Conforme se acercaba la jura de los nuevos
legisladores electos en las dos Cámaras del Congreso, empezó el desfile de
notas en los medios sobre las posibles divisiones, alineamientos,
reacomodamientos, interbloques y similares; algo que es parte del folklore
legislativo, más en un sistema político profundamente fragmentado como el
nuestro, y muchas veces con propósitos bastante prosaicos: tener un bloque propio
posibilita estar en mejores para acceder a becas, subsidios, contratos, lugares
en las comisiones y cosas por el estilo. Hasta allí, nada demasiado novedoso,
ni para horrorizarse.
Sin embargo en las
actuales circunstancias de dispersión opositora y firme avance del gobierno con
su agenda, todos los focos están puesto hacia el interior del peronismo, en sus
diferentes versiones: leemos por ejemplo acá en Infobae que los gobernadores (o
algunos de ellos) piensan armar un bloque en Diputados en espejo con el que
comanda Pichetto en el Senado, en el que revistaría “Sanguchito” Bossio, en lo
que sería -nos cuentan- “una apuesta a futuro”. No hay remate.
La misma nota da
cuenta de que los diputados del Movimiento Evita “...no quieren
quedar pegados a las órdenes de la ex presidente Cristina Kirchner, que tendrá en el santafesino Agustín Rossi -nuevo
presidente del bloque Frente para la Victoria-PJ- al hombre de confianza en la
Cámara baja. Tampoco pretenden quedar atrapados en el esquema donde los
gobernadores marcarán el camino a seguir. El objetivo será coordinar un pequeño
armado de centroizquierda con desencantados del kirchnerismo y espacios
políticos como Libres del Sur.”. Tampoco hay remate en
este caso.
Además de lo
reseñado, tenemos al massismo sin Massa (que ya no estará en la Cámara, a la
que iba más bien poco) en descomposición; porque ya se le desprendieron sus
aliados del “cordobesismo” de De La Sota y Schiaretti, para evitar cualquier
duda al respecto, y acompañar las reformas propuestas por el gobierno, algunas pactadas con
los gobernadores.
Al bloque de la
“liga de gobernadores” (otra criatura mitológica del universo peronista, a la
que en el fondo nadie le tiene miedo ni toma en serio, comenzando por Macri y
su gobierno) se sumaría el único diputado que logró colar Randazzo; que en su
carrera política oscila entre los pucheritos por internas negadas, y los largos
silencios sobre graves asuntos públicos, que no serían tan graves como para
requerir de su atención, al parecer. Fase ésta que estaría transitando ahora,
luego de breves declaraciones fustigando la reforma previsional aprobada por el
Senado, que sus dos senadores (Teresita Luna y Abal Medina), aprobaron en un caso, y se
abstuvieron en el otro. Un conductor del carajo, digamos.
En éste complejo
mecano peronista hay lugar hasta para “monobloques” unipersonales como el de
Alejandra rodenas, elegida acá en Santa Fe en una lista común con el “Chivo”
Rossi que le ganó la interna, pero ya se sabe: sus resultados solo nos
obligan a los kirchneristas, y cuando perdemos. La decisión de hacer ranchada
aparte viene hasta acá explicada por el senador Traferri, porque parece que
Rodenas no sabe hablar por ella misma, o no la dejan. Como sea, una anécdota
que acaso culmine en que dentro de dos años llamen a votar al socialismo, o
algo por el estilo; el tiempo dirá.
Todos los
“desgajados” del tronco común peronista (si es que tal cosa sigue existiendo
aun, y no ha ingresado también en los terrenos de la mitología) tienen algo en
común: no quieren saber nada con nosotros, ni aceptar la conducción de Cristina
ni la del “Chivo” en Diputados.
Más allá de obvias diferencias ideológicas (de
lo que se habla poco, porque no es de buen tono) en muchos casos, hay también
una cobarde convalidación de la criminalización que ha hecho de nosotros el
gobierno, a fuerza de carpetazos judiciales. Toman distancia de la mancha
venenosa, se ponen a cubierto de que no los alcance el mani pulite y después le
buscan la vuelta (más o menos de izquierda, centro o derecha) para
justificarlo. Digamos todo.
Dicho eso, no
discutamos “por qué se fueron” o ya no están con nosotros, ni por qué no
quisieron ni quieren estar: más aun, concedámosles que tienen razón si eso los
complace (al fin y al cabo, nosotros somos los únicos a los que se les reclama
autocrítica); porque además todos tienen defectos o han cometido errores, y
nosotros montones: de construcción política, de estrategias electorales, de
gestión de gobierno, de conducción.
La cuestión es que
hasta acá los que rompen con el kirchnerismo y se van (si estaban) o nos ponen
bolilla negra, es para peor: no crecen, no desarrollan propuestas mas piolas que
las nuestras o superadoras, no aportan a la construcción de alternativas
opositoras.
Repasen si quieren las “fracturas” del massismo, el Movimiento
Evita y su saga randazzista (con escala en el Ministerio de Desarrollo Social
del macrismo, para conseguir la "emergencia social" de la que ya nadie se acuerda) y hasta las más lejanas como la de las Liebres del Sur; que se
fueron del kirchnerismo justo cuando echábamos a Jaime del gobierno (¿acaso disconformes con eso?) y lanzábamos la ley de medios o la AUH, para
terminar aliándose con Carrió, Aguad, Pino Solanas, Binner, Stolbizer o Prat
Gay; o con todos ellos juntos, que es peor.
Ni hablemos del
“peronismo paladar negro” presunto portador de los genes originales del movimiento
creado por Perón: así como en los gobiernos de Cristina cada ruptura fue el
prefacio a una nueva agachada (con el campo, con Clarín en la disputa por la
ley de medios), desde diciembre del 2015 para acá es para bancar cosas del
gobierno, una y otra vez, y sobran los ejemplos: el blanqueo de capitales, el
saqueo del fondo de la ANSES, el acuerdo con los buitres, los contratos de
“participación pública privada”, la reforma a la ley del mercado de capitales y
más cerca en el tiempo, el pacto fiscal y la poda en las jubilaciones. ¿Entrará
la reforma laboral también en el inventario?
Sin perjuicio de
eso, los culpables de todo, los obligados al cilicio y los pasos al costado
“porque ya cumplieron su ciclo” somos nosotros: culpables de la división y
dispersión opositora porque somos sectarios (aunque no le pusimos bolilla negra
a nadie, pero todos nos la asignan a nosotros), del “bajo techo del peronismo” (cuyos
demás candidatos que cuestionan a Cristina no mueven el amperímetro), de la
falta de nuevos liderazgos alternativos “porque Cristina los tapona”, y coso.
Sobre todo coso.
La “pesada herencia” por otros medios. Falta que nos culpen a
nosotros de como terminan votando en el Congreso, generalmente a favor del
gobierno.
Nosotros por el
contrario y por lo menos desde acá, no vamos a hacer cuestión de cómo se forman
los bloques en el Congreso, ni quien los conduce, ni como se llaman, sino exclusivamente de
cómo votan: si lo hacen en contra de lo que propone Macri (que generalmente es en
perjuicio de los sectores populares, los más débiles y en consecuencia, los más
necesitados de la política y de los que se autoproclaman peronistas), bienvenidos. No importa en que bloque estén, ni
como se llamen, ni quien los conduzca, ni con que fundamentos lo justifiquen.
Pero por contrapartida si votan a favor, les pedimos por favor que ni se gasten en
explicarlo, y menos en pelar el peronómetro, porque se lo pueden colar por
donde ya saben: por donde se pasaron en el Senado la ley de movilidad previsional sancionada por el gobierno de Cristina para votar una fórmula de ajuste que les
podará nueve puntos de sus salarios a los jubilados y pensionados, y a los
beneficiarios de la AUH.
Si nos dicen en que parte de las 20 verdades se puede
fundamentar eso, se agradecerá. Mientras tanto y como diría Perón, no nos vamos
a andar echando la suerte entre gitanos.
Si finalmente el movimiento Evita los condena, logra conformar un bloque con las liebres del sur, la revolución es cuestión de horas.
ResponderEliminarA guardar las escrituras.
El Colo.