, no se lo
podría tampoco considerar como un dirigente político de envergadura. (Tenés
un complejo con la envergadura vos, como todo petiso) Pero él, igual que
otros que vinieron de la Patagonia, como Julio De Vido, se creyeron especiales,
de verdad. (Ajá, ponéle ¿y en qué?) Y lo creyeron hasta el final, cuando
la realidad les pegó el primer gran sopapo político.
De hecho, Cristina
estaba tan convencida de que ganarían que, para controlar a Daniel Scioli,
incluyó como candidato a Presidente al propio Zannini, hasta entonces su ladero
más obediente hacia adentro y más dañino hacia afuera. (Pero dirigente de
poca envergadura, digamos todo, o sea que poco daño podía hacer) ¿Hubieran
robado tanto y de manera tan burda de haber sabido que perderían y que los
mismos jueces a los que habían presionado y maltratado se darían vuelta para
empezar a investigarlos, juzgarlos y condenarlos? (¿Y si fue tanto y de
manera tan burda por qué el tipo està preso por “traición a la patria”, Luis,
por qué no lo encanaron por afanar?) ¿No habrían previsto, si no se
hubiesen creído tan distintos, que el desprecio y el maltrato generaría un
sentimiento de reparación, que podría volverse en su contra? (Ah,, vos decís
entonces que todo lo que les está pasando es como un acto de justicia divina o
poética. Raro, porque en 200 columnas anteriores decías que les iba a pasar
porque las evidencias en su contra eran rotundas e incontrovertibles) ¿No
se dieron cuenta, en ningún momento, que Claudio Bonadío, un magistrado que no
responde al sistema, al que más bien se lo considera un error del sistema, (Claro,
nada que ver con las necesidades políticas del gobierno, por favor, como se te
ocurre. Es un pistolero suelto, aunque pensándolo bien quizás la metáfora
elegida no fue la más adecuada, parecemos Morales Solá) podría interpretar
el código penal a su antojo, y hacer lo que supone que tiene que hacer, sin
importar a quien puede perjudicar? (¿Vos decís entonces Luis que los procesó
a todos por puro capricho y sin ningún fundamento legal? Porque es justamente
lo que están diciendo los abogados defensores)
El Presidente Mauricio Macri suele contar que una
ascensorista de la Casa Rosada le confesó que, durante el segundo mandato de
Cristina Fernández, le habían dado la orden de no mirar a los ojos a la jefa de
Estado. (Un relato perfectamente corroborable por cualquiera) Según el
relato de la ascensorista, el que emitió la orden verbal fue Carlos Zannini, el
mismo hombre que hace pocas horas bajó de un avión esposado, con chaleco
antibalas y casco rumbo al establecimiento penitenciario de Ezeiza, acusado de
traición a la Patria. (Seguimos basándonos en hechos ciertos, perfectamente
comprobables por más de una fuente) No lo escribo con alegría ni con ánimo
de revancha. (Para nada Luis, como se te ocurren esas cosas) Es más: no
estoy tan seguro que el delito que les imputa es el que corresponde para juzgar
la imposición del memorándum de entendimiento con Irán. (La pregunta Luis,
es si un tratado con otro país puede ser delito, bajo algún aspecto. Y la otra
es que carajo sabés vos de derecho penal como para que tu opinión al respecto
interese) Solo lamento que la Argentina haya soportado y propiciado,
durante tantos años, a personas tan engreídas y desubicadas. (Las votaron,
Luis, ¿proponés reemplazar las elecciones por un concurso de Miss Simpatía, con
un jurado de periodistas?)
(*) Las
negritas son nuestras, el original acá.
Majul es analfabeto y corrupto. Por eso está tan enculado con Zannini: porque lo caló bien.
ResponderEliminarDigan la verdad muchachos, cuántas veces por port vomitan mientras hacen éstas intervenciones a la bosta que pergeña éste energúmeno?
ResponderEliminarQué estómago che!
Este enano fascista es un cago de risa. Todo lo que dice es tan ridículo, tan surrealista. Pero que la tiene bien adentro con el kirchnerismo se le nota y todavía no se la pudo sacar. Ni podrá nunca. Resentido y fracasado. Ojo Majul, hay cosas de las que no se vuelve...
ResponderEliminarLa anécdota de la ascensorista es genial. Como la anécdota de Cristina pegándole a la "sirvienta", porque ellos son así no dicen trabajadora, dicen sirvienta.
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